El 25 de septiembre de 1955, Juan Perón comenzaba su exilio, trasladándose de la cañonera Paraguay al hidroavión Catalina en el que volaría a Asunción como se ve en la foto. Un destierro de 18 años se iniciaba. |
El título de este post corresponde a un artículo publicado en la Revista Unidos, Año 4, Nº 13, de diciembre de 1986, por Norberto Ivancich, integrante del original Grupo Calafate , que refiere fundamentalmente a la práctica del líder fundador durante la primera resistencia peronista posterior al año 1955.
Creemos pertinente traer este antiguo texto para su relectura. Tras esta nueva etapa de resistencia tardía , iniciada el 10 de diciembre del año 2015, conviene revisar estas líneas argumentales para advertir, o no, comportamientos similares en la práctica de su actual liderazgo.👇🏼
"La convocatoria de balcón interesó al coronel desde su cargo más visceral: la Secretaría de Trabajo y Previsión. Se dio cuenta que de allí surgiría la “masa de maniobra disponible”. Primera desmesura la de este General que vistió el uniforme paraguayo: “del Ejército más glorioso de América”, un ejército vencido.
La casta militar había establecido un claro distingo entre los hombres de cuartel y los civiles, pero había una mayoría que era más civil que el resto. Este coronel gardeliano, que rompió la relación propia de los intersticios del poder para concurrir a asambleas gremiales, convocar a obreros en conflicto y reunirse sistemáticamente con conducciones sindicales y fracciones alternativas, estableció una relación pública y notoria. Y lo era tanto, que iba a la Bolsa de Comercio para tranquilizar a los patrones.
Pienso entonces en la amoralidad, palabra hueca si no se ubica el momento y las opciones sobre las cuales hay que decidir. Para algunos, parece que este coronel quería manipular en un país donde las reglas del juego eran limpias, claras, aceptadas consensualmente; una Arcadia de políticos honorables y de manos limpias, generales impolutos y madres vírgenes; de dirigentes sindicales que únicamente planteaban la autonomía organizativa de la clase y pensaban y actuaban según las afirmaciones de su partido (no bebían, no jugaban, se casaban con libreta e iban a estudiar los manuales de la única ciencia existente después del trabajo).
Según esta concepción, era obvio que a la nueva convocatoria le respondiera el lumpen, el que no trabajaba, el que no se casaba, no estudiaba y el que no se abstenía en nada. Es lógico, entonces, que el peronismo haya perdido la tradición socialista y haya ganado a algunos vivos que estaban cansados de perder en la UCR, y también es lógico que no se haya recibido la adhesión de ningún miembro del partido Demócrata Progresista...
Esto determina dos actitudes en Perón:
1) desde el exilio comenzar nuevamente la acción política de palacio, entrevistas para anudar y desanudar acuerdos con viejos enemigos
2) seguir convocando a la lucha y a la epopeya, negociando con los distintos poderes internos que se fueron consolidando: neo-peronismo, vandorismo, en definitiva las organizaciones, lábiles o no, jerarquizadas y cerradas o abiertas y horizontales, esa multiplicidad de formas que signan a nuestro Movimiento.
Este, constituido por el vértice personal (Perón) y por una variedad insólita de nucleamientos. Esta última siempre predominó; por ello, en la década de 60 ingresé a este Movimiento, con una confusa pero definitiva valoración de este general binacional. Encontré un entusiasmo que espero volver a recuperar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario