Los senadores republicanos que intentaron un último esfuerzo para rebajar la ley de estímulos tenían una grave preocupación: si se aumentaban las prestaciones federales por desempleo, las empresas que dependen del trabajo de bajos salarios podrían tener problemas para persuadir a los trabajadores de que vuelvan al trabajo por una miseria. ¡Oh, qué horror!
Tal como lo formuló de modo inimitable un editorial deThe Wall Street Journal : “Amazon, Walmart, CVS y las empresas de envíos andan tratando de contratar a cientos de miles de trabajadores para arrostrar un aumento de la demanda a medida que se extiende el virus. Muchas están subiendo los salarios, pero ¿cómo se supone que van a competir con trabajadores que pueden quedarse en casa y ganar más?”
Y el Journal avisaba seriamente: “Las prestaciones que se han mejorado caducan a los cuatro meses, pero nos apostamos la pensión de Nanci Pelosi [presidenta demócrata de la Cámara de Representantes] a que los demócratas volerán a pedir una ampliación hasta final del año, tachando a los republicanos de ‘crueles’ si discrepan”.
Vaya, qué clarividente el Journal. Los demócratas deberían, desde luego, aprovechar plenamente esta crisis para llevar a cabo reformas que hace mucho que están pendientes: un recambio más adecuado de los salarios perdidos para los trabajadores despedidos, cobertura plena de desempleo para los trabajadores de “encargos” [“gig workers”], autónomos y otras clases de autoempleo del 1099 [apartado en que figuran en la declaración de la renta norteamericana].
Por lo que respecto a esos pobres de Amazon, Walmart y otras empresas que figuran entre las más lucrativas del mundo y que pueden encontrar más difícil conseguir que los trabajadores arriesguen su vida por trabajos de mierda, hay un remedio que el Journal podrá reconocer como parte de la teoría convencional de la oferta y la demanda: ¡que suban los salarios!
Y que no nos cuenten que esto sería inflacionario. La crisis a la que se enfrenta esta economía es deflacionaria.
La función histórica del subsidio de desempleo no consiste sólo en impedir que los trabajadores ociosos se mueran de hambre sino elevar lo que los economistas llaman el “salario de reserva”, conocido, si no, como sueldo de la desesperación, que los trabajadores se ven obligados a aceptar para sobrevivir.
Y si la crisis del corona eleva esos salarios a 15 o más dólares la hora, será uno de los contados efectos secundarios positivos.
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Robert Kuttner cofundador y codirector de la revista The American Prospect, es profesor de la Heller School de la Universidad Brandeis. Columnista de Business Week, The Huffington Post, The Boston Globe y la edición internacional del New York Times, entre sus libros se cuentan "Debtor´s Prison: The Politics of Austerity Versus Possibility" y “Can Democracy Survive Global Capitalism?” (2018). Su último libro publicado es “The Stakes: 2020 and the Survival of American Democracy”.
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