Unidas Podemos en las elecciones generales: otra interpretación
Eduardo López-Aranguren
Podemos tiene sus raíces en el Movimiento 15-M de 2011, el cual surge en medio de una gran crisis que es crisis económica y financiera del capitalismo, crisis social y crisis política.
La crisis del sistema financiero se extendió por el mundo capitalista y amenazaba con el colapso del sistema hasta que fue apuntalado y asegurado por los Estados por medio de muchos miles de millones de dólares y euros.
La crisis financiera y económica dio origen a una enorme crisis social de desempleo, pobreza y desigualdad como consecuencia de la desaparición de empresas y de los recortes en educación, sanidad, pensiones y todo tipo de servicios sociales (la llamada “austeridad”).
Y ligada a la crisis económica y social emergió una crisis política : ausencia de transparencia, corrupción, deterioro de la calidad de la democracia. En España, los políticos del establishment vinieron a ser considerados una “casta” privilegiada. Recordemos los dos slogans más representativos del 15-M: “No nos representan” y “Democracia real, ya”.
El movimiento 15-M y el partido Podemos tuvieron un gran impacto en el sistema político bipartidista (PP y PSOE). Abrieron los ojos y las mentes de mucha gente y canalizaron el descontento y la indignación hacia una gran protesta popular, muy transversal ideológicamente, y que tuvo un gran éxito electoral en 2015 y 2016: más de cinco millones de votos (21 por 100 del total) justo por detrás del PSOE, con 69 y 71 escaños en el Congreso de Diputados respectivamente.
Desde las elecciones generales del 28 de abril mucho se ha dicho y escrito para explicar la caída electoral de Unidas-Podemos, que en tres años ha perdido 1.300.000 votos, y que con 14 por 100 del voto válido ha quedado por debajo de Ciudadanos.
Mi tesis es la siguiente. Ante el descontento general con la situación económica, social y política del país , y el desconcierto de una población que no veía posibilidad de solución en los partidos existentes, mucha gente muy diversa ideológicamente encontró en Podemos en 2015 y 2016 una forma diferente de enfrentar los problemas y una actitud innovadora hacia el cambio necesario en la vida política española.
El voto a Podemos fue en 2015-16 un voto ideológicamente transversal, gente de centro izquierda, de izquierda moderada (que antes votaban PSOE), de izquierda tradicional (partido comunista) y de izquierda anticapitalista.
El núcleo original en la dirección de Podemos también era ideológicamente diverso, y esas diferencias comenzaron a emerger a medida que Podemos crecía orgánicamente y la situación del país evolucionaba con el comienzo de la salida de la crisis y con la recuperación del gobierno por el PSOE tras la moción de censura de 2018. Esa diversidad ideológica se manifestó en disputas internas, en luchas por el control de la organización (es decir, del poder) y en el abandonos del partido por los perdedores.
La ideología que aparece como dominante hoy en Podemos, representada por Pablo Iglesias, es la de una izquierda que programa un cambio radical político, social y económico en el país. Un elemento simbólico de tal cambio es el de apoyo a un referendum en Cataluña, como primer paso democrático necesario para llegar a una solución negociada del conflicto (aunque con el deseo y la esperanza de que en tal referéndum obtuviera más votos la opción de permanencia en España).
A las izquierdas "juntos nos va mejor"
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Pero muchos de los ciudadanos que votaron a Podemos en 2015 y 2016 no son tan de izquierda, y no apoyaron su paquete ideológico en abril de este año. Su posición es la de necesidad de cambio, sí, pero un cambio moderado y pausado, que no implica la transformación de las estructuras capitalistas fundamentales de la sociedad ni la pérdida del poder por los grupos oligárquicos que lo ejercen.
En suma, el cambio característico de centro-izquierda. Y esta ha sido la dirección del voto. Mientras que Unidas-Podemos perdía 1.300.000 votos, el PSOE ganaba más de dos millones y Ciudadanos más de un millón. Podemos deja de ser un partido de voto transversal para convertirse en un partido de verdadera izquierda, que obtiene y retiene el voto de aquellos que siempre son firmes en su compromiso con los valores y principios de la izquierda auténtica.
De acuerdo con este razonamiento, el éxito electoral futuro de Unidas-Podemos dependerá de la evolución ideológica hacia la izquierda de los españoles. Pero para que esto ocurra, Podemos, Izquierda Unida y otras organizaciones (sindicales, por ejemplo) deberán trabajar en el perfeccionamiento y presentación de una ideología política de izquierda que cubra los diversos campos del debate político, económico y social. Una ideología bien estructurada, dotada de coherencia interna y con capacidad de movilización (especialmente de la gente joven) para que pueda competir con probabilidad de éxito frente a la ideología conservadora hoy dominante.
es catedrático emérito de la Universidad Carlos III de Madrid y autor entre otras obras de La conciencia regional en el proceso autonómico español, La retórica del cambio en las organizaciones y Problemas sociales: desigualdad, pobreza y exclusión social.
España y el Miedo
Jorge Verstrynge
Y Franco es la culminación. En el sur de España, en zonas como Jaén, como en Sevilla o en Granada, todavía hay gente que no se atreve a hablar. Un amigo mío siempre me explicaba: “si tú supieras, Jorge, la cantidad de muertos que hay debajo de los olivos” https://t.co/qpSILs5ZYi— Artemio López (@Lupo55) 30 de junio de 2019
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