3/22/2020

hay que jugársela

ECONOMÍA EN CUARENTENA

Las medidas adoptadas van en la dirección correcta pero son insuficientes

POR HORACIO ROVELLI




Dada la cada vez mayor interrelación entre los países, el virus que se conoció en China, se propagó en los lugares de mayores ingresos de Europa y en Estados Unidos, poniendo en descubierto la precariedad de sus sistemas de salud pública (falta de hospitales, de camas, de equipos respiratorios y de profesionales en el tema), provocando hasta el día 20 de marzo 4.032 muertos, con 41.035 contagiados en Italia; en España 1.094 muertos y 21.500 casos; en Estados Unidos 18.170 casos positivos por COVID 19 y 241 fallecimentos.

Obviamente la economía se frenó, decidieron cercar ciudades enteras, para evitar el contagio. Sin embargo, se sabe que, como dijeron las autoridades de Alemania, en el transcurso del año gran parte de la población de ese país habrá contraído la enfermedad, pese a que decidieron cerrar todos los comercios, excepto los de comestibles y los de bebidas, los supermercados y mercados y las farmacias y hospitales. Pero que se contagien no significa muerte, que depende de la carga viral y del estado de salud del receptor.

Al no poder contar con una vacuna no se puede poner límites a su propagación por lo que se hace es condicionar la movilidad de la gente. Los países desarrollados cuentan con recursos tanto el Estado como la mayoría de las personas y pueden soportar una cuarentena. El día lunes 16 de marzo 2020 en los EEUU por ejemplo, la Reserva Federal aumentó la emisión de dinero, ese solo día, en 700.000 millones de dólares (casi el doble de la cantidad de bienes y servicios que la Argentina produce por año, que es equivalente a un PIB de 352.300 millones de dólares) y el Banco Central Europeo aumentó la base monetaria en 750.000 millones de euros dos días más tarde, más otras medidas fiscales que en conjunto representan en torno al 15% del PIB de cada una de esas naciones. Sin embargo en la Bolsa de Valores de Wall Street el martes 17 tuvieron que interrumpir la ronda porque las acciones no dejaban de depreciarse y al final de día descendieron en su valor en un 12,5% promedio y, otro tanto pasó con los mercados europeos.

Por supuesto que fue mucho más pronunciado el derrape en el precio de las acciones de las empresas argentinas (y en menor medida del resto de los países no desarrollados que cotizan en esos mercados de valores). Desde el lunes 2 hasta el martes 17 de marzo, las acciones de empresas nacionales vieron caer sus precios en promedio un 32%, pero a la que peor le fue es a YPF, cuya cotización al día miércoles 18 de marzo 2020 era de 2,57 dólares la acción, con lo que la compañía valdría menos de 1.200 millones de dólares, la cuarta parte de lo que se le pagó a la española Repsol por el 51% del paquete accionario en el año 2014, claro que acá juega además el fuerte descenso del precio del barril de petróleo que perforó el piso de los 25 dólares, cuando en 2014 era de 95 dólares el barril.

Un futuro incierto
La riqueza es trabajo y producción y ambas son severamente castigadas por el coronavirus.

China representa el 14% del PIB mundial, seguramente que este año si crece será a una tasa sensiblemente menor que otrora, con la consabida disminución de su demanda que en el caso del petróleo y de la soja, donde es el mayor comprador, significa menor producción mundial y fuerte descenso de su precio[1].

Ambas variables perjudican de sobremanera las aspiraciones del gobierno de Alberto Fernández, cuando se está en plena negociación con los acreedores de una deuda que creció en forma sideral durante la gestión de Cambiemos y que empoderó a grandes fondos de cobertura como BlackRock, Fidelity, Pimco, Franklin Templeton, entre otros.

En conferencia de prensa, el viernes 20 de marzo 2020, el Ministro Martín Guzmán presentó el “Marco de Sostenibilidad para la Deuda Argentina” contemplando el descenso del PIB de este año, agravado por la pandemia en un 1% o 1,5% y, por hacer frente a la emergencia sanitaria, un acrecentamiento del déficit fiscal del 1,1 al 1,5% del PIB (unos 5.000 millones de dólares).

En las nuevas proyecciones del Ministerio de Economía, se crecería en el año 2021 entre un 2,5 a un 3% del PIB, pero se sigue teniendo déficit fiscal, por lo que recién en 2022 y en el mejor de los casos, se logra un equilibrio de las cuentas públicas y, en 2023, un superávit primario que permitiría pagar deuda entre el 0,5 al 1% del PIB (unos 3.000 millones de dólares aproximadamente).

45 minutos antes de la conferencia de prensa del Ministro Guzmán presentando el “Marco de Sostenibilidad para la Deuda Argentina”, el FMI publicó un Informe Técnico de su Personal donde arriba a similares proyecciones y concluye que la deuda externa Argentina supera el 90% del PIB nacional y requiere una reestructuración que combine reducciones del valor nominal, extensiones de vencimientos, períodos de gracia y recortes de las tasas de interés, que signifique una quita de capital de la misma entre 55.000 a 85.000 millones de dólares. El Presidente Alberto Fernández dijo que estimbaa gratamente que el FMI avale los números presentados por su gobierno.

El mérito principal del trabajo del equipo de Martín Guzmán es que demuestra que el gobierno de Macri desfinanció al sector público por concederle exenciones impositivas a los sectores de mayores ingresos del país y, eliminar las retenciones en general (manteniendo la de la soja pero con descenso del 0,5% mensual en la alícuota). En el cuadro respectivo dice que los ingresos de la Administración Nacional en el año 2015 eran del 25,8% del PIB y desciende año tras año para ser solo del 22,5% del PIB en 2019 (un PIB que además es menor que el del año 2015). A ese descenso de los ingresos fiscales del 3,3% del PIB, se le debe sumar que el pago de los intereses de la deuda se acrecienta, también año tras año, para ser otros 3,33% del PIB, y esos porcentajes del producto, se financiaron tomando más deuda.

Por el Decreto 250/2020 y en el marco de la Ley 27.544 de Emergencia Económica, se facultó al Ministro de Economía de la Nación a negociar con los tenedores de títulos de deuda que tienen jurisdicción extranjera y que en las filminas presentadas en el “Marco de Sostenibilidad para la Deuda Argentina” suman 83.000 millones de dólares. Tras la conferencia de prensa y presentación del trabajo, el ministro invitó a los bonistas referidos a participar de un acuerdo, en el transcurso de la próxima semana, para reprogramar los vencimientos

Es claro que se va a producir de hecho un default con esos tenedores de deuda y ello explica el descenso de su precio, incluso por debajo del 35% de su valor nominal y que, la tasa de riesgo país que mide el banco JP Morgan se encuentre por arriba de los 4.000 puntos. Pero esta vez, el FMI da su apoyo implícito al gobierno argentino

Obviamente que el derrape de los títulos de deuda argentinos, que cotizan en torno al 35% de su valor, los hace apetecibles a los grandes fondos de inversión para asegurarse ellos, en la más amplia mayoría de los 34 títulos de deuda con jurisdicción extranjera, bloquear de esa forma la cláusula de acción colectiva que le permite a la Nación acordar con una mayoría de sus tenedores (en un caso 66% y en otros 75%) para que el resto cumplan el acuerdo.

La Argentina sin recursos, no puede hacer como la República Popular China que al declararse el problema sanitario con lo que derraparon el valor de las acciones de empresas trasnacionales en ese país, las compró el estado chino muy por debajo de su valor con lo que se convierte en el accionista mayoritario de las empresas construidas por europeos y estadounidenses en su país.

Pero el Estado argentino sí puede obligar a los tenedores de títulos de deuda nacionales a declarar cuándo compraron y a qué precio y, pagar sobre ese valor y, solamente a quienes le prestaron directamente al Tesoro de la Nación, que están registrados en el libro de la Oficina Nacional de Crédito Público, cuando ingresaron esos fondos al Tesoro de la Nación.

Planteada la situación externa se debe destinar parte de lo que no se puede vender al exterior por la pandemia, al consumo y a la actividad interna y, con ello, aumentar el PIB como históricamente se demostró cada vez que la Argentina se vio obligada a una política proteccionista, en un marco en que el gobierno nacional asegura que solo va a pagar cuando el país crezca, descartando imponer políticas de austeridad para hacer frente a las cancelaciones mientras que los niveles de pobreza se mantengan altos.

Y ante el coronavirus, utilizar esos recursos para la compra de medicamentos, camas, cámaras de oxigeno, respiradores, etc., en todo el país, con prioridad en los lugares de mayor riesgo, por un lado; la de impulsar el mercado interno con créditos subsidiados y desgravaciones impositivas, por otra parte; y asistir directamente con plata, con alimentos, con invento de trabajos públicos (pintar escuelas ahora que están sin clase) a los sectores más vulnerables de la población

Medidas insuficientes
No se puede en la Argentina pos Cambiemos, ante los niveles de pobreza y de trabajo informal (en negro) en que nos encontramos, salir airosos de la pandemia sin tomar fuertes medidas de subsidios, ni mandar a la gente a su casa cuando no tiene para comprar la comida y menos los medicamentos en caso de contraer la enfermedad. No hay política de asistencia social que alcance en la Argentina de 2020 con una tasa de pobreza del 35,4% de la población. Se debe retornar lo más rápido posible al trabajo y a la producción y se debe fortalecer la red de contención que incluye desde aplicar la ley de abastecimiento y garantizar el precio de los productos, hasta subsidios directos del Estado al trabajo, a la producción y al consumo en general y de los más necesitados particularmente.

No es suficiente aumentarles a los jubilados que cobren la mínima solo $ 3.000.- por mes o darle un bono de $ 3.100.- a los que perciben AUH, cuando la Canasta Básica Total de febrero para no ser pobre es de $40.790.- según el INDEC.

Quienes trabajan en el sector informal (en negro que es un alto porcentaje de la población y predominante en el Gran Buenos Aires y en provincias como Tucumán o Córdoba), los trabajadores monotributistas y autónomos y quienes no pueden trabajar desde sus casas, necesitan incentivos económicos y fiscales para quedarse en sus hogares. En caso contrario, necesitarán ir a trabajar, poniendo así en riesgo su propia salud, la de sus familias y la de la comunidad.

Lo mismo sucede en los barrios periféricos donde la precariedad de la vivienda y el hacinamiento determinan que la contención y la generación de empleo y pago debe ser de todo el vecindario.

Es esencial que los servicios públicos sean provistos sin cargo a quienes no puedan pagarlos. El pago de deudas debe ser suspendido para aquellas personas que de otro modo no serían capaces de hacer frente a la crisis de salud pública.

La Argentina es un país de gran riqueza, pero severamente desigual en su distribución, es con ese marco que nos enfrentamos a la crisis sanitaria del Covid 19, que inevitablemente se agravará conforme pasen los días y semanas si no se toman más medidas de apoyo a los necesitados y, es por el bien común, porque el virus se contagia de persona a persona.

Se debe pensar y obrar a dónde se pueden atender las personas sin hogar. Prever cómo alimentar y cuidar en la emergencia adecuadamente a niñas y niños que lo hacían en los establecimientos hoy cerrados, así con toda la población más vulnerable, porque a pesar de apoyar las medidas de confinamiento para detener en la medida de lo posible la extensión del coronavirus, las acciones puestas en marcha por el gobierno tienen que abordar también todas estas situaciones.

Las medidas de bajar los encajes, amentar el crédito, apuntalar la producción están bien y deben ser más amplias, pero en la Argentina de la pobreza y la marginalidad, el acento y la tarea primordial es asistir a los despojados de todo.

Alimentos, vestimenta, y trabajadores hay, que los ponga en disposición el Estado, que los pague con un bono, un vale, a cambio de aportes patronales y de impuestos, no importa, lo esencial es hacerlo ya antes de que venga el invierno.

La tarea es de una guerra contra un enemigo invisible y poderoso, que más se asienta cuando más pobreza encuentra.

La condecoración más importante del Ejército ruso es la Orden del Mariscal Mijaíl Kutúzov y es por haber logrado vencer al enemigo (La armada de Napoleón) preservando la vida de sus soldados, en esta desigual guerra se necesita jefes que lo imiten y sean digno de esa medalla.

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