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11/06/2019

el pan nuestro de cada día



Si algo queda claro con la realidad que nos toca vivir, es que el precio del dólar impacta de sobre manera sobre los precios de los alimentos en general y del pan en particular, deteriorando el poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones y pensiones que se incrementan a un ritmo mucho menor.

La disparada del precio de la divisa norteamericana, sobre todo tras las PASO, es una de las preocupaciones más importantes para la industria harinera (y para todos en general). Con la implementación de un control de cambio más estricto sobre todo tras las elecciones nacionales del 27 de octubre de 2019, donde solo se puede extraer por tarjetas de crédito como adelantos en efectivo en el exterior la suma de 50 dólares; en el mercado local la compra de dólares en efectivo es de hasta 100 dólares; y, por operación desde el mismo banco donde el límite es de 200 dólares, todo por persona y por mes, hace que si bien existe un mercado paralelo, el dólar oficial se encuentre en torno de los $ 63,5 lo que ha permitido poner algún freno a la estampida de precios.

Pero esa estabilización forzada por el mayor control cambiario no logra vencer la reticencia de los productores de trigo en entregar su cosecha y, continúa la incertidumbre que repercute sobre el sector panadero, ante las dificultades por la venta de harina.

El presidente de la Federación Panaderil de la Provincia de Buenos Aires, Emilio Majori, en declaraciones radiales el día viernes 1 de noviembre de 2019, sostuvo que en muchos sectores de la Provincia “Está suspendida la venta de harina hasta que se estabilice, aunque sea parcialmente, la economía. El sistema comercial del país está muy convulsionado” y, aseguró que son muy pocos los molinos que comercializan ya que “no tienen precio”. Detalló que el valor por bolsa de 50 kilos de harina es de $1.300.-, lo que es fácilmente verificable en el mercado y, significa un aumento de $300.- en relación al precio de antes de las elecciones nacionales del 27 de octubre 2019. En ese sentido, aseguró el presidente de la Federación que con esta suba el pan pasará a costar de $120 a $140 por kilo.

El problema es principalmente para los molinos chicos que no tienen stock de trigo y deben aumentar los precios que ofrecen por el cereal, ya que los productores lo tiene guardado hasta ver qué sucede con el dólar. Los molinos más grandes usan su poder de compra para asegurarse el trigo necesario. Del sector de la molienda de trigo para pan participan un total de 161 empresas que se reparten 204 plantas a lo largo de todo el país. La más importante de todas ellas concentra 12 establecimientos de molienda, la segunda empresa con más cantidad de plantas aglutina siete, un grupo de 26 empresas poseen cada una de ellas dos plantas y la mayoría del sector, las restantes 133 empresas únicamente cuentan con un establecimiento. Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y, Entre Ríos son las provincias con más industrias de molienda de trigo instaladas y a la vez son en ese orden las mayores productoras de trigo del país. El mayor rinde lo tiene el sudeste de la provincia de Buenos Aires, en que el trigo que se siembra tiene rendimientos que pueden superar los 6000Kg/ha.

El trigo que se cultiva en Argentina en su mayoría (98,5% del total cosechado) es Triticum aestivum L. o Triticum vulgare, denominado “trigo pan” destinado a panificación. Con un rendimiento industrial del 75%, la producción de harina de trigo demanda anualmente unos 6 millones de toneladas de trigo pan.

Lo cierto es que de las 42 millones de hectáreas de tierras cultivables en el país, solo 6,6 millones de hectáreas se destinan al trigo, siendo la producción de granos (cereales y oleaginosas) estimada para la cosecha 2019/2020 de 147 millones de toneladas y de trigo, dada la sequía de la zona oeste del país, serán solamente 18,8 millones de toneladas.

Si se toma en cuenta que hasta octubre 2019 se exportaron 488.140,3 toneladas de harina de trigo (por un monto de 164 millones de dólares) y que para el mercado interno se destinan 3,6 millones de toneladas de harina de trigo (un consumo promedio de 80 kilogramos de harina por habitante y por año), es obvio que la razón del faltante de harina recae principalmente en los productores de trigo que no entregan en tiempo y forma el cereal a la industria harinera, de allí la menor exportación de trigo y de harina y, de abastecimiento al mercado interno.

El problema solo se resuelve estabilizando el tipo de cambio y acordando con los productores de la cadena triguera-harina y pan una relación razonable de costos y precios que garanticen el pan en la mesa de los habitantes de este país, que es uno de los 10 -diez- primeros productores mundiales de trigo, el cual fue históricamente su cultivo insignia.

De allí que el nuevo gobierno plantea un “Pacto Social” para garantizar el abastecimiento de los alimentos y bienes imprescindibles y a precios razonables con los ingresos, para todo el pueblo argentino.

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