12/20/2020

laika



La Tecl@ Eñe entrevistó al poeta Julián Axat quien en el año de la peste mundial escribió y publicó el libro de poemas Perros del Cosmos, poemario situado en la carrera espacial desarrollada entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica en las décadas del 50, 60 y 70 del siglo pasado. Un libro elaborado a través de la investigación de documentos de archivo que intenta devolverle el aura a una constelación de sintagmas a través de pequeños destellos del decir, y que representa la recreación de una tensión entre la épica espacial y el infortunio de una humanidad altamente sofisticada pero existencialmente desesperada.


Por Conrado Yasenza
(para La Tecl@Eñe)



–Conrado Yasenza: En primer lugar, por qué la elección como corpus temático del libro, la carrera espacial llevada a cabo entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de Norteamérica. ¿Qué relación se puede establecer, si se puede, entre la epopeya de esa carrera situada durante la Guerra Fría y la expansión cultural de esa experiencia/acontecimiento?

– Julián Axat: Bueno, el libro es una continuidad de mi libro anterior “Cuando las gasolineras sean ruinas románticas” (2019), en el que trabajo la cuestión de las épicas y de cierta cuestión posapocalíptica de la búsqueda generacional de mis padres, en función de la idea de ruinas (el romanticismo gira en torno a la idea de ruina y poesía).

En la búsqueda de esos vestigios Perros del Cosmos, nació principalmente de la reescritura de un poema del poeta nicaragüense asesinado Leonel Rugama (La tierra es un satélite de la luna, de 1961) y de un extraña frase de Henry Kissinger con la que se abre el libro. Esta última la encontré de pura casualidad hojeando materiales de ciencia política, en la que se habla de un misterio de “lo no dicho” de la guerra espacial y atómica entre potencias, que era determinante para la estrategia diplomática enfrentada; y del profundo cambio cultural global posterior a la segunda guerra mundial dado por dos hechos: la fisión del átomo y sus consecuencias (Hiroshima y Nagasaki). Pero también en la utilización de cohetes de largo alcance y la posibilidad de trasladar seres vivos al espacio, la investigación y colocación de satélites. Y con esto último, el salto comunicacional de la TV, la Radio, etc.

En la década del 50/60 esos cambios tecnológicos fueron los que produjeron un mundo nuevo, y también una contracultura sobre el concepto de “nuevo hombre”. Es lo que algunos llaman el “movimiento del potencial humano”, del que no podría desprenderse la figura de Guevara, como la más representativa. Pero también hay otros. Yo creo que en esos cambios también se forjaron (en las nuevas mentalidades) las radicalizaciones políticas o las llamadas modernizaciones. Lo que muchos sostienen que se trata de la crisis de legitimación del capitalismo tardío, basados en las crisis de los sistemas de religión de occidente, y que –incluso al día de hoy- se sostiene no se pudo llenar.

Quizás Kissinger con “lo no dicho” de la guerra espacial y atómica entre potencias tiene que ver con eso. Con una crisis de representación basada en la idea de que la satelización y las telecomunicaciones que comienzan a penetrar en los hogares y en las mentes, y cambian todos los parámetros de la subjetividad moderna conocido hasta entonces.

En el libro poetizo los montajes del Vostok y Apolo 11 como dos épicas contrapuestas que hablan de lo mismo de ambos lados del muro, y que tratan de completar la experiencia de una “nueva era”.

-CY: La era de una imagen puede más que mil palabras…

-JA: La “imagen”, el imaginismo, la “crisis del homo sapiens” es en las palabras. Ya nadie cree en las palabras, si no lo ves no es. Si la llegada del primer hombre al espacio es la Radio; la llegada del primer hombre a la luna, es la TV. La imagen trucada o verdadera de Neil Amstrong colocando una bandera que flamea en la luna. Y millones de espectadores del mundo aceptando la llegada de la nueva era. Kissinger habla de lo que ayudó a inventar.

La historia de mis padres es la historia de esas experiencias y descubrimientos que a mi generación le vinieron dadas. La búsqueda del cielo por asalto, es también la búsqueda de las estrellas, su muerte y lo que queda de luz viajando en el tiempo.




Neil Armstrong, 1969



-CY: En el prólogo su autor escribe que hay quienes definen este libro como una suerte de poesía archivística o documental. ¿Está de acuerdo con esta apreciación, y de estarlo, podría explicar ese concepto?

-JA: Sí, Emiliano Tavernini es el autor del prólogo, que señala acertadamente que mi método de escritura fue similar al utilizado en el libro Musulman o biopoética (2013) en el que trabajo en función de un archivo, en aquel momento de expedientes judiciales de adolescentes a los que yo defendía cuando ejercía como defensor penal juvenil. Aquel libro implicó decostruir una maraña de sintagmas para dar con una suerte de “lenguaje maldito” del mundo de la minoridad del que habla Jean-Paul Sarte en su gran “San Genet”, “el mal sobre las ruinas del bien”. La poética del archivo desempolva esos lugares y los trabaja formalmente. 

Trasladado al mundo de la poesía sobre la épica espacial, mi idea fue bastante similar, buscar en restos archivísticos documentales de –por decirlo de algún modo- chatarra espacial (discursos, noticias, rumores, curiosidades, imágenes, propagandas) un esquema formal para la escritura de poemas que surgieran bajo un tipo de procedimiento que devolviera cierta aura.

Te voy a dar un ejemplo: la palabra “Laika”, que designa a la legendaria perra espacial rusa, y que se encuentra gastada por el tiempo y el uso de la referencia, devolverle el aura a través de pequeños destellos del decir. El desafío fue rescatar cada elemento y devolverlos a la vida: cosmonauta, Gagarin, Ciudad de las Estrellas, Vostok, Apolo, simio Ham, Amstrong, Luna, cráter, etc. 

Hay palabras que no necesitan renacer con estos experimentos, porque el tiempo y la política les devuelve el aura: “Sputnik” es la etiqueta en el frasco de la vacuna que nos va a salvar del coronavirus. O dicho de otro modo, la nueva nave espacial que demuestra que en la nueva carrera, Rusia avanza a pasos agigantados.

Por último, me impresionó mucho saber que la hija de la cosmonauta Tereshkova, Alyonka, fuese una médica rusa muy involucrada en los temas del coronavirus. Por eso le dediqué un poema “la hija de las estrellas”. Hay como una conexión bastante evidente entre los personajes y la coyuntura actual.




Laika en el Sputnik 2, 1957


-CY: ¿Se trataría de abrir el dato histórico y periodístico al lenguaje poético?

– JA: Claro, el leguaje fósil del periodismo, de sus clichés, fakes, de los encriptados lenguajes técnicos. Pero también de las habladurías en las redes. Volver a las fuentes en los archivos del pasado y hurgarlos a través de la palabra poética. Sacar el objeto, la chatarra de la coyuntura y fabricar un poema a través de la reliquia. Devolverle el aura en imagen-tiempo, y producir una experiencia.

Hace poco los diarios publicaron la siguiente noticia: “Un ekranoplano se quedó varado en el mar Caspio”, el ekranoplano es una suerte de aliscafo que inventaron los Rusos en la guerra fría para lanzar misiles desde el océano. La noticia los mostraba con la curiosidad al estilo revista “Muy Interesante”, lo que motivó un poema que no incluí en Perros, y que podría haber estado tranquilamente. Se titula El monstruo del caspio. Y dice así:

El ekranoplano como madre antigua/ que todavía puede parir/ fue a desovar sus huevos a una playa desierta/ y allí quedó encallado/perdiendo la respiración poco a poco/ Inmenso al ojo como el Leviathan de Hobbes/ o como las estatuas de Lenin y Stalin también encalladas/ en la playa desierta de la Historia…


-CY: ¿Hay una intención en el libro de darle voz, o de ponerse en el lugar de esa voz, a otras poéticas, como en el caso de Spoon River, la antología de Edgar Lee Masters?

– JA: Si, sigue esa misma idea que está en todos mis libros anteriores. Tanto en Medium (2005), como en Musulman y biopoética (2013) trabajo con la hipótesis del espiritista. Como en el viejo romanticismo, los muertos y los fantasmas hablan a través de la figura del poeta.

En La Plata Spoon River (2014) está demasiado en evidencia, porque siguen el método del epitafio de Lee Masters, y los muertos hablan para contar una historia que no pudieron contar cuando vivos, por alguna clase de injusticia.

En el caso de Perros, hablan los cosmonautas y el poeta Leonel Rugama, asesinado a los 20 años por las bandas de Somoza en 1970. Es una invocación a su espectro para que siga escribiendo “la tierra es un satélite de la luna”. Todos los poemas siguen el método Rugama: “El Apolo 2 costó más que el Apolo 1/ el Apolo 1 costó bastante…”. Un método bastante matemático (Rugama era profesor de matemática); porque si vos te fijas, cada verso y cada estrofa de Perros, intenta jugar con ese sistema de adiciones y sustracciones: “Albert II fue el segundo mono en el espacio/ & murió al instante de estrellarse la cápsula/ Albert III murió a 10ks de altura…”.




Leonel Rugama, poeta del cosmos



-CY: ¿Cómo fue el proceso creativo de gestación de Perros del Cosmos?

– JA: Ocurrió durante los primeros tiempos de la cuarentena, bajo “el efecto astronauta” que tiene la cuarentena: estar metido en tu casa, aislado, buscando provisiones de vez en cuando…

Después, ciertas obsesiones con la literatura de ciencia ficción: Julio Verne que me trasmitió mi abuelo paterno Carlos Axat, que decía que se podía viajar por el mundo encerrado en tu casa viendo solo mapas y estudiando.

Durante el aislamiento vi muchas películas y documentales de ciencia ficción, ordené material de revistas, archivos de noticias y libros específicos que conseguí sobre el tema espacial.

Perros está escrito luego de recoger bastante material sobre carrera espacial, y procesarlo y pasarlo por el método Rugama, que del poema. El resto final, o lo que queda en el poema. Mi idea era que ese resultado pudiera leérselo a mi hija Matilda de 10 años, y le encantasen. Todas las noches se los leía, si no los entendía, no le gustaban, entonces tenía que reescribirlos. Esa era mi prueba. El procedimiento de obtención de un aura. Cuando se reía y divertía con ellos, entonces ahí estaba el poema.

-CY: ¿Hay un continuidad entre sus anteriores libros y éste, o Perros del Cosmos conforma una suerte de ruptura con su poética?

-JA: No diría ruptura, hay líneas de continuidad como ya indiqué, y de ciertos cambios de registro. Trato de investigar nuevas experiencias con el lenguaje. O con la idea de introducir imágenes, evitar la referencia directa a esa imagen. El riesgo de trabajar con noticias y documentos, es quedar en una poesía de coyuntura. El desafío es superar eso. Después hay una continuidad en una línea o tradición de lectura/escritura.

Retomo acá mucha poesía de ciencia ficción. La de Bradbury (que es poco conocida, Bradbury era un también un buen poeta). Pero también la poeta española Ana Tapia (su libro “Las ovejas radioactivas de Kolyma”, es primo hermano de mi Perros). Y en una tradición local que va desde Juan Jacobo Bajarlía (poeta y traductor, amigo de Pizarnik que tiene unos poemas de ciencia ficción increíbles), y –no puedo dejar de mencionar- “La habitante del cometa 67/p” del recientemente fallecido Alberto Szpunberg, a quien le hago explícitamente cierto homenaje.

-CY: Hay en el libro una intención, más allá del trabajo sobre la carrera espacial, de poner en una suerte de simetría histórico/poética otros procesos sociales? Pienso en el feminismo y las militancias, la relación de la literatura con los procesos de emancipación política, social y cultural.

-JA: Si claro, la carrera espacial es una excusa, debajo está el mundo de los sueños y las grandes transformaciones abortadas. La tecnología en vez de venir a liberarnos, vino a generar el control sobre nuestras mentes y cuerpos. Como dice el cineasta Adam Curtis en su opus “Hypernormalisation”: la conquista de la luna, fue finalmente la de una racionalidad instrumental que la eclipsó. De la misma forma, el poema de Rugama “la tierra es un satélite…”, el poeta se pregunta si toda la inversión en gasto militar/espacial en la NASA no bastaría para sacar al tercer mundo de la miseria. Entonces ¿Para quién es la luna?



Valentina Tereshkova y su hija Alyonka Tereshkova


Estoy hablando de la generación de mis viejos y de sus padres, sin tener que hablar de su proceso de enfrentamiento y radicalización política, o bien de la derrota. ¿Qué generación sueña más que la otra? ¿Hay derrotas que impiden pensar en las estrellas como lugar de la esperanza?

El poema “la tierra es un satélite del Sputnik”, que reescribe aquel de Rugama, intenta hablar de todo eso, cito un fragmento: Mis abuelos soñaban sin esfuerzo alguno/ & lo hacían más que lo que hoy sueñan mis hermanos /Mis abuelos –diría– que murieron soñando/ mis padres soñaban también sin esfuerzo/ e incluso más de lo que soñaban mis abuelos/Hoy mis hermanos ni siquiera sueñan/ mis padres –diría– fueron asesinados soñando (…)

-CY: ¿Qué representación simbólica suponen esos simios del espacio y perros del cosmos ante una humanidad altamente sofisticada pero existencialmente desesperada, citando uno de sus versos?

-JA: El libro presenta la tensión de figuras temáticas. Dos tipos de propaganda de Estado, que son a su vez como una tensión entre la poesía de Whitman y Maiakovski. Pero también figuras temáticas, las “chatarras espaciales”, tales como los perros/simios, cosmonauta/astronauta, en la que se juegan dos épicas diferentes a dos lados del muro, en tanto seres vivos transportables a través de la tecnología. También aparece la diferencia entre los ingenieros espaciales, que fueron figuras extraordinarias, como los mitológicos Koriolov o Wernher Von Braun. ¿Qué les exigía el sistema? Después la tensión mujeres/hombres del espacio, y las luchas de las mujeres como Valentina Tereshkova que mostraron al mundo el lugar de la mujer como pionera (el libro es también un homenaje a las mujeres luchadoras). 


Elon Musk

Todas estas figuras temáticas que marcaron a toda una época, son las piezas de museo que permiten reflexionar -de otro modo- sobre el desmoronamiento de un esquema geopolítico, con impacto en las formas de pensar actuales. La sofisticación tecnológica es el proyecto Space X y el estrafalario Elon Musk. La tercerización de la NASA en un conjunto de corporaciones que hacen de la épica un negocio de la llegada a Marte en 2024. La muerte de las estrellas como sueño.

-CY: Me gustaría profundizar en la figura de Ana Diego y la relación muerte/desaparición física que se establece en el poema Hermanas Asteroides.

-JA: El poema es un homenaje a nuestra desaparecida astrónoma, y a su asteroide nominado en 2013, por la asociación astronómica internacional. La historia de ese poema viene a cuento de una anécdota que me conto un amigo astrofísico, sobre la increíble cercanía entre el asteroide Ana Diego y el Sharon Mc Auliffe, en homenaje a la maestra astronauta que murió con la explosión del transbordador Challenger en 1986.

La nominación de cuerpos celestes, constelaciones, cometas, planetas, asteroides y cráteres, siempre fue un hecho semiológico poético maravilloso. Desde las nominaciones griegas hasta las árabes, persas, mayas, hasta las actuales; el sistema de nomenclatura astronómica me parece un hecho fascinante. Como es fascinante la literatura de Stapledón, Swedenborg, Lem, Clarke o Carl Sagan. Hoy cada científico más o menos importante, los astronautas, llevan su nombre en un asteroide o cráter en la luna.




Ana Teresa Diego, militante comunista y estudiante de astronomía, detenida/desaparecida el 30 de septiembre de 1976.

La idea de nominar esos cuerpos con los nombres de nuestros desaparecidos, al estilo Ana Diego, me parece una idea brillante para que la Asociación Astronómica Argentina, lleve algún día al seno de la Asociación internacional. Prefiero recordarlos en los astros, antes que los fríos monumentos de nuestro planeta.

-CY: Una pregunta final: ¿Cree usted que en el universo del registro periodístico actual falta poesía?

-JA: Bueno, la poesía es una forma de pensar, actuar, escribir, reencantar. Excede al hecho periodístico en sí, y a su profesión como ejercicio instrumental. Como decía en un comienzo, el mundo periodístico se ha convertido en el mundo de la pérdida del aura en las palabras: los lugares comunes, los clichés, el copy paste, la basura de las redes… La guerra contra los clichés puede venir del campo de la poesía. Como un préstamo, nomás… Eso sí haría bien al periodismo. La poesía descoloca y transforma el lenguaje en el que uno está inmerso. En nuestro país, grandes periodistas fueron extraordinarios poetas. Pienso en Bustos, Gelman, Santoro, Urondo, Szpunberg… En esa tradición podríamos pensar la necesidad de la poesía en el periodismo.

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