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11/06/2019

volvieron y entonces...

Los resultados de octubre pusieron en evidencia que la polarizaci贸n goza de buena salud, apoyada sobre antagonismos hist贸ricos que afloran como conflictos irresueltos una y otra vez. Embarcado en una transici贸n signada por la crisis econ贸mica, Alberto Fern谩ndez se prepara para imponer el lenguaje de la componenda en el pa铆s punk.

POR: NATAL脥 INCAMINATO - PABLO PIZZORNO




Agotadas las ansiedades que provocaron los comicios recientes, se abre el tiempo de las interpretaciones sobre el cariz de la nueva etapa pol铆tica. Las elecciones generales del 27 de octubre reperfilaron el balance de las PASO de agosto. Si el escenario de las primarias mostraba una abrumadora ventaja del Frente de Todos, las presidenciales de octubre terminaron con el resultado m谩s polarizado desde 1983. El viejo anhelo de Torcuato Di Tella pareci贸 concretarse: un bipartidismo estable, con dos coaliciones el谩sticas, que agrupen del centro a la izquierda y del centro a la derecha. Inspirado por las democracias europeas, el viejo soci贸logo podr铆a jactarse hoy de un nivel de concentraci贸n del voto mucho mayor al de esos sistemas de partidos que en el viejo Continente crujen por dentro.

Es a煤n temprano para saber c贸mo impactar谩 este resultado en una de las principales aspiraciones de la campa帽a electoral: la desactivaci贸n de la grieta tal como la conocimos en la 煤ltima d茅cada. Mucho se ha dicho sobre esta divisi贸n, que podr铆a resumirse como la persistencia del conflicto entre peronismo y antiperonismo. El resultado de octubre, que descans贸 sobre una definida distribuci贸n social y geogr谩fica, sostuvo la vigencia de aquella polarizaci贸n original de los a帽os 40 y 50, determinante en la genealog铆a de nuestra trajinada fisura pol铆tica.

aunque se trata de tipos ideales que en la pr谩ctica experimentaron porosidad e hibridaci贸n mutua, este litigio puede resumirse como una batalla de pronombres y adverbios: una democracia sustentada en qui茅n ejerce el poder contra otra basada en c贸mo se ejerce.

El primer gobierno de Per贸n cont贸 con amplio apoyo de los trabajadores, principales beneficiarios de una extensa pol铆tica de bienestar, pero debi贸 enfrentar a un tercio del electorado, compuesto principalmente por las clases medias urbanas, que permaneci贸 irreductiblemente antiperonista hasta 1955. Mientras el peronismo se fundaba en una legitimidad de origen popular y mayoritaria, los antiperonistas denunciaban el modo en que el gobierno ejerc铆a el poder, la hostilidad con la oposici贸n y la identificaci贸n de esa fuerza pol铆tica con la patria misma. En la ficci贸n literaria, desde el c茅lebre “La fiesta del monstruo” de Borges y Bioy hasta el relato “Cabecita negra” de Germ谩n Rozenmacher, pasando por “Nuestro tren” de Jorge As铆s, pueden verse articuladas dichas fidelidades, odios y segmentaciones.

En el fondo, sustentaban este antagonismo dos concepciones en pugna de la democracia: una nacional-popular, basada en la representaci贸n y despliegue del sujeto pueblo y otra liberal-republicana, orientada a la defensa de las libertades p煤blicas y las reglas de juego institucionales. Aunque se trata de tipos ideales que en la pr谩ctica experimentaron porosidad e hibridaci贸n mutua, este litigio puede resumirse como una batalla de pronombres y adverbios: una democracia sustentada en qui茅n ejerce el poder contra otra basada en c贸mo se ejerce.

Ambas tradiciones sobrevivieron al fin del primer peronismo y animaron buena parte del siglo XX argentino, aunque atravesadas por diversas mutaciones y desplazamientos. En los setenta, el peronismo regres贸 al poder con su propia grieta interna que en cierta forma eclips贸 a la original. El discurso de Balb铆n ante la muerte de Per贸n pareci贸 cerrar un cap铆tulo de ese conflicto. Hacia fin de siglo, despu茅s de la dictadura, la vuelta de la democracia y otro regreso del peronismo en clave neoliberal, la grieta de los a帽os cuarenta parec铆a ser el recuerdo de un pa铆s muy lejano. Incluso el estallido de 2001, tan mentado como crisis de representaci贸n pol铆tica, transit贸 por carriles bien distintos a la dicotom铆a peronismo-antiperonismo.

Fur durante la 煤ltima d茅cada, a partir del conflicto agrario de 2008, cuando se reactivaron fuertemente algunas im谩genes de este antagonismo. El gobierno de Cambiemos se sustent贸 n铆tidamente en esta identidad pol铆tica y en torno a su movilizaci贸n mejor贸 su performance electoral de agosto a octubre. La noche de la derrota, Macri conect贸 con aquella sensibilidad procedimental: rescat贸 como principal legado de su presidencia “otra forma de gobernar” y un cambio en “la cultura del poder”. Su ratificaci贸n como jefe de la coalici贸n antiperonista deja al presidente saliente con una ventaja frente a sus rivales internos, similar a la de Cristina despu茅s de 2015: quienes lo siguen votando no desean un liderazgo menos intenso.

la “grieta” es esquiva a quienes pretenden derogarla por decreto: ella responde a fuerzas sociales organizadas, a tradiciones imbrincadas en la vida nacional, capas hist贸ricas distintas que no permiten una sutura completa.

Existen se帽ales, sin embargo, de que la “grieta” tal como la conocimos podr铆a transformarse en otra cosa. La desactivaci贸n del discurso beligerante ocup贸 un lugar importante en la conformaci贸n del Frente de Todos, propiciada deliberadamente por Cristina al impulsar la candidatura de Alberto. A su vez, dentro de Cambiemos asoman mensajes favorables a un tipo de oposici贸n m谩s conciliadora con el pr贸ximo gobierno, sobre todo desde quienes conservar谩n roles institucionales. El frente externo quiz谩s sea el que m谩s se preste a la exploraci贸n de los acuerdos: la renegociaci贸n de la deuda supone una discusi贸n por el margen de autonom铆a de la pol铆tica en los a帽os por venir.

Sin embargo, la “grieta” es esquiva a quienes pretenden derogarla por decreto: ella responde a fuerzas sociales organizadas, a tradiciones imbrincadas en la vida nacional, capas hist贸ricas distintas que no permiten una sutura completa. Queda claro que Alberto Fern谩ndez abdica del antagonismo en sus formas m谩s expl铆citas, y que va a ensayar estrategias de no confrontaci贸n ante sectores que conformaban el “Otro” en los a帽os de Cristina Kirchner, abdicaci贸n en la que se advierte una voluntad de ampliar las bases de sustentaci贸n de su pr贸ximo gobierno. Sin embargo, su campa帽a fustig贸 a los sectores financieros y pol铆ticos que alimentaron el laissez-faire fugador; y asumi贸 un titubeante pero finalmente positivo visto bueno a la ley de aborto legal, seguro y gratuito (cuando para muchos el aborto es un tema que se asocia a la grieta y conspira contra la pacificaci贸n).

Por fuera del mundo de la pol铆tica partidaria aparece tambi茅n el anhelo del establishment, como grafic贸 un spot publicitario de Mercado Libre difundido la 煤ltima semana de campa帽a con las voces de Luis Brandoni y Florencia Pe帽a. “Votes a quien votes, lo mejor est谩 llegando”, reza el eslogan casi como un lapsus del empresariado local que, lejos de las advertencias de Miguel 脕ngel Pichetto sobre los prop贸sitos revolucionarios del Frente de Todos, se entusiasma con la idea de erigir un nuevo y extendido consenso favorable al ajuste. Con menos eufemismos, Cristiano Rattazzi reclam贸 en el 煤ltimo Coloquio de Idea la llegada de un peronismo “parecido al de Menem”.

Hay un acuerdo generalizado en que Alberto Fern谩ndez tendr谩, como una suerte de Ulises vern谩culo, que negociar hacia afuera con las sirenas del FMI y su canto poco fiable, mientras hacia adentro hace malabares con un margen de maniobra severamente limitado por la crisis econ贸mica. Pero poco se dice de la l铆neas que se adivinan en el horizonte vinculadas m谩s con el conflicto que con su desactivaci贸n. ¿Estamos ante el tan anunciado fin de la grieta, o ante la vuelta de (nuevas y mejores) grietas?

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