12/10/2020

un año

 


El primer año del gobierno de Alberto Fernández resultó atípico. Tuvo que enfrentar la doble pandemia de la herencia del macriato y el COVID, ambas muy negativas para el impulso a la actividad económica, los ingresos y el empleo. 

Imaginemos que el macriato de cuatro años de gobierno mantuvo a la economía tres años en recesión. Al mismo tiempo propició la duplicación del desempleo, de la pobreza y concentró el ingreso de manera inédita pasando la brecha entre el 10% más rico y más pobre de 18 veces en el año 2015 a 24 veces en el año 2019, al fin del mandato del domador de reposeras. 

Paralelamente Macri y su troupe endeudaron al país de manera sideral, tanto con acreedores privados cuánto con el FMI, que le asignó el mayor crédito en la historia del organismo, la mayoría del cual fue fugado del país. 

En líneas generales el de Macri fue el peor gobierno desde la recuperación democrática y probablemente, junto con el de la última dictadura militar, el que más daño social y económico provocó en menos tiempo. 

En estas terribles condiciones heredadas se sobre imprimió el COVID que produjo una parálisis en la actividad económica sin precedentes (se estima una caída de 12 puntos del PBI para este año). Y en este contexto el gobierno de Fernández realmente hizo lo que pudo y pudo bastante.

Se logró reestructurar en un 99% la deuda externa en manos de bonistas privados que, como ya sabemos, dejó el gobierno de Cambiemos.

En materia sanitaria logró evitar el colapso del sistema y no hubo ciudadano o ciudadana que no recibiera la atención adecuada en caso de enfermar de COVID o cualquier otra patología. 

Para ello se construyeron 12 Hospitales Modulares de Emergencia que permitieron ampliar en 840 las camas de internación y ofrecer atención las 24 horas para fortalecer el sistema de salud ante la pandemia. 

Transfirió ingresos y sostuvo el empleo implementando los ATP y el IFE (lamentablemente discontinuado) entre otros programas de asistencia, que obviamente siempre resultan siempre escasos ante la magnitud de la crisis. 

En materia previsional la jubilación mínima luego de perder 20 puntos de poder adquisitivo durante el macriato, a partir del gobierno de Fernández superó levemente a la inflación y para consolidar la mejora, se restaurará a partir de marzo del año 2021 el cálculo trimestral de actualización sujeto a la fórmula que se utilizara en los gobiernos de Cristina Kirchner , fórmula que permitió en su momento una recomposición del poder adquisitivo de jubilaciones y pensiones del 25% mientras estuvo en vigencia hasta el año 2015. 

Respecto al tema salarial tal vez se ubique la mayor deuda del nuevo gobierno. Mientras la inflación en el lapso setiembre del año 2019 – setiembre del año 2020 alcanzó el 36,8% el salario creció un 31,8%. ( gráfico)

Por otra parte, los números oficiales dicen que a septiembre la remuneración nominal bruta promedio de 5,8 millones de trabajadores privados formales fue de $ 64.700 y se reduce a $ 53.700 con los descuentos de jubilación y salud. En tanto la mitad o 2,9 millones de los asalariados privados percibió menos de $49.500 brutos, o $41.000 netos tras las retenciones de salud y jubilación. 

De acuerdo al INDEC, la línea de pobreza marcada por la canasta básica familiar (matrimonio y 2 hijos) se ubicó en septiembre en 50.000 pesos. Como puede apreciarse los salarios efectivos y el plus de asignación familiar de un amplio número de trabajadores registrados con 2 hijos ya no logran alcanzar el valor de una canasta básica de pobreza. 

No es de extrañar entonces que la pobreza haya trepado al 45% y la indigencia ya impacte sobre el 10% de la población, producto del aumento del desempleo que se ubica por sobre el 15% y los magros ingresos familiares efecto fundamental del deterioro del salario. 

De cara al año 2021 el gobierno se prepara para iniciar un ciclo de crecimiento económico sostenido de más del 5% del PBI. Para lograrlo es necesario mejorar salarios que explican el 85% de los ingresos familiares y que son a su vez motor del consumo doméstico, que a su vez es responsable del 70% del crecimiento económico. 

No hay crecimiento económico sin salario y eso el Gobierno nacional lo sabe y seguramente habrá de impulsar una robusta política de recuperación de ingresos populares a partir de la pos – pandemia, que nos aleje tanto de la pesadilla del COVID cuanto de la catástrofe socioeconómica heredada del macriato donde, hay que recordarlos, en tan solo cuatro años los salarios perdieron 22pp. de poder adquisitivo real.

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