Frente a la amenaza del virus hay quienes se lavan las manos obsesivamente y quienes se encierran en casa a piedra y lodo. La ansiedad parece estar llevándose lo mejor de algunos de nosotros: una familia en Nueva York empacó todo y se mudó a Madrid tras echar un vistazo a la póliza de su seguro médico. Un escritor se enfrenta a una nueva página en blanco. Y 69 países restringieron la exportación de equipo o suministros médicos, algo que preocupa a quienes piensan que la pandemia se enfrenta con cooperación mejor que con competencia.
En ese limbo, rodeados de muros y nacionalismo, en la frontera entre México y Estados Unidos están los solicitantes de asilo. Lejos de sus países y sin forma de que sus peticiones avancen, han quedado al final de la línea para recibir ayuda y solo pueden tomar vitaminas y resguardarse en sus tiendas de campaña.
Pero otros ponen manos y mentes a la obra y encuentran avenidas a veces inesperadas para combatir el virus: unos científicos intentan saber si una vieja vacuna puede proteger a los trabajadores sanitarios. Guayaquil ha decidido aislar los barrios con más contagios. Un equipo de fútbol dejó de dar entrevistas y saludar a los fans cuando aún parecía innecesario. Bogotá implementó una cuarentena que segrega a hombres y mujeres. Los médicos de Nueva York empiezan a cuestionar lo que sabían sobre el uso de ventiladores.
Otros, como el gobierno en Nicaragua, se encogen de hombros y siguen pateando la pelota.
Después de una reunión corporativa de la farmacéutica Biogen al menos 99 personas descubrieron estar contagiadas de coronavirus. Este reportaje rastrea los pasos de quienes, sin saberlo, propagaron el virus en un almuerzo bufet, una celebración de cumpleaños, una fiesta de carnaval.
1 comentario:
Los mayores de 70 tendrán que tener un permiso de circulación para salir de sus casas.
Sin embargo, podrán hacinarse cómodamente en nuestros coqueteos geriátricos, atendidos por médicos y enfermeras que van y vienen hacia y desde sus segundas y terceras ocupaciones en instituciones sanitarias públicas y privadas de nuestra ciudad autómata.
Firmado: Pepe Maceta.
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