2/26/2021

nietos

Historias desobedientes: “El juicio por lesa humanidad y la condena a mi abuelo fueron hechos liberadores”


AGENCIA PACO URONDO dialogó con Nicolás Ruarte, integrante del colectivo Historias Desobedientes, y uno de los autores de Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia. Es nieto de un genocida condenado por su rol en la última dictadura.







Por Paula Viafora

AGENCIA PACO URONDO dialogó con Nicolás Ruarte, integrante del colectivo Historias Desobedientes, y uno de los autores de Escritos desobedientes. Historias de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia. Es nieto de un genocida condenado.

APU: Para los que no los conocen aún, por favor contá brevemente quiénes integran el colectivo de Historias Desobedientes y cuándo y cómo se formó este grupo.

Nicolás Ruarte: Historias Desobedientes es un colectivo de hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia. Somos familiares de militares, policías y civiles que participaron activamente de la última dictadura cívico-militar, cometiendo crímenes atroces de lesa humanidad. Nos agrupamos por el sentimiento mutuo de horror y repudio a los crímenes cometidos por nuestros familiares, porque queremos aportar nuestra voz a la lucha por los derechos humanos, romper los mandatos de silencio, ayudar en la condena de nuestros familiares criminales, y colaborar en la búsqueda de los desaparecidos y nietos apropiados.

APU: ¿Cuándo nació el colectivo?

NR: El colectivo nació a mediados del 2017, si bien algunas de las fundadoras ya se conocían previamente, la terrible noticia de la aplicación del 2x1 a genocidas, que implicaba la liberación de algunos de nuestros familiares condenados, obligó a las compañeras fundadoras a agruparse y salir a la calle. Pidiendo, junto al resto de los organismos de DDHH y la sociedad, que sus padres no sean liberados y se retrotraiga ese fallo espantoso.

Luego de salir a la luz la agrupación y hacer algunas notas periodísticas, comenzaron a recibir muchos mensajes de otros familiares de genocidas que querían acercarse y participar, así me acerque yo al grupo en noviembre de ese año.

APU: Y vos: ¿Cómo llegaste al grupo?

NR: Soy nieto de dos militares genocidas, Luis Jorge Arias Duval y Orlando Miguel Arcangel Ruarte y vengo de una familia con mucha tradición militar, no solo mis abuelos tuvieron participación activa en la dictadura sino también algunos de sus hermanos y primos. Los más conocidos son Alejandro Agustin Arias Duval, conocido como El Gato, y Alberto Arias Duval que fue uno de los llamados Tomy (alias de quienes asistían los partos clandestinos en la exEsma).

Nací en el 90, en democracia, y mi abuelo materno cayó preso en el 2003 cuando yo tenía 13 años, antes de eso ni sabía lo que era la dictadura y pasé mucho tiempo repitiendo lo que mi familia me decía sin saber la verdad de los crímenes de los militares.

Dentro del colectivo tenemos algo así como un chiste interno, que quienes tenemos familiares con condena somos los afortunados, porque al menos tenemos pruebas judiciales sobre la culpabilidad de nuestros familiares y los crímenes que cometieron. Otros compañeros no cuentan con esa suerte y solo tienen partes de la historia, en algunos casos sus familiares siguen libres a pesar de haberles confesado sus crímenes.

El juicio y la condena de mi abuelo sin dudas fueron liberadores aunque obviamente los sufrí muchísimo, sin la decisión política de reanudar los juicios tal vez nunca me hubiera enterado de todo esto, me costó muchos años darme cuenta de la verdad y romper esos lazos tóxicos y mentiras heredadas. Este proceso fue muy duro, pero para el momento que conocí la existencia de Historias Desobedientes ya estaba seguro de mis convicciones y en proceso de investigar los detalles que no conocía de esta historia para escribir una obra de teatro.

Relatos desobedientes

APU: La presentación del libro “Escritos Desobedientes” se realizó en el Centro Cultural de la Memoria Harodo Conti, que se encuentra en el predio de la Ex Esma. ¿Cómo sintieron ustedes esa jornada teniendo en cuenta el enorme peso simbólico de ese lugar que les abría sus puertas. ¿Sintieron que esa acción implica la aceptación del colectivo?

NR: Sí, se podría decir que sí. Fue muy simbólico, aunque solemos ser bien recibidos por los organismos de derechos humanos y ya habíamos tenido otros encuentros importantes.

Nuestra aparición suele ser celebrada por aquellos que luchan por la verdad y quieren que se acabe el pacto de silencio de los militares.

Yo en particular lo sentí muy significativo, por la conexión con mi tío abuelo: Alberto Arias Duval. Lo conocí de chico, aunque no lo recuerdo muy bien, pero él hizo mis ecografías cuando mi mama estaba embarazada de mi, tengo entendido que después de la Esma siguió trabajando pero nunca más pudo asistir un parto. Desde adolescente supe de su participación como ginecólogo en la ex Esma, después investigando entendí que no era ginecólogo sino ecografista y asistía al ginecólogo en los partos, lo que obviamente no hace menos terribles sus crímenes y su silencio.¿Cuántos nietos podríamos haber encontrado si él hubiera hablado antes de morir?

Viví toda mi infancia en Saavedra, y pasé incontables veces por delante de la ex Esma, antes y después de ser recuperada. Nunca pude entrar, de niño me parecía muy tétrico y me daba miedo y de adolescente siempre me corría un escalofrío por la espalda al pasar por la puerta y ver la instalación de siluetas en las rejas. Recién pude entrar en el 2017, un poco antes de unirme a Historias, fui al Archivo de la Memoria para ver si tenían información sobre el batallón 601 de inteligencia del que formaba parte mi abuelo. De casualidad me invitaron a recorrer el museo, fue tremendo, me largue a llorar al ver el nombre de Alberto en el cartel del cuarto de las embarazadas, me acuerdo cada detalle de ese lugar.

Hoy en día recorrí el museo y estuve en los otros edificios varias veces, sigo sintiendo escalofríos, pero ahora se bien el porqué.

APU: Vos contás tu historia en el libro. El hecho de hacerla pública, ¿te inquietó o te hizo dudar en cuanto a tu participación? ¿Cambió algo en vos a partir de la publicación ?

NR: No tanto con el libro, obviamente me encanta haber participado y significa mucho para mi formar parte de ese trabajo colectivo, pero cuando salió la publicación ya había hecho pública mi historia en una obra de teatro, en algunas charlas y en un par de entrevistas a la prensa. Las entrevistas fueron lo más difícil, no dude nunca de hacerlas, pero no imaginé la repercusión que podrían llegar a tener, si bien muchos en mi familia sabían o sospechaban mis posturas es muy distinto hacerlo público y que todos puedan leerlo en internet. En especial porque este tema está muy silenciado dentro de las familias militares, a tal punto que no contas con información verdadera a menos que salgas a buscarla afuera.

Sé que mi acto de hacerlo público dolió mucho y le puede haber traído problemas a algunos familiares, nunca fue mi intención eso, esto no es una venganza contra ellos.

Nadie es culpable de los crímenes de mis abuelos más que ellos mismos, no culpo a mi familia, simplemente no puedo ignorarlo, no puedo estar callado, no podría vivir conmigo mismo si no militara por los derechos humanos, si no intentara, desde el lugar que me tocó en la historia, que la sociedad sea un poco más justa.

APU: Ustedes son de la misma generación que los integrantes de HIJOS: en un momento de la vida, el destino los puso como en lugares opuestos por el rol de los padres. ¿Cómo es la relación actual con ellos? ¿Lograron crear un vínculo para encarar juntos la lucha por Memoria, Verdad y Justicia?

NR: Yo no soy de la misma generación sino de la siguiente, ya que no soy hijo de militares sino nieto. Pero vale para las fundadoras y la mayor parte de Historias, que son hijas e hijos. Siempre fuimos muy bien recibidos por HIJOS, y se han creado varios vínculos en común para militar juntos, como encuentros, publicaciones en redes y cines debate. Varios miembros han venido a nuestros encuentros y nosotros a los suyos. También tuvimos un encuentro virtual muy enriquecedor con NIETES, la agrupación que se formó hace poco de nietos/as de desaparecidos/as y quedamos en realizar más encuentros y actividades juntos en un futuro.

Nuestra voz suele ser bien recibida por los distintos organismos de derechos humanos, incluso celebrada. Creo que se debe a que somos los primeros “del otro lado” que salen a hablar sobre la misma historia, sin negar las atrocidades que cometieron los militares, sin teoría de los dos demonios, sin hablar de guerra sucia ni memoria completa y reconciliación (todas estas, barbaridades discursivas usadas para blindar a los militares y sus cómplices).

La única reconciliación posible es desde la Memoria, la Verdad y la Justicia, que los militares digan donde están los cuerpos de los desaparecidos, que entreguen los nombres y datos de los niños apropiados, hay muchos que tienen información guardada, y luego cumplan las condenas que les corresponden por las atrocidades que cometieron. Haciendo eso no solo van a ayudar a sus víctimas, también van a ayudar a sus hijas e hijos a vivir sin miedo y sin vergüenza.

APU: Pablo Verna, integrante de Historias, cuyo padre, Julio Alejandro, fue uno de los médicos encargados de inyectar drogas a los secuestrados en los “vuelos de la muerte”, declaró en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la Contraofensiva. ¿Cómo vivieron ustedes este testimonio? ¿Qué les contó Pablo sobre sus sensaciones personales?

NR: Lo vivimos con enorme orgullo y alegría, es un hito importantísimo en la lucha por la justicia. Actualmente la ley no permite que los familiares declaren en contra de sus progenitores, salvo en los casos que sean víctimas directas del crimen. El proyecto de ley que presentamos como colectivo, del cual Pablo es autor, busca cambiar justamente esto. El testimonio de Pablo fue muy valioso y sólo pudo realizarse porque los jueces lo permitieron en este caso específico. Es imperioso que cambiemos esto, tenemos casos de compañeros que sus padres les confesaron sus crímenes pero no tienen ninguna causa en la justicia y no pueden hablar sin miedo a enfrentar represalias. Esto también permitiría que más gente que no es parte del colectivo se sienta protegida para denunciar.

Sé que para Pablo esta fue una lucha muy dura de mucho tiempo, y su testimonio es un ejemplo para todos nosotros y para el resto de la sociedad. Se puede y se debe combatir el silencio y la injusticia, por más doloroso que sea para nosotros denunciar a nuestros familiares, nuestro aporte puede ayudar a esclarecer uno de los momentos más oscuros de nuestra historia.

APU: Según tengo entendido, en Chile se está gestando un grupo como Historias. ¿Creés que pueda replicar en más países de Latinoamérica?

NR: Ya se está replicando por más países de Latinoamérica. El año pasado se sumaron compañeros de Brasil y surgió Historias Desobedientes Brasil. También se han contactado desde Uruguay y varios países más, incluso familiares de nazis desde Alemania, quienes nunca antes se habían agrupado. La lucha por los derechos humanos es mundial, como también lo son las fuerzas represivas, xenófobas y autoritarias.

Pero volviendo a Latinoamérica, el despliegue del plan cóndor y las dictaduras latinoamericanas tuvieron todas los mismos resultados: represión, muertos, desaparecidos y niños apropiados. La aparición de historias desobedientes argentina fue solo el primer paso, en toda américa hay familiares de genocidas como nosotros que se sienten solos, que piensan que son los raros o los locos de su familia por empatizar con el dolor de las víctimas y necesitan nuestro apoyo para poder hablar y denunciar a sus familiares.

Celebro profundamente que se acerquen, mientras mas seamos mas grande va a ser la presión y el grito por Memoria, Verdad y Justicia.

APU: Por último, ¿se consideran parte del universo formado por los organismos de derechos humanos de la Argentina?

NR: Este es un tema que trae mucha discusión interna y aun no lo tenemos resuelto. Algunos nos ven como parte pero nosotros no estamos seguros, estamos buscando la respuesta.

Por eso aclaro que voy a dar mi opinión personal en este tema y no hablo desde el colectivo. Obviamente nosotros nos sumamos, apoyamos, celebramos y le debemos muchísimo a la lucha de los organismos. Sin esa tremenda lucha que hicieron las madres y los hijos, nosotros seguramente no estaríamos acá. Nunca hubiéramos sabido la verdad de los crímenes cometidos por nuestros familiares si no fuera por la enorme valentía de las víctimas en salir a denunciarlos, en soportar el escarnio de los medios cómplices, en pasar por los horribles juicios con esta justicia corrupta y nunca dejar de luchar aun cuando el poder político les dio la espalda. Estamos acá gracias a ellos. Pero por razones obvias no nos equiparamos con ellos, venimos de un lugar muy diferente y tenemos una historia que contar muy diferente. Obviamente ambas luchas conducen al mismo lugar, tenemos los mismos objetivos, la condena de nuestros familiares genocidas, la búsqueda de la verdad sobre los niños apropiados y los desaparecidos y la memoria para que esto NUNCA MÁS vuelva a suceder, pero dentro de esos objetivos creo que tenemos que buscar nuestra propia manera de luchar por ellos. Y también creo que debemos seguir invitando a más familiares de fuerzas de seguridad, no solo de la dictadura sino de la actualidad.

Los familiares de los militares, policías y gendarmes femicidas, represores y torturadores, continúan desapareciendo personas y violando los derechos humanos en democracia. Creo que nuestra misión tiene que ser mirando al futuro, militando por reformar nuestras putrefactas fuerzas de seguridad, desde nuestra perspectiva como familiares de genocidas formados con los mismos manuales y dentro de las mismas instituciones.

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