La renovación de la Corte, la primera gran reforma encarada por Néstor Kirchner
Uno de los primeros frentes que decidió atacar Néstor Kirchner fue el fuerte desprestigio de la Corte Suprema de Justicia, que durante los `90, se había ganado el mote de Corte "adicta" al poder, por ser funcional por más de diez años al menemismo y a los grandes intereses económicos.
Fue así que, durante un discurso transmitido la noche del 4 de junio de 2003 por cadena nacional, el presidente Néstor Kirchner pidió enérgicamente al Congreso Nacional que pusiera en marcha la herramienta del juicio político contra algunos miembros del máximo tribunal, integrantes de la “triste y célebre mayoría automática".
"Pedimos con toda humildad, pero con coraje y firmeza, que los señores legisladores, que el Congreso de la Nación, marquen un hito hacia la nueva Argentina preservando a las instituciones de los hombres que no están a la altura de las circunstancias", aseveró en esa oportunidad el entonces mandatario.
En ese marco, aseveró que no quería "nada fuera de la ley" sino utilizar los "remedios de la Constitución" para "cuidar a la Corte Suprema como institución de la Nación, de alguno o algunos de sus miembros, la tristemente célebre `mayoría automática`".
Así fue que el Congreso avanzó con el juicio político contra Julio Nazareno, ex titular del Máximo Tribunal, quien decidió renunciar a su cargo cuando vio la inexorable camino que tomaba el proceso iniciado en su contra frente a la inminente aprobación de su acusación en el recinto de la Cámara de Diputados.
Un mes y medio más tarde, la CámaRa baja aprobaba en el recinto la acusación por "mal desempeño de sus funciones" contra otro de los integrantes de la denominada "mayoría automática", Eduardo Moliné O`Connor, quien aseguró que no renunciaría a su cargo y que enfrentaría el proceso.
De hecho, el 3 de diciembre de 2003 se convirtió en el primer juez de la Corte Suprema de Justicia en ser destituido por el Senado de la Nación.
Una suerte similar corrió el también ministro Antonio Boggiano, quien fue destituido en el 2005 por el Congreso, mientras que Adolfo Vázquez y Guillermo López optaron por seguir el camino de Nazareno y renunciaron a sus cargos cuando vieron que los procesos en su contra tenían un final inevitable.
Más allá del histórico cambio que significó esta decisión de terminar con una Justicia funcional a los intereses políticos y económicos, Kirchner impulsó además un innovador sistema para la selección de nuevos jueces, signado por la transparencia y la participación de la ciudadanía.
Fue así que, a través del Decreto 222/03, fijó autolimitaciones a la atribución del Poder Ejecutivo para la selección y designación de nuevos integrantes de la Corte Suprema de Justicia, ordenó la publicidad de sus antecedentes, instauró la posibilidad de que los ciudadanos pudieran presentar objeciones a su candidatura y dispuso la realización de audiencias públicas para que los propuestos pudieran responder preguntas.
Bajo esta nueva normativa, fueron designados ministros Eugenio Zaffaroni, Elena Highton de Nolasco, Carmen Argibay y Ricardo Lorenzetti, quien fue elegido luego por sus pares para encabezar el nuevo Máximo Tribunal.
En tanto, en noviembre del 2006, Diputados convirtió en ley un proyecto que había sido impulsado en el Senado por Cristina Fernández de Kirchner para reducir de nueve a cinco los miembros de la Corte y volver así a la composición que había tenido el cuerpo hasta 1990, cuando el ex presidente Carlos Menem amplió su integración y conformó lo que luego sería la "mayoría automática".
La misma norma estableció que, desde su entrada en vigencia, la cantidad de miembros del Alto Tribunal se reducirá transitoriamente a siete y no cubrirá las vacancias que eventualmente se produzcan hasta llegar a los cinco miembros.
A las renuncias de Nazareno, López y Vázquez, y a las destituciones de Moliné O`Connor y Boggiano se sumó luego la jubilación de Augusto Belluscio, con lo cual la Corte actualmente tiene siete miembros: Lorenzetti, Highton de Nolasco, Zaffaroni, Argibay, Juan Carlos Maqueda, Carlos Fayt, Enrique Petracchi.
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