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8/23/2020

tiempo bravo


Foto: Julián Álvarez


Lo destituyente y la crítica – Por Jorge Alemán

Jorge Alemán afirma que las críticas hacia el presidente Alberto Fernández, caracterizado de excesivamente dialoguista, no necesariamente ayudan al gobierno a orientarse en acciones más acertadas y firmes, y sostiene que pueden contribuir a un humor social reactivo.


Por Jorge Alemán*
(para La Tecl@ Eñe)



Se viene un tiempo bravo y tormentoso para Argentina. La derecha ultraderechizada sabe que esta terrible Pandemia es una oportunidad que no pueden dejar pasar. Si el Presidente atraviesa el desierto de la Pandemia y el desastre económico, comienza el éxodo de Argentina a una nueva realidad distinta, a un nuevo marco simbólico de la construcción nacional.

Lo cierto es que pertenecemos a una tradición política donde el primer impulso sería enfrentarlos con firmeza. A esto apuntan las críticas a Alberto cuando se lo ve desde un ángulo excesivamente tibio, dialoguista y negociador. Dejo de lado la imaginaria y remanida oposición Alberto-Cristina.

Sin embargo sería un error del gobierno enfrentar al monstruo de un modo especular porque allí nos están esperando. La política se juzga por sus consecuencias y no por sus declaraciones, por críticas que sean. La verdadera arma del gobierno es que el vendaval que se prepara no lo desvíe de su agenda. No me opongo a las críticas al gobierno, lo que me parece al menos discutible es que las mismas sirvan para debilitar al enemigo o que ayudarían al gobierno a orientarlo en acciones más acertadas. En muchas críticas escucho un intento de calmar las conciencias, y que además desconocen que en el mundo entero se prepara la repetición, ahora como farsa, de los totalitarismos del siglo XX. Se prepara no quiere decir que se cumpla, pero el capitalismo ha destruido muchos de los anclajes simbólicos que amarraban a los sujetos a los legados políticos transformadores. Cualquier día podemos despertarnos en lo siniestro, y así como ocurrió con la Pandemia, descubrir como si no lo hubiéramos visto antes que los canallas, los enemigos de todo lo bello y lo justo que hay en los seres humanos están al mando. Muchos me dicen que las críticas que le hacen al gobierno, sin dudas plenas de sentido, son de entrecasa y que nunca serían proferidas en público.

Sin embargo, tengo mis dudas si las mismas no contribuyen a un humor social reactivo. La crítica no siempre es sinónimo de verdad, siempre expresa una ideología sobredeterminada que el sujeto de la crítica desconoce. Especialmente la satisfacción que aporta sentirse afuera de lo que se critica.

El asunto es cómo tratar al enemigo, que ya no es más el adversario. Criticar al enemigo es casi inoperante. De hecho, es más fácil ilusionarse con que criticando a los propios se obtendrá un efecto imposible de concebir, como una mella al enemigo.

Mi apuesta es que, en diagonal a las críticas, es más fuerte un obcecado deseo, una insistencia sin tregua a que la Argentina exista de nuevo abierta a sus posibilidades.

Porque de eso se trata.


*Psicoanalista, escritor y poeta. Autor del libro «Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación». Su último libro publicado es Pandemónium, notas sobre el desastre, ediciones NED.

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