10/21/2019

chile: 30 años de neoliberalismo


No es por 30 pesos, es por 30 años

El estado actual de la crisis social en Chile

Por Verónica Soto Pimentel (CONICET / FLACSO)
*Investigadora del área Estado y Políticas Públicas.

Los hechos:


El día 6 de octubre comenzó a regir la nueva tarifa del metro en Santiago con un aumento de 30 pesos chilenos (2.5 pesos argentinos), quedando cifrada en 830 pesos horario punta[1].

El descontento social comenzó a expresarse por la acción de los estudiantes secundarios, que realizaron evasiones masivas al medio de transporte urbano. Las respuestas desde el gobierno, no se hicieron esperar: el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, hizo un llamado a madrugar a los santiaguinos (ya que el horario previo a las 7am es más barato) y la Ministra del Transporte, Gloria Hutt, esgrimió que los escolares no tenían un argumento para evadir, ya que la tarifa para ellos no había aumentado –una perspectiva que claramente desconoce el componente político colectivo de las luchas sociales.

Lo que ocurrió a fines de la semana pasada fue la colectivización del llamado a la evasión, uniéndose a las manifestaciones de secundarios, organizaciones sociales y la propia ciudadanía, organizándose evasiones masivas para diversas estaciones de metro de la capital. La respuesta preventiva del gobierno de Piñera fue copar las estaciones de policías y de fuerzas de seguridad antimotines (Fuerzas Espaciales en Chile).

El resultado final del día viernes 18 de octubre: un enfrentamiento violento que terminó con más de 40 estaciones de metro incendiadas,  la suspensión del servicio para el día sábado y cacerolazos y concentraciones ciudadanas en distintas comunas de Santiago con la consigna:
  • NO ES EL METRO
  • ES SALUD
  • ES EDUCACIÓN
  • ES PENSIONES
  • ES VIVIENDA
  • ES EL SUELDO DE LOS PARLAMENTARIOS
  • ES EL AUMENTO DE LA LUZ
  • ES EL AUMENTO DE LA BENCINA
  • ES EL ROBO DE LAS FUERZAS ARMADAS
  • ES EL PERDONAZO AL EMPRESARIADO
  • ES LA DIGNIDAD DE UNA SOCIEDAD!


El día sábado en la madrugada, y luego que el Presidente se ausentara de la Casa de Gobierno durante varias horas de disturbios, se declara el Estado de Excepción para la ciudad de Santiago. Y así, se volvió en una noche a las viejas prácticas de la dictadura: que el control y orden social pasara a manos del Ejército, ejército entrenado para la guerra y la seguridad exterior.

Lo que vino (y viene todavía) es un proceso de protesta social y violencia que el Estado de excepción no pudo apaciguar, y que por el contrario terminó por potenciar y expandir el conflicto por todas las regiones de Chile.

Ya en la tarde del sábado 19 de octubre se termina decretando el Toque de queda para Santiago y horas después será el tiempo de Valparaíso (decreto emitido con menos de una hora de plazo para su efectividad).

Estas medidas han agravado el conflicto, dándose en paralelo las siguientes situaciones en diferentes regiones del país: convocatoria a marchas, concentraciones pacíficas y cacerolazos para manifestar el descontento social y para rechazar la presencia de militares en las calles; incendios y saqueos a grandes supermercados y comercios -símbolos del capital y del consumo-, que en las últimas horas lamentablemente ya se había extendido a comercios de trabajadores y trabajadoras; represión en manos de las fuerzas especiales de carabineros y el descontrol del rol de militares, siendo el accionar de éstos últimos altamente preocupante por el uso de armas y el abuso de poder en detenciones; el aumento del número de ciudades declaradas en Estado de excepción y más toques de queda[2]; la criminalización por parte del gobierno de la protesta, desviando la atención sobre lo que son las demandas sociales que la ciudadanía está reclamando.

¿Cómo se explica que un hecho tan concreto y particular haya desatado este nivel de crisis social?

Leí una frase en las redes sociales que refleja claramente la problemática en cuestión: “no es por 30 pesos, es por 30 años”; 30 años de la implementación y profundización del modelo neoliberal que ha convertido los derechos de todos y todas en privilegios de una minoría.

En este marco, el alza de las tarifas del transporte subterráneo, emblema del desarrollo, el progreso, la estabilidad económica y el orden nacional, es la punta del iceberg de una serie de injusticias, exclusiones y desigualdades signadas por un modelo civilizatorio que tiene como fin la instauración del mercado total y la protección del capital para y de unos pocos.

En efecto, cuando los secundarios comenzaron con las evasiones, el Presidente Sebastián Piñera manifestó su rechazo a dichas acciones, expresando que nadie puede estar fuera de la ley. Estas declaraciones generaron la molestia de la ciudadanía que, a principios de 2019 se había enterado que el actual Presidente había evadido el pago de impuestos por el sub- avalúo de una de sus casas de veraneo por 30 años[3]

Esta situación se vuelve aún más escandalosa si observamos que, según el cálculo del académico Javier Ruiz-Table, el costo de la evasión del metro que ocurrió durante estas dos semanas, más el de la reparación de los daños causados en las manifestaciones (201 millones de dólares), no alcanza a ser ni el 5% de la suma total de evasiones, elusiones fiscales, fraudes al fisco, colusiones y otras fuentes de desigualdad cometidas por los grandes empresarios del país y por los hechos de corrupción perpetrados por instituciones públicas y algunos políticos, entre las cuales están las fuerzas policiales y armadas (4.982 millones de dólares)[4].

Esto se suma a una serie de otras desigualdades e injusticias que ya se venían reclamando en el país: mientras el 50% de los trabajadores y trabajadoras en Chile tienen un salario menor o igual a 560 dólares aproximadamente, el 0.01% de los más ricos tiene un ingreso per cápita mensual de 81.000 dólares[5]

Mientras que las Administradas de Fondos de Pensión tienen exorbitantes ganancias y mantienen las inversiones y productividades de los principales grupos económicos, el 80% de los jubilados no alcanza la pensión mínima. La educación superior es un bien de lujo, que para quienes no tienen ingresos suficientes, provoca el endeudamiento de los estudiantes y sus familias por años. Las escuelas públicas sufren las carencias del abandono del Estado y el acceso a la salud pública es precaria y lenta. El agua está privatizada, se puede dar a perpetuidad y gratuitamente a privados. 

El modelo extractivista y agropecuario, en su mayoría privatizado, ha producido riquezas a costo del deterioro ambiental y la contaminación que ha afectado directamente a la población e incluso, en algunos casos, como la pesca, se ha convertido en un negocio de pocas familias empresarias (chilenas y extranjeras), desplazando a pequeños productores.

Detrás de esa fama internacional, de estabilidad económica, de baja inflación, de crecimiento macroeconómico envidiable y del bajo valor de productos de consumo importados están las heridas de una sociedad profundamente desigual y excluyente, donde la justicia, los beneficios del desarrollo y la penalización dependen del lugar de la sociedad que los ciudadanos ocupan.

El problema de esto no es si el Neoliberalismo funciona, pero tiene sus fallas. El Neoliberalismo no tiene contradicciones, funciona y se reproduce en base a una serie de mitos que naturalizan y ocultan, el que la producción de la riqueza (de unos pocos) sólo es posible a costa de la pobreza (de muchos)[6]. De que el neoliberalismo no se impone por la racionalidad del libre mercado sino por la irracional violencia estructural, simbólica y física de quienes tienen el poder del capital. Que el neoliberalismo más que un modelo económico, es un modelo civilizatorio que coloniza nuestras vidas y nuestras mentes con la utopía del consumo, el desarrollo y el progreso[7].

El gobierno ha hechos diversos llamados a condenar sin ambigüedades la violencia y el saqueo de los <>, a unirnos por la paz del país; ha criminalizado el descontento social en un intento por enemistar a la clase trabajadora y a la ciudadanía y ha llamado al diálogo nacional. Pero ¿se trata simplemente de condenar o justificar la violencia y el saqueo de parte de la ciudadanía? ¿se trata de llamar al diálogo en medio de una ciudad resguardada por la fuerza policial y las fuerzas militares? ¿con la suspensión de las garantías constitucionales? ¿No ha sido la violencia la que ha hecho posible que el Estado diera marcha atrás con el aumento? ¿No ha sido este estallido social el que ha permitido que la ciudadanía sea realmente escuchada, que el gobierno y la elite política empiece a reconocer que tienen una deuda con la desigualdad, que finalmente entendieron? ¿Cómo condenar acciones propias de un modelo que no tiene otra forma de imponerse que por medio de la violencia y de la acumulación por desposesión (como nos señala el geógrafo David Harvey)?[8]

No se trata de condenar o justificar, se trata de una oportunidad que sólo las crisis sociales profundas abren: la necesidad de un cambio estructural y profundo en las bases de la sociedad chilena, para la construcción de una sociedad otra donde estemos, desde la diversidad y la dignidad, todos y todas adentro. No es por 30 pesos.

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[1] La tarifa del transporte subterráneo urbano se calcula en base a los siguientes factores: “el precio del petróleo diesel; el Índice Costo Mano de Obra Nominal (ICMO); el Índice de Precios al Consumidor (IPC); el valor de Lubricantes; el valor de neumáticos nuevos; el tipo de cambio para el dólar observado; el tipo de cambio para el Euro; y finalmente el Índice promedio de productos importados del sector industrial (IIMI)” (Fuente: https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/transportes/metro/asi-opera-el-panel-de-expertos-que-sube-las-tarifas-del-transporte/2019-10-16/175053.html)
[2] Hasta el domingo a la hora en que se cerró esta nota, el estado de excepción corría para las siguientes ciudades: Valparaíso, Talca, Chillán y Chillan Viejo, Temuco-Padre las Casas, Punta Arenas, Región Metropolitana completa, Coquimbo, La Serena, Concepción, Antofagasta y Valdivia.
[3] Por 30 años el Presidente pagó impuestos por una propiedad avaluado en 12 millones de pesos chilenos, cifra que recalculada por el Servicio de Impuestos Internos para febrero de 2019 asciende a $400 millones, de los cuales, $362 millones se consideraron como afectos a impuestos. Fuente: https://www.eldinamo.cl/nacional/2019/05/22/caburgua-sii-calcula-en-19-millones-deuda-de-pinera-por-contribuciones/
[5] Fuente: www.fundaciónsol.cl
[6] Mignolo, W. (2014). Introducción. En W. Mignolo, D. Chakrbarty, E. Chukwudi-Eze, E. D. Khatibi, A. Quijano, T. Serequeberham, . . . S. Zizek, & W. Mignolo (Ed.), Capitalismo y geopolítica del conocimiento. El eurocentrismo y la filosofía de la liberación en el debate intelectual y contemporáneo. (págs. 17-60). Buenos Aires: Del Signo.
[7] Lander E., La utopía del mercado total y el poder imperial, <<Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales>>, 2, 2002, pp. 51-79.
[8] Harvey, David (2005) El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión. En Socialist register 2004 (enero 2005). Buenos Aires : CLACSO, 2005.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espert...pentico.
Antes del primer debate se le cayó el modelo ecuatoriano ... y no dijo nada.
Antes del segundo debate se le quemó el modelo chileno ... y no dijo nada.
Puede decir cualquier estupidez y ningún periodista lo repregunta ...
Un debate más y explota Colombia ...
Sigue hablando tonterias con ínfulas de matón de película americana.