LA ECONOMÍA AL SERVICIO DE LA SALUD
Desde el día 11 de marzo, cuando el novedoso COVID-19 fue declarado una pandemia por la Organización Mundial de la Salud y la enfermedad se transformó en una cuestión global, los distintos Estados Nacionales tuvieron que definir una estrategia para enfrentarlo. Al respecto, se moldearon dos alternativas de política económica frente al Coronavirus que se enmarcan en la decisión ética de privilegiar la salud por sobre la actividad económica o, por el contrario, intentar sostener la actividad económica aún a costa de la expansión del virus.
Algunos Estados, como los asiáticos, optaron por privilegiar la respuesta sanitaria y evitar los desbordes en los sistemas de salud, aún a costa de una parálisis en la actividad económica producto de las recomendaciones de distanciamiento social y aislamiento. Hasta aquí, esas medidas mostraron la mayor efectividad en el control de la pandemia y, por ello, fue el camino que decidió seguir tempranamente el gobierno argentino.
La otra postura es la adoptada por otros países, que un amplio arco ideológico, como Reino Unido, México, Estados Unidos y Brasil, donde optaron por entregar a su población a una suerte de proceso de selección natural frente a la evolución de la enfermedad con el fin de no alterar la rutina económica, por más que ello implique una rápida expansión del virus y el colapso de los sistemas de salud. En este caso, la economía dominó sobre la salud, con un costo de vidas humanas que todavía es difícil de dimensionar. En algunos casos como en el Reino Unido, han tenido que volver sobre sus pasos y tomar medidas de aislamiento más tarde que otros países. [...]
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