Brasil: Reflexiones sobre las elecciones de 2020
Raul Pont
Es demasiado pronto para una evaluación completa de las elecciones municipales de 2020, pero algunos componentes de cualquier análisis serio ya son visibles. Los enumeraremos sin que el orden desarrollado signifique una jerarquía de importancia o causalidad.
Los datos electorales conforman un importante marco de referencia para el análisis global siempre y cuando tengamos cuidado de poner en perspectiva la particularidad de las elecciones municipales en un país donde la dimensión- entre ellos - de los municipios es abismal. De los más de 5.500 municipios brasileños, la inmensa mayoría tiene menos de 10.000 habitantes. Sólo un centenar, entre capitales y grandes ciudades, tienen elecciones a dos vueltas. La población de la ciudad de São Paulo, a su vez, supera los 12 millones de habitantes, cifra superior a la mayoría de los Estados del país.
O sea, el número de municipios solamente no es el mejor indicador para evaluar los resultados, aunque es el favorito de los medios para decir quién “ganó” o quién “perdió”. Principalmente, afirmar que el “PT fue el gran perdedor”, o esa columna de renta que en cada elección dice: “¡el PT se acabó!”
Un criterio más objetivo es sumar los votos recibidos por los partidos y, aun así, hay que relativizar el número de municipios en los que el grupo de partidos puede presentar candidatos, en un país dominado por la pandemia del Covid-19 y la pandemia de prejuicios, la intolerancia y las fake news, que en los municipios pequeños y medianos aterrorizan a afiliados y partidos de izquierda con persecuciones, despidos y vergüenza por la criminalización de la política y la liviana acusación de “corrupción” y “desintegración del país por PT ”.
En esta elección, no fue pequeña la incidencia de la crisis de sanitaria para la distribución de fondos de emergencia a los municipios por parte de la Unión. Se distribuyeron más de 50 mil millones de reales a los municipios con enorme fragilidad de control. El estado de calamidad pública permitió a los alcaldes eliminar licitaciones, facilitar la toma de precios, etc. La prensa, a diario, señalaba irregularidades en todo el país. La reelección estuvo fuera de la media. ¡Más del 60% de los alcaldes han sido reelegidos!
La disputa política en estas condiciones depende menos de los partidos y más del peso social de los Leones, Rotary, Masonería, clubes sociales y deportivos (incluyendo de tiro), asociaciones comerciales e industriales, iglesias, estaciones de radio. Allí se reclutan candidatos que se presentan sin un perfil de partido ideológico y programático claro. Viviendo o siguiendo la política en pequeños municipios, uno puede tener una idea de la vergüenza, intolerancia y prejuicio que crean los medios de comunicación, las fake news en las redes sociales y la intolerancia en los cultos religiosos.
Sin esto, ¿cómo explicar, por ejemplo, que en Río Grande do Sul, en 2018, el capitán Bolsonaro y su partido, el PSL, obtuvieron una abrumadora mayoría de votos, y ahora esa mayoría de votos ha vuelto a “11” y “15”? Fue para el PP y el MDB, victorias récord en los pequeños municipios de Rio Grande do Sul, más por la implantación social que por una opción programática consciente. Por cierto, PP y MDB son los partidos con mayor número de parlamentarios, ejecutivos y funcionarios acusados, juzgados y detenidos por corrupción. Pero, por la complicidad de los medios de comunicación, siguen siendo “partidos honrados”.
Valorar el resultado por el número de votos obtenidos es más objetivo que el primer criterio. En este sentido, MDB y PSDB, en comparación con 2016, perdieron 4 y 7 millones de votos, respectivamente. El DEM crece 3 millones de votos y logra importantes victorias en Salvador, Río de Janeiro, Florianópolis y Curitiba y se va con el bankroll de los que más crecieron. Incluso la pérdida de votantes del PSDB se compensa con la victoria en São Paulo, Natal y Porto Velho. MDB gana en cinco capitales: Teresina, Boa Vista, Porto Alegre, Goiânia y Cuiabá.
Este es el bloque neoliberal de centro derecha que apoya la política del ministro Guedes pero no le gusta Bolsonaro a pesar de haberlo elegido. Aun así, fue el principal beneficiario de las elecciones de 2020.
El “Centrão”, el centro fisiológico, está siendo absorbido por el gobierno con cargos y presupuesto - aunque el capitán “odia a la vieja política” - pero su fidelidad a cualquier gobierno depende exactamente de la política de clientela y de los beneficios del gobierno. PP y PSD crecieron en más de 2 millones de votos respecto a 2016, al igual que AVANTE, que aumentó sus votos en 1,4 millones. El resto, PL, PROS y SD se mantuvo en los niveles de 2016, mientras que el PTB, bajo la dirección del nuevo converso al bolsonarismo, Roberto Jefferson, perdió 1 millón de votos.
¿A dónde va este bloque? ¿Sustentará a Bolsonaro hasta el final? Esta contradicción en el fisiologismo es difícil de descifrar. Seguramente se inclinarán por quien ofrezca más. Mientras tanto, las relaciones viscerales con Bolsonaro y la pauta neoliberal los llevan a apoyar al gobierno, sin importar cuán malo sea el costo para el país.
El bloque de centro izquierda tan deseado por Ciro Gomes no salió bien. Su partido, PDT, perdió más de 1 millón de votos, PSB bajó 3 millones, REDE, muy pequeña, encogió 600 mil votos y Cidadania se mantuvo al mismo nivel que en 2016.
La victoria en algunas capitales, sin embargo, dará visibilidad y un importante carácter simbólico para las próximas luchas y disputas electorales por el efecto demostración en las capitales. Victorias en Fortaleza y Aracaju (PDT) y victorias en Recife, y Maceió (PSB) ayudan a romper el hegemonismo derechista del marco electoral que surgió en 2016. Asimismo, dan aliento a un proyecto como lo quiere Ciro Gomes. Un bloque que parezca progresista sin izquierda y sin democracia interna, basado en el caudillismo donde los partidos son solo puntales.
El bloque bolsonarista, en comparación con 2016, creció: Republicanos (1,2 millones), PSL (2,5 millones), Patriotas (1,5 millones), PRTB (500 mil) y PSC (300 mil) pero resultados que parten de niveles muy por debajo del bloque neoliberal. Pero la pregunta se impone: ¿con o sin Bolsonaro? ¿Con qué programa, con qué cohesión pueden presentarse a la sociedad como alternativa?
El capitán salió derrotado en el proceso. No consiguió organizar un nuevo Partido. Dividió a la mitad la sigla que utilizó en 2018, perdió el discurso anti político y se rindió a la “vieja política” al buscar el Centro fisiológico y corrupto del gobierno. No ganó a las FFAA para impedir los procesos judiciales contra sus hijos. Cada vez es más evidente su responsabilidad en el genocidio de la pandemia, que camina a las 200.000 muertes en el país.
Sin embargo, la política ultra liberal que mantiene el ministro Guedes, la tutela de las FFAA por la connivencia de la reserva y el silencio de los activos, la complacencia de la Justicia y la complicidad dosificada de los medios de comunicación son suficientes para mantenerla con fuerza o incluso como alternativa en caso que la clase dominante no construya una mejor salida.
Parece que el justiciero Moro ya fue, como buen mercenario, al servicio de los viejos y nuevos señores, pero siempre con el faro de los buenos negocios personales. Ahora, cuidado, siempre es posible crear un ““increíble Hulk”, que aparezca como un nuevo salvador, distribuyendo casa, estufa y refrigerador para todo el mundo a través de TV Globo.
El campo de izquierda, PT, PcdoB y PSOL no logró traducir las grandes manifestaciones de 2019 en defensa de la legislación laboral y de seguridad social, educación y salud pública, resistencia democrática y contra el racismo en crecimiento electoral en esta elección. El PT mantuvo su base de votos de 2016 con escaso crecimiento (6,9 millones), PSOL también mantuvo sus votos (2,2 millones) y PcdoB sufrió una fuerte pérdida, manteniendo 1,2 millones de votos.
El aspecto positivo fue la recuperación de la capacidad de disputa en las capitales y grandes ciudades con más de 200 mil votantes. Derrotas del PT en Recife y Vitória, del PcdoB en Porto Alegre y derrota del PSOL en São Paulo, en la segunda vuelta, con niveles del 40% de los votos, retoman espacios ya logrados en victorias anteriores y reposicionan a estos partidos en la disputa política.
El triunfo del PSOL, en alianza con el PT y el PcdoB, en Belém, una de las grandes capitales del norte, servirá de reflejo del comportamiento futuro de estos partidos, en la búsqueda de una acción unitaria.
Al competir en otras 15 grandes ciudades, en segunda vuelta y ganar en cuatro de ellas: Contagem (MG), Juiz de Fora (MG), Diadema (SP) y Mauá (SP), el PT recupera también un importante espacio entre estas ciudades- polos o ciudades industriales en regiones metropolitanas donde el efecto demostración es poderoso. Los dos de Minas Gerais son más grandes que siete capitales de los estados menos poblados. En los municipios con más de 500 mil votantes, el PT fue el partido más votado para las legislaturas municipales.
Un balance de este bloque político sobre el proceso electoral necesariamente se reflejará sobre esas experiencias y resultados. No hubo una fuerte inversión nacional previa en la constitución de un frente de izquierda electoral en todo el país. Prevaleció la iniciativa y la situación específica de cada Estado y las relaciones existentes entre los partidos y con los sectores sociales más organizados.
Después de varias alianzas comprobadamente positivas, la evaluación lleva a la urgente necesidad de avanzar en esa dirección. Si no hay obstáculo, un impedimento de principios, es imperativo que avancemos y lo hagamos una política nacional para este bloque de partidos. Más que eso, debemos extender este diálogo a los partidos que reclaman el socialismo (PSB) y del trabalhismo (PDT) para incorporarlos a este debate. También hay un rico proceso de organización de otras fuerzas políticas en el campo de la izquierda, sin representación parlamentaria, pero en implementación y con vida real en los movimientos sociales del país. Es deber de nuestros partidos reconocerlos y convocarlos a la construcción común y la lucha unificada
Los cambios en la legislación electoral y partidaria con el fin de las coaliciones proporcionales y la creciente cláusula de desempeño ya vigente hacen muy difícil la construcción y la ocupación de espacios políticos por nuevos partidos. Ningún esfuerzo, ninguna lucha, ningún voto se puede perder ante los conflictos y contradicciones que se avecinan.
La lectura de los acontecimientos en estas elecciones apunta de forma unívoca a la construcción de la unidad permanente de estas fuerzas políticas para hacer la lucha cotidiana por las demandas populares y enfrentar el gobierno genocida, entreguista y explotador de Bolsonaro.
Esta es la principal lección que se puede aprender de las elecciones municipales. Aislados o divididos, no tendremos oportunidad ni capacidad de enfrentar a este gobierno que sale de las urnas más débil, pero sin la derrota profunda necesaria.
Historico militante de la izquierda brasileña, fue alcalde de Porto Alegre con el PT.
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