Matias Longoni
La soja, el trigo… Y la oligarquía vacuna… La conversación social está plagada de lugares comunes sobre la riqueza que se genera en torno a quienes se dedican en el medio rural a producir con soja o vacas. Este tipo de actividades suceden especialmente en la región pampeana, que en el imaginario colectivo es además la “más fértil del mundo”… ¿Cómo se pueden llegar a fundir los productores de esta zona productiva bendecida?
Y sin embargo…
Un oportuno documento elaborado por Eduardo Azcuy Ameghino y Diego Fernández, integrantes ambos del Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios (CIEA) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, da cuenta de que los niveles de concentración y desaparición de explotaciones agropecuarias ha sido más intenso en la Región Pampeana que en otras regiones del país.
Los académicos se basaron en los primeros datos aportados por el Censo Agropecuario 2018 realizado por el INDEC. “La totalidad de las Explotaciones Agropecuarias (EAP) censadas registró 250.881 unidades, contra 333.533 contabilizadas en 2002, lo que implica la desaparición de 82.652, aproximadamente una cuarta parte, a un promedio de eliminación anual de 5.166 EAP”, indicó el trabajo.
Esta tasa de concentración o de desaparición de EAP, que es del 25% respecto de 2002, debería ser diferente según cada región productiva, ya que algunas tienen mayor cantidad de recursos y otras menos. Es lo que se propusieron analizar Azcuy Ameghino y Fernández: ¿qué sucedió en la privilegiada región pampeana? Es decir, los investigadores pusieron la lupa sobre lo sucedido en Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe.
Soja y carne, a full.
En principio, de acuerdo al CNA 2018, se establece que en la región pampeana existen a 2018 un total de 90.907 explotaciones, de las cuales el 12,8% (unas 11.6000 campos) tienen más de 1.000 hectáreas. Dentro de este grupo, las “estancias” que tienen más de 10.000 hectáreas son apenas 277 en las cuatro provincias.
Pero el grueso de las EAP en la Región Pampeana está en el rango de entre 50 y 1.000 hectáreas. Y allí, por más soja y carne que se produzca, los niveles de concentración han sido incluso más elevados que en el promedio nacional. Si a nivel país se ha caído en comparación con 2002 uno de cada cuatro productores, en esta zona “privilegiada” han desaparecido 28% de las explotaciones respecto de 2002. En aquel Censo de principios de siglo había 126.338 EAP en carrera. Es decir que en estos 16 años se perdieron 35.431.
El trabajo del CEIA muestra esta proceso de concentración por escala productiva. Y de allí surge que hubo picos de desaparición en el segmento de explotaciones más pequeñas. Las que van de 5 a 25 hectáreas se contrajeron nada menos que 46,5%. Las que van de 25 a 100 hectáreas, un 38,5%. Y las de 100 a 200 hectáreas, el 31,5%.
Así leído, fue una masacre para los viejos y queridos chacareros.
“El estrato más castigado es el de hasta 200 hectáreas, donde se ubica el 72,4% de las EAP desaparecidas, lo cual replica el fenómeno registrado entre 1988 y 2002”, indica el documento.
Por provincias, las cosas difieren bastante. La desaparición de EAP tiene un mínimo del 19,4% en Córdoba y un máximo en Entre Ríos del 36,2%. En Buenos Aires la tasa de desaparición de EAP fue del 28,6% y en Santa Fe del 29,3%.
Otro flanco interesante del estudio del CIEA es que estas 90 mil establecimientos que persisten en la Región Pampeana trabajan sobre una superficie de 50 millones de hectáreas de tierras rurales. Pero aquí también las cosas son muy distintas según el estarto de producción de cada EAP. Algunos datos:
Un 34,3% de las EAP de hasta 100 hectáreas se agolpan en el 2,7% de la tierra.
Considerando además las unidades de hasta 200 hectáreas se observa que el 51,9% de las EAP apenas opera el 7,4% de los terrenos.
Si se amplia la medición hasta las 500 hectáreas, incluyendo los establecimientos entre 200 y 500 hectáreas se llega al 74,6% de las explotaciones que poseen el 20,8% de los campos.
Entre este segmento considerado de “pequeños y medianos productores” y las de mayor superficie se puede ubicar otro escalón con 12,6% de las EAP, que van de 500 a 1.000 hectáreas y que disponen del 16,2% de la tierra. Dentro de este conjunto se ubicaría el tamaño medio de las explotaciones pampeanas, que según los datos del CNA 2018 es de 553 hectáreas. Esta vendría a ser como la clase media agropecuaria.
Y más allá de que “deberían restarse unas cuantas unidades ubicadas en las zonas específicamente ganaderas –por ejemplo en la cuenca del Salado-“, los investigadores consideran como “grandes explotaciones pampeanas” a las que poseen más de 1.000 hectáreas.
Como ya se dijo, son 11.646 explotaciones. Constituyen el 12,8% de las EAP pero controlan 63% de la tierra. Los más grandes disponen de 31.658.219 hectáreas, con un promedio de 2.718 hectáreas.
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