Los fantasmas de una nueva crisis acechan a América Latina ante el alza de los mercados financieros Wall Street invirtió 115.000 millones de dólares en deuda latinoamericana el año pasado, pero su apetito por la región depende de que no haya cambios de política monetaria.
Un grupo de manifestantes protesta frente a la Bolsa de Nueva York por la decisión de Robinhood de suspender la compra de acciones de GameStop a finales de diciembre.TAYFUN COSKUN/ANADOLU AGENCY/GETTY IMAGES
ISABELLA COTAEl temor de que la crisis económica global por la pandemia fuese a disparar, al mismo tiempo, una crisis financiera, parece haber desaparecido. El dinero inyectado al sistema financiero por los países más ricos no solo evitó que los inversores entraran en pánico sino que fue más allá, impulsando las bolsas hasta tocar máximos históricos. En cuanto a los mercados se refiere, esta prueba ya fue superada. ¿O no? Inversores de alto perfil, expertos y observadores de los mercados debaten sobre el futuro próximo. Se preguntan qué pasará cuando llegue a su fin esta política monetaria expansiva que ha estado apuntalando las acciones y bonos de deuda que cotizan entre las capitales financieras del mundo. En el mejor de los casos, los mercados responden de manera ordenada. En el peor, países en América Latina tienen las de perder. Los fantasmas de la inflación, la desigualdad y la fuga de capitales acechan en el fondo.
A partir de la pandemia y los primeros confinamientos obligatorios, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal en Estados Unidos, indicaron que las tasas de interés seguirán en cero para incentivar a los bancos a seguir prestando. Adicionalmente, ambos anunciaron que comprarán miles de millones en activos financieros para impulsar la liquidez en el sistema. Japón vino después, anunciando programas similares en los billones de yenes. Casi un año después, las compras por parte de la la Fed, como se le conoce a la Reserva Federal, ha alcanzado niveles sin precedentes, a veces comprando billones de dólares en bonos y otros instrumentos en un solo día. El apoyo monetario ha sido, en corto, espectacular y nunca antes visto.
La Fed se ha convertido en una especie de comprador cautivo que ha declarado abiertamente que desea inundar de dinero los mercados financieros, impulsando así los precios. A la par, el hecho de que su tasa de interés sea cero, ha llevado a Wall Street a comprar deuda de países emergentes, muchos de ellos en Latinoamérica, porque ofrecen tasas más altas. Dos realidades aparentemente opuestas convergen aquí: mientras la región es señalada como la más dañada por la pandemia y espera una recuperación lenta en comparación con el resto del mundo, los inversores corren a prestarles dinero, el cual solo podrán pagar si se recuperan en tiempo y forma. Los inversores están tomando un riesgo, pero no queda claro si lo han medido bien.
“Con tanto estímulo desplegado, tratar de averiguar si la economía está en recesión es como tratar de evaluar si uno tuvo fiebre después de tomarse una gran dosis de aspirina”, escribió el inversor Seth Klarman en una carta a clientes de su exclusivo fondo Baupost, según el Financial Times. “Pero como ocurre con las ranas en el agua que se calienta lentamente hasta que hierve, los inversores están condicionados a no reconocer el peligro”, agregó.
Jeremy Grantham, reconocido inversor británico que encabeza su propia firma, GMO, advirtió que los mercados apuntan en este momento a una burbuja que inevitablemente estallará “por mucho que la Fed intente respaldarla, con los efectos perjudiciales sobre la economía y los portafolios de inversión que corresponden. No se equivoque: para la mayoría de los inversores de hoy, este podría ser el evento más importante de su carrera.”
Hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), en tono menos alarmista, pone a debate la posibilidad de que la estabilidad financiera vista hasta hoy llegue a su fin en una nota publicada el 27 de enero. “Con los inversionistas apostando a que se mantendrán las políticas de apoyo, parece que el exceso de confianza se está filtrando en los mercados; esto, unido a la aparente uniformidad de la opinión de los inversionistas, aumenta el riesgo de corrección de los mercados o ‘revaloración”, dice el reporte del FMI.
‘Gamestop’ y otras anomalías
Los mercados ya empiezan a actuar de manera atípica, explica Daniel Lacalle, economista, gestor de fondos y ahora asesor económico del Partido Popular en España. En enero, una masa de usuarios del foro en línea Reddit se organizaron para comprar acciones de Gamestop, una empresa de videojuegos que desde hacía años reportaba pérdidas y que iba en franca dirección hacia la bancarrota. En un intento por demostrarle a Wall Street que un ciudadano promedio puede, si quiere, descalabrar el orden de los mercados, compraron suficientes acciones que impulsaron su precio, causándole miles de millones de pérdidas a algunos fondos que habían apostado en su caída.
“Este tipo de eventos sorprendentes son una segunda derivada del exceso de liquidez y de las políticas monetarias expansivas”, dice Lacalle, también autor de libros sobre economía y finanzas, al teléfono desde Madrid. “A lo que llevan es a la sensación entre los inversores minoritarios, entre los pequeños inversores, de que el mercado y las acciones de renta variable solamente pueden subir. Ante un exceso de liquidez y bajísimos tipos de interés se percibe como que no tiene riesgo crear a un short squeeze, que es el caso de Gamestop, aunque no esté fundamentado en una posición sólida de la empresa”.
Lo mismo pasó con una criptomoneda llamada Dogecoin, la cual se lanzó al mercado, originalmente, como un tipo de broma, pero durante 2020 encontró inversores interesados de la talla de Elon Musk, quien impulsó su precio al estrellato. Bitcoin, la criptomoneda mejor establecida en el mundo, cotizó en niveles nunca antes vistos a finales de 2020, impulsada en parte por esta búsqueda de réditos sin importar el riesgo, propia de este momento, asegura Lacalle. Su alza es particularmente importante para países como Argentina y Venezuela, en donde las critpomonedas se han vuelto una atractiva inversión para evitar la inflación y generar una ganancia.
Las bolsas en América Latina se han beneficiado de este sentimiento optimista, a manera de derrame de las políticas en EE UU, Europa y Japón. En México, por ejemplo, el Índice de Precios y Cotizaciones ya regresó cerca del nivel previo a la pandemia, a pesar de que la economía el año pasado cayó 8,5% y el país está inmerso en su peor crisis desde la Gran Depresión. Lo mismo se ve en Brasil y en Chile, entre otros países.
Más bonos que nunca
En cuanto a bonos de deuda se refiere, Gobiernos y empresas en Latinoamérica han sabido aprovechar el momento para pedir prestado, asegura Jonathan Fortun, responsable de la estadística y economista de la patronal bancaria en Washington, el Instituto Internacional de Finanzas (IIF). En 2020, países de América Latina regresaron con fuerza a Wall Street, emitiendo un total de 115.200 millones de dólares en deuda. En su conjunto, todos los mercados emergentes emitieron 614.400 millones de dólares el año pasado, un nuevo récord. En enero, las emisiones se intensificaron: solo en los primeros 27 días del año, las emisiones alcanzaron 115.230 millones de dólares.
“Los gestores de fondos comienzan a ver posibilidades fuera de su mercado local, es decir el mercado americano, y ahí comienzan a decir ‘bueno, pongamos mi platita en este bono de una empresa mexicana o esta acción de la empresa brasilera’, y es justamente ese el capital golondrina que comienza a fluir”.
Tan rápido como entra el dinero puede salir y esa es una de las grandes preocupaciones en torno a la sostenida política monetaria de los G3, como se les conoce a los tres bancos centrales de EE UU, Europa y Japón. En 2013, la Fed declaró estar lista para empezar a deshacerse de los activos que había comprado para ayudar al sistema financiero desde 2008, cuando la crisis financiera se desató. El mero anuncio, sin que el banco central empezara a vender, generó salidas de capital de países emergentes. Entre las monedas más golpeadas estuvo el real brasileño. Este periodo se conoce como taper tantrum, es decir, se le califica de “rabieta” a la reacción de los inversores al anuncio de que la autoridad monetaria iría gradualmente disminuyendo su participación en los mercados.
“Lo estamos llamando taper tantrum 2.0”, dice Fortun, sobre la posibilidad de que ocurra algo similar en un futuro próximo. “La Fed y los legisladores tienen, al final, una balanza. Por un lado vas a tener esta intervención del mercado, que para ellos tiene que ser positiva porque están manteniendo a la economía viva con esta línea de liquidez muy, muy alta. Pero por otro lado, están preocupados de que esta línea de liquidez traiga malas costumbres en los mercados y cree incentivos perversos”.
Algo muy positivo de esta política ha sido que el dinero ha fluido hacia Latinoamérica, ayudándole a los países a reiniciar partes de la economía, asegura Fortun. “Si sacan ese incentivo, también vas a tener un un impacto muy alto y no existe una fórmula absoluta de cómo sacarlo y tampoco existe un tiempo o momento perfecto para hacerlo”.
“Corrección” en los mercados
El FMI no lo llama igual, pero ha advertido que las sobre valoraciones en el mercado pudieran dar pie a una “corrección” que generaría inestabilidad y afectaría a los más pobres, dice Tobias Adrian, Consejero Financiero y Director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del FMI y autor del texto publicado a finales del mes pasado. “Si ocurre una corrección en los mercados, le va a pegar más fuerte a los más débiles y esos son los países más pobres que ya están pagando más en intereses por emitir deuda”.
Sin embargo, para Adrian, una caída abrupta en los activos de mercados emergentes en el momento en que la política monetaria cambie no es inevitable. El 2013 “fue más una excepción que una regla”, argumenta, y lo que suceda dependerá mucho de cómo las autoridades monetarias comuniquen sus intenciones de iniciar una reducción gradual de su participación en el mercado.
“Habiendo dicho eso, por supuesto, también hay muchas otras razones que pudieran detonar una salida repentina de capitales”, asegura Adrian. Los mercados no parecen haber valorado el daño de la covid-19 más allá de lo que resuelvan las vacunas, dice. Los hábitos de consumo han cambiado, posiblemente, de manera permanente. La vacuna funciona, pero es posible que haya secuelas en la salud de los humanos que impacten en la producción a largo plazo.
Las bajas tasas de interés, como las sostienen los países ricos, pudieran llevar a un disparo en la inflación, lo que le daría poco tiempo a los bancos centrales para retirarse lenta y gradualmente. “En la mayoría de los países, incluso en los mercados emergentes, la inflación está por debajo del objetivo, pero en algún momento eso podría cambiar”, dice Adrian, “por lo tanto, la idoneidad de la política podría ser muy diferente entre países, y eso será un desafío”.
Inflación, pobreza y depreciación
Lacalle coincide y va más allá: “El aumento constante de la masa monetaria sin una demanda real de la moneda local a lo que lleva es a la inflación, al empobrecimiento de las clases más pobres y a la salida de capitales”. Para el especialista, este escenario se avecina.
Los Gobiernos en América Latina tienen que estar preparados con suficientes reservas internacionales en sus arcas para hacerle frente a las fluctuaciones del tipo de cambio que vendrán en el momento en que los países desarrollados empiecen a cambiar su política monetaria, asegura el economista. Y no solo eso, apunta, deben resistir la tentación de hacer lo mismo que hace la Fed, aumentando la cantidad de dinero que emiten en sus monedas locales. “¿Qué es lo que ocurre cuando la Reserva Federal aumenta la masa monetaria? Muchos bancos centrales de Latinoamérica dicen ‘ah, qué buena idea, vamos a hacer nosotros lo mismo’. Pero claro, aumentan la masa monetaria en moneda local, cuando la demanda de moneda local no solamente no es creciente, sino que además en muchos casos está disminuyendo”
“La crisis del tequila en México, la crisis argentina, tenemos tantos ejemplos del pasado”, sentencia Lacalle, “jugar a ser la Reserva Federal sin tener la demanda de dólares genera siempre una crisis financiera, alta inflación y empobrecimiento”.
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