“La mala vivienda, la alimentación inadecuada y los salarios bajos
tienen tanta o más trascendencia en el estado sanitario de un pueblo,
que la constelación más virulenta de agentes biológicos”.
Ramón Carrillo
Por Mauro Federico:
La máxima conducción política de Argentina sabe que los doce días de cuarentena establecidos por el DNU que modificó sustancialmente las reglas de funcionamiento de todo un país, no serán suficientes para evitar la propagación del coronavirus. Aún las previsiones epidemiológicas más optimistas respecto al alcance de la pandemia son escalofriantes y obligan al gobierno a poner énfasis en la protección de los sectores más vulnerables. Es el conurbano bonaerense, una vez más, en donde se libra “la madre de todas las batallas” que, en esta oportunidad, no es electoral, sino de supervivencia y donde comienzan a aparecer las primeras escenas de barricadas en las rutas y saqueos. ¿Cómo asistir a los millones sin cobertura de salud, ni trabajo formal, ni sustento alimentario para que resistan una cuarentena que amenaza con prolongarse por varios meses? ¿Cuál es el plan para evitar el caos social de un “sálvese quien pueda”? Pasen y lean.
Contar la vida en el conurbano bonaerense no es tarea sencilla para alguien que no lo haya vivido o respirado. El desafío narrativo es aún más complejo si quien pretende contar una historia de marginalidad, desamparo y desigualdad, proviene de las capas medias de la sociedad porteña. Sin embargo, la colega Josefina Licitra logró en su libro Los otros una de las pinturas más fidedignas de ese territorio donde la vida continúa mientras se respira frío, hediondez e incomodidad, en medio de cloacas mal terminadas, curtiembres que no cumplen con los reglamentos ambientales y disputas sangrientas entre los que tienen poco y lo que ya lo perdieron todo.
Este enorme trabajo de investigación periodística con magníficos ribetes literarios –que recomendamos enfáticamente leer aprovechando este confinamiento obligatorio– tiene como epicentro descriptivo el barrio de Villa Giardino, en el partido de Lanús, separado por un muro de un asentamiento donde un puñado de familias sobreviven dentro de un terreno tomado, al que todos conocen como Acuba. El conflicto entre ambos grupos de seres humanos sintetiza el espíritu conurbanense, donde es muy difícil trazar una línea divisoria entre buenos y malos, y muestra imágenes que reflejan la miseria de vivir en un lugar donde no debiera vivir nadie. Este es el marco propicio para que se desate el amargo episodio del asesinato de un joven originado en la disputa entre sectores de clase media derrumbada y los marginales a los que solo les importa la supervivencia.
Ese fantasma de la guerra entre pobres por sobrevivir que en otros momentos ha originado la crisis económica, hoy tiene fundamento en la paranoia desatada por la cuarentena dispuesta el viernes pasado para mitigar los efectos incalculables de la pandemia de coronavirus. Los analistas políticos y los expertos sanitarios coinciden en que la decisión adoptada por el Poder Ejecutivo de decretar un aislamiento social preventivo y obligatorio, fue adecuada y oportuna. “Nos adelantamos para evitar lo que está pasando en algunos países europeos donde subestimaron el impacto de la pandemia”, explicaron desde el ministerio de Salud de la Nación. El anticipo, sin embargo, no va a poder evitar la propagación del virus, que ya circula en Argentina.
La cantidad de casos proyectados en el marco del plan propuesto por la dependencia conducida por el sanitarista Ginés González García, plantea cuatro escenarios, de los cuales hay dos que marcan un contraste notorio entre los resultados que se obtendrían si hacemos las cosas bien o si hacemos las cosas mal. En el documento, al que accedió este cronista en exclusiva, se explica que si las medidas implementadas se cumplimentan y se logra achatar la curva epidemiológica, en el mejor de los casos a principios de junio habrá en el país un cuarto de millón de personas que se habrán contagiado con el virus. Esto significa, tomando en consideración la tasa de mortalidad que ha manifestado la enfermedad, que habrá unos 7000 muertos a causa del corona. Pero si no se siguen las indicaciones de aislamiento, los contagios podrían ascender a los 2,2 millones, elevando la cantidad de fallecimientos a los 66.000. Y en esta situación, concluye el informe, la infraestructura sanitaria del país se verá desbordada y todo quedará fuera de control.
Con estos datos en la mano, el aval de todo el espectro político y consciente de que el número de infectados y víctimas fatales irá creciendo inexorablemente con el correr de los días, el presidente decidió el jueves imponer los términos de una cuarentena obligatoria que apela mucho a la concientización ciudadana y se recuesta sobre el apoyo social de la medida. Aun cuando varios asesores recomendaban ser más drásticos con las restricciones e imponer de entrada un esquema de control institucional similar al de un “estado de sitio”, Alberto Fernández optó inicialmente por confiar en la población y apelar a la responsabilidad colectiva para el auto confinamiento.
Uno de los puntos cruciales a resolver es qué hacer cuando finalice el plazo fijado para la cuarentena. Una calificada fuente que integra el comité de expertos consultados por la cartera sanitaria confió a #PuenteAereo que “es imposible imaginar el fin del aislamiento el 31 de marzo, porque estaremos entrando en el período de mayor crecimiento expansivo de los casos notificados, pero pusimos esa fecha como un plazo evaluatorio necesario para fijar nuevas metas”. En estricto off, el infectólogo consultado explicó que “es evidente que el virus ya está en circulación y que los casos confirmados son muchos menos que los reales, porque las notificaciones oficiales van a un ritmo mucho más lento que la propagación viral, pero debemos ir tomando decisiones conforme la evaluación que se haga de los resultados obtenidos durante estas dos semanas iniciales”.
Nadie que maneje información actualizada y precisa duda que la situación va a empeorar y que aún estamos lejos del pico de máxima tensión, previsto para mediados de abril, comienzos de mayo. Amesetar el contagio todo lo que se pueda es el objetivo. Pero ¿qué va a pasar con los sectores más vulnerables cuya supervivencia depende del puchereo diario hoy claramente imposibilitado por las condiciones sanitarias? ¿Cómo explicarle a un padre sin trabajo que para proteger a su familia no debe salir a la calle a cartonear y exponerse al virus, si no tiene un pedazo de pan para llevar a la mesa?
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Apagar el incendio
Tras evaluar los resultados del primer día de vigencia de cuarentena, desde el Gobierno nacional anunciaron mayor dureza en la observancia de las normativas vigentes. La ministra de Seguridad nacional no descartó que sea necesario decretar un Estado de Sitio. “Todo dependerá del acatamiento social a las estrictas medidas implementadas, pero no se pueden permitir actitudes irresponsables de quienes no toman conciencia del peligro al que exponen a la ciudadanía”, dijo Sabina Frederic en diálogo con una emisora radial durante el fin de semana.
La situación del inadaptado que organizó una fiesta en la terraza de su departamento palermitano o la de los atléticos runners que salieron a correr por las callecitas de sus barrios cerrados a pesar de la repulsa de sus vecinos, no es la misma que la de millones de personas que viven en condiciones de precariedad absoluta en varios partidos del Gran Buenos Aires.
El ministro de Desarrollo Social de la Nación conoce esta realidad y por eso en diálogo exclusivo con este portal, explica las medidas adoptadas por su cartera: “Hay tres acciones muy claras: la primera es preservar los ingresos, generar condiciones para preservar los ingresos provenientes de las changas, el trabajo informal, el trabajo precario. Todas las transferencias que he anunciado esta semana, que tienen que ver con los jubilados, la Asignación Universal por Hijo, las personas que tienen planes sociales tienen ese objetivo: primero preservar los ingresos de una sociedad no asalariada. Ese es un punto clave que permite lograr lo básico de lo básico. Lo segundo es sostener la red de asistencia alimentaria. Hemos hecho un refuerzo presupuestario para atender la asistencia alimentaria, ir al modelo de viandas, de módulos alimentarios de modo tal que la gente se traslade menos para ir a buscar la comida. Y lo tercero es que la cuarentena, el aislamiento en los sectores más pobres está muy vinculado al hacinamiento, a la dificultad de estar en la casa. Entonces, hay que generar actividades barriales, bien de poco movimiento, de pequeña infraestructura. He armado un esquema de banco de materiales para arreglar la vivienda propia, para mejorar la escuela, el club. Eso también ayuda porque no es lo mismo la cuarentena en la clase media, que es alguien que se queda en su casa, que el aislamiento social en los sectores pobres, con cinco personas en un dormitorio. Así pues, generar actividades locales es un punto clave, hemos planteado eso como una doble medida: atender la cuestión barrial y también como generación de crecimiento económico desde abajo. En términos prácticos, se trata de sostener ingresos, fortalecer la red de asistencia alimentaria y, en tercer lugar, generar mecanismos para actividades muy barriales de poco movimiento”.
Obsesionado por el cumplimiento del aislamiento y particularmente por la situación de los sectores más vulnerables, el presidente se subió ayer al helicóptero para sobrevolar al AMBA y verificar con sus propios ojos el desarrollo de los operativos de prevención dispuestos en conjunto por el estado nacional y los distritos porteño y bonaerense. Este domingo hicieron lo propio la mencionada ministra Frederic, junto al vice jefe porteño Diego Santilli y el ministro del Interior Wado De Pedro. Esta claro que ningún funcionario subestima la gravedad del diagnóstico. Pero ¿alcanzará?
Durante el fin de semana hubo reportes de saqueos e intentos neutralizados en diferentes comercios de Quilmes, La Matanza, San Martín y Ensenada. En algunos, incluso, se registraron episodios de violencia contra los dueños de los locales que derivaron en causas judiciales de oficio por parte de las fiscalías de turno. En paralelo, varios distritos como Ezeiza o San Vicente dispusieron barricadas en los accesos al municipio para evitar los ingresos “sin la correspondiente justificación” al territorio comunal.
“La situación es muy complicada, se están tomando las medidas que hay que tomar con claridad y hay un acompañamiento social de esas medidas. Hay mucha conciencia de priorizar la salud, aún en un contexto de deterioro de la economía. Tenemos que monitorear y entender que cada día hay que ver cómo evolucionan las cosas para ir calibrando las decisiones”, explica Arroyo. Está claro que mientras dure la peste, todas las medidas serán defensivas.
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