8/07/2020

nuestra estrella se agotó ( y era mi lujo)


Larreta se volvió a meter con la comida de les estudiantes
«Las viandas que reparte el Gobierno de la Ciudad son miserables»


Un grupo de docentes del secundario "Tomás Espora", que vienen entregando desde el inicio de la cuarentena un bolsón de alimentos a las familias de sus estudiantes, vieron sorpresivamente negado su ingreso a la escuela. Frente a esto decidieron repartir casi 200 bolsones en la puerta de la institución.

Larreta no se encarga de garantizar las canastas alimentarias necesarias para los colegios y tampoco permite que les docentes se organicen para ayudar a las familias que están pasando hambre durante la pandemia. Durante julio, el Gobierno de la Ciudad decidió hacer una única entrega de alimentos -modificando el esquema de entrega quincenal que venía sosteniendo- y prometió reforzar la cantidad de productos enviados, algo que -según cuentan familias y docentes- no se cumplió. En el caso del colegio secundario «Tomás Espora», ubicado en el barrio de Liniers, la cosa fue aún más allá y el día de la entrega se hizo presente en la institución un inspector que le labró un acta a un grupo de docentes por incumplimiento del protocolo de seguridad e higiene. Les docentes aseguran que se respetaron todos los cuidados y recomendaciones al momento de realizar cada una de las entregas y piden que se les permita continuar con el esquema de reparto de viandas dentro de la escuela. «Venimos organizándonos con un grupo de docentes que notamos que las viandas que repartía el Gobierno de la Ciudad eran miserables, eran un chiste, y que las familias de nuestros estudiantes, y nuestros propios estudiantes también, estaban y están pasando una situación muy delicada», cuenta Adrián Russo, docente del «Tomás Espora», en diálogo con El Grito del Sur.


Ayer por la mañana se realizó la primera entrega del mes de agosto y cuando les docentes llegaron con todos los alimentos que habían comprado producto del aporte de familiares, amigues y compañeres de la institución, se encontraron con que no podían ingresar. Las autoridades les notificaron que no tenían permitido el ingreso por haber presuntamente incumplido el protocolo de seguridad e higiene y les informó que, en caso de querer continuar con la entrega de bolsones, debían hacerlo en la puerta de la escuela. Los y las docentes acusados no tuvieron acceso al acta y denuncian que se trata de una «maniobra para desarticular la iniciativa solidaria» que venían desarrollando. Por lo pronto, ayer sostuvieron la entrega y llegaron a repartir 187 bolsones de comida.

«Notamos la urgencia y quisimos solidarizarnos y tenderles una mano, porque en esas condiciones no podíamos ni siquiera empezar a pensar en un aprendizaje. Si a vos te falta la comida difícilmente puedas ocupar el tiempo y la atención en las tareas que teníamos pensadas», dice Russo para explicar cómo llegaron a lanzar esta acción. Al principio recibieron ayuda de la cooperadora, pero rápidamente se acabaron los fondos ya que este año, además, el Gobierno de la Ciudad aún adeuda el pago del FUDE (Fondo Único Descentralizado de Educación), que representa hasta el 15 por ciento del presupuesto que manejan las cooperadoras escolares.



El docente cuenta que asisten al colegio estudiantes de barrios muy vulnerables, que venían de atravesar situaciones muy complejas que empeoraron con la llegada de la pandemia. «Tenemos familias donde directamente ninguno trabaja, muchas otras con el sueldo por la mitad, situaciones bastante delicadas, y fue ahí donde vimos la necesidad de tenderles una mano para que tengan garantizadas las cuestiones más urgentes», describe. Esto explica la enorme necesidad de las familias que, a pesar de las dificultades y del riesgo que implica, se siguen acercando a buscar los alimentos.

Si bien aún se desconoce cuándo será la próxima entrega del Gobierno de la Ciudad, los y las docentes ya están evaluando las medidas a tomar. Mientras tanto, continuarán con su objetivo de seguir recolectando donaciones para ayudar a las familias que más lo necesitan garantizando un bolsón de comida con polenta, arroz, fideos, harina, aceite y puré de tomate, entre otros artículos.


«Que nosotros estemos encarando esta iniciativa habla de un claro estado de desidia. Si son los docentes de una institución quienes se tienen que organizar para colaborar con las necesidades básicas de las familias de los estudiantes, queda a la vista de todos que hay un Gobierno (de la Ciudad) que no se hace cargo de la situación, que sigue precarizando la tarea docente y que no paga lo que acordó en las paritarias allá por febrero. Al Gobierno porteño no le interesa la educación pública y mucho menos le interesan aquellos pibes y pibas que asisten al colegio y viven en barrios vulnerables», concluyó Russo.

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