Al presidente le están respondiendo con el bolsillo
Alberto Fernández estuvo en el coloquio de Idea y les pidió a los empresarios trabajar en conjunto por un capitalismo más solidario. Acá, el editorial de EPD.
Por: Editorial EPD
La IDEA fija del presidente
Alberto Fernández se reunió virtualmente, una vez más, con empresarios argentinos, eso que alguna vez soñamos en llamarle burguesía nacional y que hasta ahora nadie encontró más que en los libros de texto. La ocasión fue el coloquio de IDEA. El presidente es un hombre de fe: convocó a los dueños de empresas a trabajar juntos por un capitalismo solidario. En esta nota podemos encontrar las frases más salientes de su discurso.
Nos interesa rescatar, para un análisis crítico, algunos conceptos vertidos por el presidente en el coloquio, vinculados con su idea de lo que debería ser el capitalismo tras la pandemia:
El diagnóstico: "El capitalismo empezó a tergiversarse el día en que el gerente financiero pasó a ser más importante que el gerente de producción".
La propuesta: "Queremos un capitalismo solidario, que tenga diálogo y donde los mercados funcionen como corresponde".
Algunos aportes teóricos
No es la primera vez que Alberto Fernández habla en esa dirección. Sin embargo, a pesar de la importancia de las cuestiones involucradas, es escaso el debate que han generado sus formulaciones.
Sobre lo primero, cabría preguntarse: ¿es el capitalismo financiero nuestro problema, como sostiene el presidente? El área de Economía Política de Flacso (Basualdo, Azpiazu, Notchef) ha hecho importantes contribuciones sobre la materia, con la tesis de la valorización financiera. Como dato de color, Axel Kicillof fue docente en la maestría de Economía Politica de Flacso y ya desde el Estado, como funcionario, ha recurrido muchas veces al asesoramiento de Basualdo & compañía.
La escuela Flacso tiene una virtud cardinal, que es la abundante producción empírica. Así, ya forma parte de nuestro acervo la relación entre deuda externa y fuga de capitales. En los años 1990, por ejemplo, es impresionante que casi por cada dólar generado por deuda, hay un dólar que en el sector privado engrosa el monto de la fuga de capitales. Esta visión de Flacso, sin embargo, adolece de un problema: la falta de desarrollo teórico en la mayoría de las cuestiones tratadas. Para seguir con el mismo ejemplo, cabe decir que el mecanismo que vincula la deuda externa y la fuga de capitales no es tan clara como plantea la escuela Flacso. Habría que recordar que correlación no es sinónimo de causalidad.
Podemos citar al economista Claudio Scaletta para ajustar la crítica: "A algunos centros de estudios les gusta presentar gráficos que homologan deuda externa con fuga de capitales. Las curvas de estos gráficos son verdaderas, la correlación entre deuda externa y formación de activos externos efectivamente existe, lo que es equivocado es su lectura: no se toma deuda para fugar, lo que en realidad sucede es que es imposible que las exportaciones alcancen para hacer frente a los compromisos externos y además para dolarizar todos los excedentes económicos que genera la economía. Se está frente a un modelo intrínsecamente inviable y que solo se sostiene transitoriamente en los momentos en que hay entrada de capitales, sea por descapitalización pública (privatizaciones), inversiones directas o endeudamiento. De nuevo, el problema no reside en la maldad intrínseca y fugadora de la clase capitalista local, sino en las malas reglas de juego, en todo lo que hace que la moneda local no pueda cumplir con la función de reserva de valor".
El economista Rolando Astarita, desde el marxismo, también nos permite enriquecer el debate. Por un lado, plantea de fondo una cuestión teórica, y es la siguiente: en el sistema capitalista, hay que partir de la explotación del trabajo -y nunca perderlo de vista- como mecanismo para generar riquezas. Por otro lado, los datos que aporta también son interesantes. Citamos algunos para no aburrir: la relación depósitos bancarios / PBI, en Argentina, en 2015, era apenas el 23%. Un nivel menor que el promedio de América Latina. En cuanto al ratio crédito / PBI, en Argentina, era 16%. Más bajo que en el promedio de América Latina, y los países capitalistas adelantados. Además, en los 1980 era el 26% del PBI. O sea, con la burguesía argentina volcando sus capitales al sector financiero, disminuyó el ratio. En lo que respecta al capital accionario, la capitalización bursátil / PBI era, en diciembre de 2015 (o sea, antes de la gran caída de los precios entre 2018 y 2019) de apenas el 18%. En Chile es 112%, en Brasil 46%; en los países capitalistas avanzados es aún mayor. Sobre la deuda pública en manos del sector privado. En el promedio de 2019, el 27% eran tenedores privados. Unos 120.000 millones de dólares de deuda.
¿Y el Estado?
La propuesta esbozada por Alberto Fernández también merece mayor debate y análisis crítico. Dentro del campo nacional y popular, progresista, seguramente hay consenso amplio en la necesidad de establecer un capitalismo más solidario. Se usaron muchas denominaciones (capitalismo con rostro humano) pero todas sintonizan, con sus particularidades, en la misma Idea del presidente. Es que desechada la idea de abolir el capitalismo (en este tiempo histórico), queda la posibilidad de reformarlo. Allí abreva el peronismo, o buena parte de él.
Asimismo, creemos que parte central de la tarea de un líder político es marcar caminos, trazar horizontes, delinear objetivos e ideales a alcanzar. La famosa utopía que sirve para caminar. La lucha política por transformar lo existente se juega también a nivel discursivo, y que haya voces críticas, vertidas desde el poder mismo, es muy importante.
Sin embargo, más allá de esta dimensión simbólica y discursiva, el presidente, como cabeza máxima del poder estatal, debe ser ante todo un hombre de acción, que con una determina visión y concepción, trabaje para transformar y modificar la realidad. Obviamente, siempre encontrará límites, condicionantes, obstáculos e impedimentos. Pero reconocerlos es para quienes comentan la realidad, no para los políticos y menos que menos para quien ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo. Para decirlo brevemente, Alberto Fernández será juzgado por la historia en función de qué políticas y medidas tomó en su gobierno para hacer un capitalismo más solidario, no por sus nobles intenciones.
Un ejemplo más concreto tal vez ilustre mejor lo que aquí se critica. Ayer, en una entrevista al programa Brotes Verdes (C5N), Alberto Fernández se lamentó de que, a pesar de la baja de retenciones, los exportadores de granos y las aceiteras no estaban liquidando divisas como se esperaba. A continuación, enumeró una serie de factores que podían incidir en este negativo desenlace, y en la descripción de cada uno de ellos (sequía en Estados Unidos, por ejemplo), se volvía a lamentar por no poder hacer nada para remediarlo.
Ya hay demasiados actores comentando la realidad. El presidente debe prescindir de esa tarea.
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