10/03/2019

que no trafique el mercader: sobre el valor de la esperanza como coordinador de expectativas - mil años hace -




En su libro “El otro rostro del peronismo” Ernesto Sábato sostuvo: “El motor de la historia es el resentimiento que, en el caso argentino, se acumula desde el indio, el gaucho, el gringo, el inmigrante y el trabajador moderno, hasta conformar el germen del peronista, el principal resentido y olvidado”.
Había pasado un año del derrocamiento a Perón.

En septiembre del 1956 desde el exilio en Montevideo Jauretche le envió una carta a Ernesto Sábato donde le contestó:

"No, amigo Sabato. Lo que movilizó las masas hacia Perón no fue el resentimiento, fue la esperanza. Recuerde Ud. aquellas multitudes de octubre del 45, dueñas de la ciudad durante dos días, que no rompieron una vidriera y cuyo mayor crimen fue lavarse los pies en la Plaza de Mayo, provocando la indignación de la señora de Oyuela, rodeada de artefactos sanitarios. 

Recuerde esas multitudes, aún en circunstancias trágicas y las recordará siempre cantando en coro –cosa absolutamente inusitada entre nosotros– y tan cantores todavía, que les han tenido que prohibir el canto por decreto-ley. No eran resentidos. 

Eran criollos alegres porque podían tirar las alpargatas para comprar zapatos y hasta libros, discos fonográficos, veranear, concurrir a los restaurantes, tener seguro el pan y el techo y asomar siquiera a formas de vida “occidentales” que hasta entonces les habían sido negadas."

Cuatro barras en el lomo, descansa en paz ancestral grey ... "La Patria Peronista"


La economía moral del votante pobre

Javier Auyero

Así como registramos esta coexistencia de tolerancia frente a la pobreza e intolerancia frente a la desprotección, registramos -para nuestra sorpresa, confesamos- cierta esperanza urgente en la política; esperanza un tanto pesimista, si se quiere, porque nadie se ilusiona demasiado con que su situación vaya a cambiar radicalmente, pero esperanza al fin en el sentido de una necesidad de creer en que algo vaya a cambiar en su vida cotidiana producto de las elecciones recientes.

Expresaron esperanzas (acotadas) de poder cubrir sus necesidades básicas, esperanza de poder volver a vivir con lo justo y lo necesario como lo hicieron siempre. Nuestros entrevistados no buscan tener salario digno para comprar dólares o irse de vacaciones, sino, como nos dijo otra vecina que desde hace años almuerza en un comedor barrial: "Ojalá podamos volver a comer milanesas más seguido". Añoran poder volver a llenar un changuito de mercadería y no tener que acudir a los comedores o mandar a sus hijos a hijas con un tupper bajo el brazo a pedir la comida que ellos dolorosamente no les pueden dar. Con su voto buscaron ponerle un límite a su situación de inseguridad actual porque, como nos dijo otra vecina: "No sé cuánto más se puede resistir".

Además de seguir desgranando encuestas, escudriñando expresiones de los focus groups o aventurando hipótesis sobre la supuesta durabilidad de las orientaciones populistas de los sectores más marginalizados, quizá sea bueno analizar con profundidad y sistematicidad la economía moral del votante pobre. Ese conjunto más o menos articulado de nociones y creencias sobre la justicia, la protección y la tolerancia nos permitirá comprender mejor su comportamiento electoral.

Auyero es profesor de Sociología y director del Laboratorio de Etnografía Urbana (Universidad de Texas); Servián, estudiante de Antropología (Universidad de Buenos Aires)

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