10/20/2020

los pueblos están para más

 El día después de un fin de semana agitado. América Latina hoy.


Por Arturo Laguado Duca



¿Qué pasó el fin de semana?

El 17 de octubre pasado se cumplieron 75 años de la liberación de Perón por los trabajadores movilizados. Se suele asociar esa fecha con el nacimiento del peronismo y se la conmemora como El Día de la Lealtad.

Siendo uno de los hitos más importantes -sino el más importante- de la amplia historia justicialista, cada 17 de octubre el pueblo toma las calles para refrendar el pacto de adhesión al movimiento y al líder que lo encarna. En esta ocasión, dado que la pandemia no aconseja la concentración de multitudes, el gobierno propuso un acto virtual a través de una participación masiva vía web.

Sin embargo, el acto no se llevó a cabo. Sea por torpeza del gobierno o por imprevisión -se afirma que un ataque masivo de DoS[1] hizo caer la plataforma- millones de usuarios que trataron de entrar a la cita virtual, no lo lograron. Un papelón que hubiera dejado muy deslucido al presidente. Pero, por esas trampas de la historia que el viejo Hegel llamó las ‘astucias de la razón’, lo que podría haber sido una vergüenza monumental, se transformó en una fiesta con toques épicos.

Cuando los ciudadanos vieron que el ingreso a la plataforma virtual era imposible, se volcaron masivamente a las calles en sus autos (en menor medida, también motos y bicicletas) creando una inmensa caravana que, por dispersa y desorganizada, no fue menos impactante. Es justo reconocer que ese fenómeno nacido de las bases se vio favorecido por la propuesta de Hugo Moyano -entre otros dirigentes sociales- de movilizarse en camión para hacer presencia en las calles y diferenciarse de los sectores más conservadores de la CGT. Pero fue el fracaso de la convocatoria digital lo que impulsó a que miles de personas salieran a derrochar alegría. Como dato anecdótico, no hubo casi consignas contra la oposición destituyente; primando aquellas que asociaban peronismo, felicidad y amor. En resumen, una inmensa reafirmación de lealtad que funcionó como un relanzamiento del gobierno.

Al día siguiente, el domingo 18, el centro de la escena se ubicó del otro lado de la cordillera. En Chile se produjo una inmensa manifestación recordando el primer año de la rebelión iniciada por los estudiantes. Festiva inicialmente, la manifestación fue radicalizándose hasta que la Iglesia San Francisco de Borja, un templo institucional de Carabineros -la fuerza responsable de la feroz represión a los estudiantes- terminó quemada. En todo caso, desde sus reivindicaciones iniciales, el movimiento estudiantil fue sumando demandas y adherentes, hasta exigir un plebiscito para reformar la Constitución. Luego de varios aplazamientos, éste se realizará el próximo 25 de octubre. Las encuestas dan una ventaja abrumadora a favor de modificar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente, la opción más democrática que ofrece la elección[2].

Ese mismo domingo comenzó a llegar la Minga Indígena a Bogotá. La minga, que en este caso refiere a la marcha de distintas comunidades indígenas del sur de Colombia junto a comunidades afro y organizaciones sociales y campesinas, movilizó a más de ocho mil personas para recorrer 600 kilómetros durante cinco días, reclamando por la vida y la paz, por la democracia y el territorio[3]. Es que en Colombia han sido asesinados más de 250 líderes sociales desde la firma del Acuerdo de Paz con la guerrilla en 2016. Más de 50 este año.

También el domingo se conoció la aceptación del tribunal electoral de Ecuador de los candidatos de Unión por la Esperanza (UNES) que representa al correísmo, encabezada por Andrés Arauz y Carlos Rabascall[4], fórmula que había sido impugnada por el movimiento Ahora. A pesar de que aún falta mucho tiempo para las elecciones -se realizarán en febrero de 2021- las encuestas dan muchas posibilidades al candidato del Correa[5].

Aunque con menos impacto en la realidad sudamericana, la pacífica Costa Rica también se sacude. El domingo se confirmó la convocatoria al paro nacional que iniciaría el lunes 19, convocado por organizaciones sindicales en protesta, entre otras demandas, por las intenciones de crear nuevos impuestos y el proyecto de ley para ordenar el empleo público que se tramita en la Asamblea Legislativa[6].

Pero, sin duda, el evento más llamativo fue el resonante triunfo del MAS en Bolivia que, según los conteos rápidos, habría obtenido más del 52% de los votos. La victoria del dúo Arce/Choquehuanca se da en medio de la represión desatada por el gobierno de facto de Añez, a sólo un año de haberse consumado el golpe de Estado.

El día después

Los acontecimientos del fin de semana muestran el resurgir de los movimientos populares en la región. A la victoria del MAS, el voto afirmativo en Chile, la fortaleza del correísmo en Ecuador y las grandes movilizaciones en Chile y Colombia, se suma la muy probable derrota de Trump en Estados Unidos. Todo esto configura un nuevo panorama político en Sudamérica.

Algunas analistas entienden estos cambios políticos en la misma lógica de los ocurridos durante la década del ’30: como un efecto secundario de la crisis económica, tal vez más intensa hoy que entonces, que redundó en el desplazamiento de los gobernantes.

Si bien esta hipótesis es tentadora para el pensamiento economicista que desdeña la autonomía de lo político, la trasposición de un fenómeno a otro, olvida que todas las movilizaciones que se hicieron visibles el fin de semana del 17 y 18 de octubre, habían comenzado un año atrás. La pandemia sólo significó una pausa en estos movimientos que hoy retoman la calle.

Esa misma capacidad de renacer después de una larga desmovilización permite suponer que estas expresiones no se agotarán velozmente. Más bien obligan a los analistas a repensar sus conclusiones; especialmente a aquellos que pronosticaron un rápido fin de la ola progresista latinoamericana. Lo más probable es que estas movilizaciones continúen, aunque es temprano para afirmar que redundarán en un nuevo mapa geopolítico regional.

En todo caso, hasta el domingo 18 de octubre el gobierno de Alberto Fernández parecía condenado a sobrevivir acorralado en el rincón más austral del mundo. Bolivia cambió el mapa, aunque sea simbólicamente.

En cambio, de confirmarse la tendencia que describimos más arriba, el que quedaría debilitado sería el Grupo de Lima: conformado por un Brasil inestable (y gobernados por un igualmente inestable presidente) aliado a Paraguay, a una convulsionada Colombia y a un oscilante (o tambaleante) Perú. Otro gran perdedor fue la OEA. Resucitada por Trump para usarla como ariete contra Venezuela y Bolivia, el triunfo del MAS la vuelve a hundir en la intrascendencia de los últimos años.

El Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, dijo que la movilización del 18 de octubre fue un shock de energía. La magnífica elección del candidato de Evo Morales en Bolivia -quien tanto debe a la solidaridad de la Argentina de Alberto Fernández- debería funcionar como una dosis extra de energizante.

El regreso masivo de su base social a la calle con determinación -y un poco de desobediencia, pues el presidente pidió no movilizarse- significó un apoyo contunde para Alberto Fernández, desafiando la imagen de un gobierno abandonado por sus electores o desgastado por conflictos internos. Igualmente, los sucesos del fin de semana -especialmente la elección en Bolivia- despejan un poco el horizonte internacional, al tiempo que debilita simbólicamente la sensación de ‘ir contracorriente’ en una región virada hacia la derecha. Mas teniendo en cuenta la innegable decadencia de EE. UU. como hegemón mundial, quien ni siquiera logró articular una política coherente hacia el sur del continente.

Los fenómenos ocurridos el fin de semana son, sin duda, un aire para el gobierno. Debería ser, también, una excelente oportunidad para retomar el control de la agenda pública.

Perspectivas

El siglo XXI ha acelerado aún más los tiempos. La restauración neoconservadora acortó sus ciclos y el neoliberalismo tardío demuestra, una vez más, su imposibilidad de legitimarse por el voto popular. Las fake news y el lawfare fueron útiles para debilitar gobiernos; no para sostener sus propuestas excluyentes.

Los eventos del fin de semana pasado constituyen un aliento importante para los proyectos populares en América Latina. Incluso en la muy conservadora política colombiana, el derrumbe del uribismo, sumado al descubrimiento de varias irregularidades en la elección que llevó a Duque al gobierno, fortalece las aspiraciones del candidato de la centroizquierda, Gustavo Petro.

Dadas estas condiciones, no es demasiado ilusorio soñar con la reconstrucción de la Patria Grande a mediano plazo. Argentina, en alianza con México, podría jugar un papel central en esa tarea si toma una posición más definida en política internacional, aprovechando las condiciones que el nuevo escenario parece permitir.



[1] Por sus siglas en inglés, Denial of Service. Normalmente provoca la pérdida de la conectividad con la red por el consumo del ancho de banda de la red de la víctima o sobrecarga de los recursos computacionales del sistema ataca.





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