¿Es cierto que Argentina se jodió en 1945?
A lo largo de las décadas fue alejándose de los países desarrollados. ¿Cuándo se produjo el quiebre?
Daniel Schteingart
dany@cenital.com @danyscht
En los últimos años, el fenómeno ultraliberal (o "libertario") cobró popularidad en redes sociales. De la mano de referentes como José Luis Espert o Javier Milei, entre otros, el discurso ha venido ganando adeptos, particularmente en jóvenes varones sub30. Uno de los leitmotivs de estas personas es que Argentina llegó a ser "el país más rico del mundo" en 1895 y que luego más o menos se mantuvo en la elite mundial hasta 1945, cuando empezó la "decadencia". Buena parte del discurso macrista ha suscripto -con algunos matices- a esta idea, cuando se habla de los "70 años de peronismo" como el origen del atraso relativo de Argentina. Pero, ¿qué hay de cierto en esto? A lo largo de este artículo vamos a argumentar que: a) el atraso relativo de Argentina no se produjo en las décadas posteriores a 1945; b) que el gran quiebre se produjo a mediados de los '70, y c) que Argentina no era el país más desarrollado del mundo a fines del siglo XIX.
Por qué usar rankings es engañoso
Hay un gráfico, muy popular entre los libertarios, que es el de cómo evolucionó Argentina en el ranking del PBI per cápita mundial desde 1875 hasta hoy. Para ello, toman como referencia una base de datos ampliamente usada por los economistas e historiadores a nivel mundial, que se llama la "Maddison Project Database" (de ahora en más, la llamaremos "la base de Maddison", en honor al brillante historiador económico Angus Maddison, pionero en construir estas series).
Gráfico 1
Tal como se ve, el gráfico -elaborado por la fundación "Libertad y Progreso", think tank ultraliberal (durante mucho tiempo Espert tuvo uno igual en su foto de portada de Twitter) - muestra la posición de Argentina en el ranking mundial del PBI per cápita desde 1875 hasta la actualidad. El gráfico también muestra a Australia, país que se toma habitualmente de referencia en la comparación con Argentina, debido a que hacia 1900 eran países de alto ingreso per cápita para los estándares mundiales, muy baja densidad demográfica y clima mayormente templado. Una primera lectura del gráfico, en la que se ve que Argentina pasa del top ten de PBI per cápita entre 1882-1950 al puesto 59 en 2016, es la siguiente: "no fuimos Australia por culpa del peronismo". Aún más, el gráfico muestra que en 1895 Argentina fue el país de mayor ingreso per cápita del mundo, reforzando la idea de un pasado dorado que en algún momento se perdió. Esta idea nostálgica de un pasado próspero que el "estatismo intervencionista populista peronista" vino a romper es ciertamente muy atractiva como relato de la historia argentina.
Primer punto: si bien esta base es muy usada (y soy activo usuario de ella), hay que tener precauciones con los datos que se remontan muy atrás en el tiempo. De acuerdo a uno de los historiadores económicos más reconocidos de Argentina, Pablo Gerchunoff, las series de ingreso per cápita son confiables a partir de 1935, que es cuando Argentina dispone de series oficiales del PBI. Entre 1900 y 1935 los datos son estimaciones que hizo en su momento la CEPAL, y que podrían considerarse como relativamente razonables (aunque con una calidad menor a las de después de 1935). Ahora bien, los datos previos a 1900 son muy precarios y se basan en supuestos muy discutibles (como que el PBI per cápita entre 1870 y 1900 creció a la misma tasa que entre 1900-1913, esto es, 2,5% anual). Ergo, deben tomarse con muchísima cautela y evitarse expresiones tan rimbombantes como "fuimos el país más rico del mundo".
Segundo punto: la "treta" de los libertarios consiste en usar un ranking de países y no -como se debe y como hace cualquier historiador económico serio- tasas de crecimiento a lo largo de la historia. ¿Por qué esto es problemático? Veamos.
La muestra de países cambia con el tiempo
Por un lado, la muestra de países de la base cambia a lo largo de la historia. Como puede verse en el Gráfico 2, la base de Maddison tenía unos 45 países en los años '40, y pega un salto brutal en 1950, a más de 140. ¿A qué se debe esto? Básicamente a que a partir de entonces mejora mucho la calidad informativa de las estadísticas nacionales, sumado a que en los años de posguerra surgen muchos países nuevos (piénsese por ejemplo en las ex colonias africanas o asiáticas).
Gráfico 2
Fuente: elaboración propia en base a Maddison Project Database
Entre 1945 y 1974, Argentina pasa del sexto puesto en el ranking de Maddison al 32. ¿Incide este aumento drástico en esta caída de nuestro país en el ranking? Un poco sí. ¿Por qué? Porque aparecen varios países muy ricos de Medio Oriente (como Libia, Arabia Saudita o Bahrein, entre otros) que, en pleno boom de la economía fordista de posguerra, aumentan su producción de petróleo. Sin embargo, por sí solo esto explica solo una pequeña parte de la caída de 26 puestos en el ranking.
Carrera de países
De acuerdo a la base de Maddison, en 1945 el PBI per cápita de Argentina solo era superado por los países desarrollados anglosajones, poco afectados por la guerra: Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda. Detrás nuestro se ubicaban una veintena de países europeos (tanto de Europa Occidental como Oriental) destruidos por la contienda. ¿Qué pasó? Entre 1945 y 1973, Europa creció como nunca en su historia, en lo que se conoció como "los 30 gloriosos". Como Europa tiene muchos países, esos muchos países nos superaron en el ranking. Recordemos que en un ranking da lo mismo si te pasa un país diminuto como Luxemburgo a si te pasa uno muy populoso como Alemania. Todos cuentan como un país.
Pero, ¿por qué Argentina cayó tantos puestos y los anglosajones no? ¿Es que a Argentina le fue tanto peor que a los anglosajones en la posguerra? La respuesta es "no". La tasa de crecimiento (lo veremos en breve) de Argentina fue muy similar a la de los anglosajones en el período de posguerra. El tema es que el ranking no capta ello. Para entenderlo mejor pensemos en el siguiente ejemplo.
Imaginemos una carrera de 400 km entre Buenos Aires y Mar del Plata entre distintos países. Imaginemos que esa carrera arranca en 1945 y que dura 30 años. También imaginemos que los distintos países, en 1945 no parten de Buenos Aires (km 0), sino de distintos puntos de largada. Por ejemplo, Estados Unidos en 1945 estaba en el km 200, Australia en el 180, Argentina el 120 y veinte países europeos estaban en el km 100. Ahora supongamos que Estados Unidos, Australia y Argentina corren a la misma velocidad en los siguientes treinta años: 5 km por año. De este modo, entre 1945 y 1975 estos tres países avanzaron 150 km. En 1975, Estados Unidos está en el km 350; Australia en el km 330 y Argentina en el km 270.
Ahora bien, imaginemos que los veinte países europeos, en esos treinta años, corrieron más rápido: pongamos, a 7 km por año. En treinta años, recorrieron así 210 km. Como partían del km 100, en 1975 estaban en el km 310. ¿Qué pasó? Argentina cayó veinte puestos en esta carrera, porque los veinte países europeos nos pasaron. Pero Estados Unidos siguió primero y Australia segundo, a pesar de que corrieron a la misma velocidad que nosotros. ¿Por qué? Porque la ventaja original que tenían respecto a los europeos era mucho más grande, y los europeos no llegaron a alcanzarlos. Argentina queda "castigada", a pesar de haber corrido a la misma velocidad que Estados Unidos y Australia, porque su posición en 1945 no era tan privilegiada.
El ranking tiene este gran problema: no nos dice a qué distancia estamos de otros países, sino que solo nos dice el orden de los países. En otros términos, el ranking no distingue el PBI per cápita inicial de los países ni tampoco nos dice cuán cerca o lejos estamos (en porcentaje de nuestro ingreso) de los países desarrollados. Para un ranking, es lo mismo si el PBI per cápita de Estados Unidos es de 100, el de Australia de 99 y el de Argentina de 98, a que si el de Estados Unidos es de 100, el de Australia de 50 y el de Argentina de 1. En ambos casos, Estados Unidos es el primero, Australia el segundo y Argentina el tercero. Eso es un problema gigantesco a la hora de evaluar trayectorias históricas.
Convergencia y divergencia
¿Cómo medimos entonces la performance de un país si los rankings engañan? De dos formas complementarias y muy relacionadas entre sí: a) comparando las tasas de crecimiento del PBI per cápita a lo largo del tiempo o b) lo que se llama PBI per cápita relativo (el PBI per cápita de Argentina es el X% del PBI per cápita de otro país). Si la tasa de crecimiento de Argentina es igual a la del país con el que nos estamos comparando, el PBI per cápita relativo se mantiene. Por ejemplo, imaginemos que nuestro PBI per cápita es de 500 y el de Australia es de 1000 (el doble). Si ambos crecemos un 10%, nuestro PBI per cápita pasa a 550 y el de Australia a 1100. Ambos mejoramos en la misma proporción, de modo que nuestro PBI per cápita sigue siendo el 50% del australiano.
En economía, se dice que hay "convergencia" cuando el país más pobre crece más rápido que el más rico y "divergencia" cuando ocurre lo contrario. En este ejemplo, no hay ni una cosa ni la otra, producto de que ambos crecen al mismo ritmo.
La historia de Argentina en la segunda posguerra muestra que crecimos a una tasa similar (alrededor del 2% per cápita anual) a la de Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. ¿Fue eso un milagro económico? Definitivamente no. Pero fue una tasa "digna", sobre todo teniendo en cuenta lo que vino después. En la segunda posguerra, Argentina creció menos que Europa, Brasil y México, similar a los anglosajones mencionados y más que Uruguay y Chile, que no tuvieron peronismo [1].
La sociedad argentina de posguerra habrá sido conflictiva e inestable en muchos aspectos, pero siguió siendo de movilidad social ascendente y la economía de complejidad creciente. A mediados de los '70, Argentina era tecnológicamente mucho más sofisticada que en 1945 y un 25% de nuestras exportaciones ya eran industriales (cuando hasta los '60 era casi todo commodities, con la excepción transitoria de los años de la Segunda Guerra) [2]. En la misma línea, la productividad era 69% más alta que en 1950 [3]. Las condiciones de vida acompañaron ese proceso: el poder adquisitivo a principios de los '70 era 35% más alto que en 1949 (el mejor año del primer peronismo) y 143% mayor al de 1942, previo a que Perón asumiera como Secretario de Trabajo y Previsión [4]. Asimismo, la evidencia disponible sugiere que informalidad laboral, la desigualdad y la pobreza fueron las más bajas desde que se tenga registro [5].
Gráfico 3
Volviendo a la comparación internacional, además de usar las tasas de crecimiento podemos usar como indicador el PBI per cápita relativo (es decir, nuestro PBI per cápita como porcentaje del de otro). En el Gráfico 3 tenemos una serie que va de 1880 a 1975, comparando contra siete países (los cinco anglosajones más Noruega y Suecia, que no sufrieron tanto las guerras mundiales). La línea marrón muestra el promedio de las siete curvas, como para ver una tendencia más clara. Si la línea sube, ello significa que Argentina crece más que estos países. Si baja, que crece menos (la famosa "decadencia" de la que habla Espert). ¿Y qué pasa? Si no veo mal, hay atraso relativo desde 1895 (cuando supuestamente fuimos primer PBI per cápita) y no desde 1945. Si obviamos el pico de 1895, vemos que entre 1900-1913 Argentina promedió entre el 80-95% del PBI per cápita de estos siete países. Sin embargo, a partir de allí se observa una clara pendiente negativa (con algunos vaivenes) hasta los años '40. A principios de esta década el PBI per cápita argentino era el 60-65% del de estos países. El grueso de esta divergencia se produjo en los '30.
Cuando muere Perón, en 1974, el PBI per cápita argentino era el 62% del de estos países, cifra similar a la de treinta años atrás; es decir, no hubo convergencia ni divergencia. Es cierto que en los '50 hubo cierta divergencia, luego compensada durante los "diez años gloriosos" de 1964-74, cuando la economía argentina creció ininterrumpidamente traccionada por su sector industrial, por entonces muy impulsado desde el Estado. La maduración de la fuerte lluvia de inversiones del período frondizista (que, a mi modo de ver, tiene más rasgos en común que diferencias con el de Perón, al menos en la visión industrialista del país) explica parte de ello.
El último cuarto del siglo XX
El período que va de mediados de los '70 (con el Rodrigazo y la última dictadura militar) y la crisis de 2001 fue una gran calamidad. Ahí Argentina incluso disminuye su PBI per cápita cuando todos los demás siguen creciendo. Volviendo al ejemplo de la carrera a Mar Del Plata, es como que los países siguen corriendo para adelante y Argentina va marcha atrás y retrocede del km 270 al km 200. Reemplacemos km por salario o riqueza: Argentina pasó de tener un salario/riqueza de 270 a uno de 200 mientras que otros países siguieron mejorando su calidad de vida promedio. La situación fue todavía peor porque a la caída del PBI per cápita hay que sumarlo un fenomenal deterioro distributivo, que hizo que el "PBI per cápita de los pobres" cayera todavía más que el promedio, producto entre otras cosas de la desindustrialización, la precarización laboral y la disparada del desempleo.
Como se ve en el Gráfico 4, Argentina pasa de tener el 62% del PBI per cápita de los siete países mencionados en 1974 al 40% en 2016. Particularmente desastroso fue el período 1975-90. Si bien hubo recuperaciones parciales (1991-98 y 2003-11), no fueron sostenidas.
Para entender la magnitud del desastre de fines de siglo XX: si desde 1975 Argentina hubiera seguido creciendo a la tasa que lo hizo en la posguerra (el nada milagroso 2% anual), hoy tendría el PBI per cápita de Italia o Nueva Zelanda.
Gráfico 4
Más allá del PBI per cápita
Por último, el PBI per cápita es un buen -pero insuficiente- indicador de desarrollo humano. Lo uso mucho, pero hay que incorporar también otras variables de bienestar al análisis, como salud, educación o distribución del ingreso. Y aquí Argentina estaba muy lejos de Europa y Estados Unidos hacia 1900. A modo de ejemplo, la esperanza de vida era de 38 años en Argentina a principios de siglo XX, cuando en Europa Occidental era de 46, en Estados Unidos de 49 y en Australia de 55. A su vez, los años de escolarización promedio de la población eran 2 en Argentina, contra 6 en Europa y Australia y 7 en Estados Unidos [6]. Si usáramos la medida habitual de desarrollo humano (que combina PBI per cápita con estas dos variables), veríamos que Argentina -si bien era un país ciertamente dinámico y de movilidad social ascendente- lejos estaba de ser el país más desarrollado del mundo.
La distribución del ingreso también es clave. Un país puede ser muy rico y tan desigual que buena parte de la población tiene un estándar de vida bajo. A modo de ejemplo, Qatar es hoy el país de mayor ingreso per cápita del mundo; nadie en su sano juicio diría que es el más desarrollado. En parte, porque se trata de un país cuyo alto PBI per cápita se explica por la renta petrolera, apropiada mayormente por una elite. Si bien no creo que la Argentina de 1900 fuera directamente comparable a lo que es Qatar hoy, sí tenía algunos puntos en común: un PBI per cápita muy alto comparado con otros indicadores de desarrollo como los mencionados de educación y salud o un nivel de sofisticación productiva bajo comparado con otros países de PBI per cápita similar en esos tiempos (como Alemania o mismo Australia). Respecto a la distribución del ingreso, la evidencia disponible indica que era bastante más desigual (y creciente) [7] en Argentina que en países como Australia o Estados Unidos. De acuerdo a la World Top Incomes Database, a mediados de los '30, el 1% de mayores ingresos se apropiaba del 20% de la torta en Argentina, contra un 17% en Estados Unidos y un 11% en Australia. En 1955, después de la redistribución peronista, el 1% de mayores ingresos se apropiaba del 16% de la torta en nuestro país [8].
En suma, Argentina no fue el país más desarrollado del mundo durante el modelo agroexportador. Sí fue un país dinámico y de movilidad ascendente, aunque en algún momento previo a 1945 (¿1913? ¿1930?) comenzó la divergencia con los países ricos. El período 1945-75 continuó -con un cambio fuerte en la distribución del ingreso a partir del primer peronismo- la movilidad social ascendente. Durante ese período Argentina no se atrasó respecto a países como Australia, Estados Unidos o Nueva Zelanda. Donde sí hay consenso prácticamente unánime es que el quiebre hacia la gran divergencia argentina se produce a mediados de los '70.
[1] La tasa de crecimiento del PBI per cápita entre 1944-46 y 1973-75 fue del 2% anual en Argentina, 1,8% en Estados Unidos y Reino Unido, 2% en Nueva Zelanda y 2,2% en Australia. En comparación, fue del 4,1% en Europa Occidental, del 1,0% en Chile, del 1,4% en Uruguay, del 3,3% en México y del 4,4% en Brasil.
[2] Datos de COMTRADE. Durante la guerra, países como Argentina y México aumentaron sus exportaciones industriales producto de que Estados Unidos y Europa dirigieron toda su producción industrial a los esfuerzos bélicos, limitando sus propias exportaciones. Una vez que terminó el conflicto, se retomó el patrón previo en donde casi la totalidad de las exportaciones eran materias primas.
[3] Cálculo propio en base a las Penn World Tables.
[4] Cálculo propio en base a datos del CEPED.
[5] De acuerdo a Groisman (2013), el 19% de los asalariados (excluyendo servicio doméstico) fue informal en el Gran Buenos Aires (GBA) en 1974. Esa cifra hoy fue del 29% en 2016-2018 en el mismo distrito. Por su lado, la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre pasó de 10 veces en 1974 a 25 veces en 2018 (datos del GBA). La pobreza en el GBA era en 1974 de alrededor del 15% (con la metodología actual de pobreza del INDEC); en el mejor momento de los últimos años (2017), esa cifra fue 25% en el GBA.
[6] Clio Infra Database.
[7] Según cita Jeffrey Williamson en base a otros trabajos, el coeficiente de Gini (que mide desigualdad) pasó de 52.2 en 1870 a 57.4 en los años '20. Respecto a las diferencias con países anglosajones como Australia, Canadá o Estados Unidos, en un muy famoso trabajo Engerman y Sokoloff señalan que la distribución de la tierra era mucho más igualitaria allí que en el Cono Sur. Ello habría tenido impactos de largo plazo en tanto el poder político de las elites fue mucho más reducido en tales colonias británicas que en Argentina, Uruguay y Chile. A modo de ejemplo, la difusión de la educación fue más tardía aquí que en esos países, y lo mismo la democratización política.
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