CIUDAD DE MÉXICO — El político mexicano Andrés Manuel López Obrador cumple hoy la máxima de que la tercera es la vencida: después de tres intentos como candidato presidencial, toma posesión oficialmente como mandatario del país.
Fue elegido en julio con una amplia mayoría, el 53 por ciento de los votos, impulsado en buena parte por jóvenes mexicanos desilusionadoscon el estado actual de su país, pero también gracias al apoyo de distintos sectores ansiosos por un cambio debido a los múltiples problemas que caracterizaron la gestión del saliente Enrique Peña Nieto.
Ahora que asume el poder ejecutivo, el tabasqueño de 65 años enfrenta enormes retos heredados de los gobiernos pasados, principalmente la corrupción y la violencia, además de otros que se han convertido en parte ineludible de la coyuntura, como el medioambiente y la situación migratoria que involucra las políticas del presidente Donald Trump y las caravanas.
López Obrador también deberá cumplir con las expectativas que él mismo generó respecto de temas como el combate a la pobreza durante su campaña, tras la cual se convirtió en el primer presidente de izquierda en México desde los años treinta (cuando gobernó Lázaro Cárdenas, a quien el nuevo mandatario ha calificado como “el mejor presidente del siglo XX que ha habido en el país”).
Violencia y corrupción
Entre las mayores preocupaciones de los mexicanos se destaca que en 2017 el país rompió un récord histórico de asesinatos, además las más de 33.000 personas desaparecidas en todo el país y el hallazgo de alrededor de dos mil fosas clandestinas en la última década. En cuanto a corrupción, México tiene la peor calificación de toda América Latina en índices de sobornos y más del 60 por ciento de los ciudadanos considera que los policías y representantes electos son corruptos, según Transparencia Internacional.
No obstante, el nuevo presidente ya ha generado polémica por las medidas que ha anunciado para atender ambos problemas.
En materia de corrupción, hace unos días fue criticado por sugerir en una entrevista de radio que “juzgar a grandes corruptos es conspirar contra la estabilidad del país”. Hasta el momento, las altísimas tasas de impunidad en México —organismos especializados calculan que la probabilidad de que se resuelva o castigue un delito es de 0,9 por ciento— han significado que tampoco suelen ser condenadas las figuras de alto rango por actos de corrupción, si acaso llegan a ser procesadas. No queda claro aún qué planes tiene el nuevo presidente para mejorar el sistema de justicia en un país donde muchísimas personas llevan años en prisión preventiva sin que se hayan iniciado juicios en su contra.
Andrés Manuel López Obrador, con micrófono, se reunió con los familiares de los 43 desaparecidos durante la campaña y ha prometido trabajar con ellos. Getty Images
En cuanto a la seguridad, López Obrador parece haber dado un giro. Durante la campaña indicó que no se combate “fuego con fuego” e indicó que quería retirar a las fuerzas armadas de las calles, donde han estado desplegadas de manera generalizada desde 2006, a partir del inicio de la llamada guerra contra el narcotráfico. Ahora que asume el mando ha dicho que su plan para la seguridad y la pacificación requiere la creación de una Guardia Nacional formada por militares y policías con entrenamiento castrense, y que incluso cambiará la Constitución para legalizar la movilización de esos efectivos.
En un artículo de opinión, el académico Alejandro Madrazo Lajous dice que esta decisión es un “desvarío histórico”. Un tema pendiente vinculado tanto a la violencia como a la corrupción es el asesinato de periodistas que ha convertido a México en uno de los países más mortíferos del mundo para ejercer; además, el Times ha reportado que herramientas de espionaje adquiridas por el gobierno de Peña Nieto supuestamente para combatir el crimen han sido utilizadas indebidamente contra reporteros y defensores de derechos humanos.
Respecto de las desapariciones, en particular el caso emblemático de los 43 estudiantes de Ayotzinapa cuyo paradero se desconoce desde septiembre de 2014, López Obrador ha dicho que formará una comisión especial para indagar lo sucedido (un fallo judicial que exigía rehacer la investiación no fue acatado por el gobierno de Peña Nieto).
Los migrantes y la política exterior
Migrantes descansan cerca del cruce fronterizo oficial a Estados Unidos, en Tijuana, México, el 22 de noviembre de 2018. CreditMauricio Lima para The New York Times
Antes de tomar posesión, López Obrador dijo que establecerá un programa de visas de trabajo para los migrantes centroamericanos que usualmente intentan cruzar hacia Estados Unidos. Sería un programa inédito en el país, posiblemente complementado por un acuerdo en ciernes para que México albergue a quienes soliciten asilo ante el gobierno estadounidense mientras dura el proceso.
El nuevo canciller mexicano, Marcelo Ebrard, también anunció que ya tienen pensado un plan conjunto con Estados Unidos y Canadá para impulsar a la par el desarrollo económico de Centroamérica, con la pretensión de atender así las causas de la emigración. El plan sería anunciado el 10 de diciembre durante una conferencia mundial migratoria organizada por la Organización de las Naciones Unidas.
En otros temas de la relación con Estados Unidos, López Obrador impulsó la firma del nuevo tratado comercial T-MEC (su nombre en español de hecho fue decidido a través de una encuesta en Twitter hecha por AMLO) y uno de los negociadores del acuerdo, Jesús Seade, será el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte. Los integrantes del nuevo gobierno mexicano han dicho que buscan otras “áreas de entendimiento” con el gobierno de Trump, quien ha sido sumamente crítico de los mexicanos y del país.
Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores entrante CreditChris Wattie/Reuters
En la relación con América Latina, en particular frente a las crisis de Venezuela y Nicaragua, el académico Rafael Rojas opina que AMLO debería mantener “las gestiones diplomáticas que México ha seguido en los últimos años desde el Grupo de Lima, la OEA y la ONU”. El excanciller mexicano Jorge Castañeda opina que es poco probable que esto suceda, porque el nuevo gobierno ha dado a entender que asumirá una postura “de no involucrarse en la política de otras naciones ni expresar opiniones sobre la situación de los derechos humanos en otros países”.
El desarrollo y sus beneficiarios
En una encuesta reciente, un 46 por ciento de los mexicanos dijo que espera que uno de los primeros temas del mandato sea mejorar la economía de México. La escritora Elena Poniatowska sostiene que una de las mayores razones para estar esperanzados con López Obrador es que ha prometido apuntalar el combate a la arraigada pobreza en el país.
Para ello, el nuevo presidente ha anunciado planes de desarrollo que van desde trasladar las oficinas de varios ministerios a diversos estados —actualmente están concentrados en Ciudad de México— hasta una nueva refinería petrolera y la construcción del llamado Tren Maya, que recorrería la ruta turística del Golfo de México.
Estos proyectos, sin embargo, han despertado preocupaciones sobre todo por su impacto medioambiental y el efecto que tendrían en las comunidades indígenas y rurales que habitan en esas zonas, las cuales no han sido consultadas sobre la construcción. En México existen más de 200 conflictos territoriales ambientales vigentes, como muestra un reportaje de The New York Times en Español, y el rechazo a ese tipo de megaproyectos ha ocasionado que el país sea uno de los más peligrosos del mundo para los activistas medioambientales.
“El apoyo y la protección para los ambientalistas y activistas tiene que ser una prioridad para Andrés Manuel López Obrador”, escribe en nuestras páginas de opinión Rubén Albarrán, vocalista del grupo Café Tacvba y activista
Una refinería de Petróleos Mexicanos en Tula, en el estado mexicano de Hidalgo CreditAlejandro Cegarra/Bloomberg
Para fortalecer la economía, el nuevo gobierno tendrá que enfrentar una depreciación reciente del peso frente al dólar, en parte por la aparente aprehensión de inversores internacionales tras algunas decisiones de AMLO, como la cancelación de un proyecto aeroportuarioque ya estaba en construcción y la incertidumbre sobre su política energética. Lisa Viscidi y Nate Graham, expertos en energía e industrias extractivas, urgen al nuevo presidente a que se enfoque en desarrollar las energías limpias.
Escenario político y estilo de gestión
López Obrador inicia su mandato con un Congreso en el que tiene mayoría, además de que su coalición electoral triunfó en casi todas las elecciones a gobernador de este año. Eso facilitaría los avances de ciertos proyectos anunciados, los cuales ha buscado promover por medio de consultas populares de organización irregular, pero también será de suma importancia su relación con la oposición política. “Gobernará sin mucha fiscalización ni grandes contrapesos, por lo que toda la responsabilidad y todos los costos recaerán sobre López Obrador y Morena”, advierte el analista Carlos Bravo Regidor.
Antes de ser candidato presidencial, López Obrador desempeñó el cargo más alto de la Ciudad de México, Jefe de Gobierno. El periodista Guillermo Osorno hizo un recuento sobre las decisiones que tomó durante su gestión en el gobierno capitalino y señala que como líder político sí ha mostrado un “esfuerzo de moderación” con la formación de “alianzas pragmáticas”.
Muestra de ese pragmatismo fue su disposición a incorporar a personas de otras fuerzas políticas a su coalición de campaña, Juntos Haremos Historia; sumó a pequeños partidos de izquierda como el Partido del Trabajo, pero también al Partido Encuentro Social —con posturas sociales de derecha—y a figuras que desertaron de los partidos a los que AMLO había criticado históricamente: Acción Nacional (o PAN, contra cuyo candidato López Obrador perdió de manera polémica en 2006) y del Partido Revolucionario Institucional. Por ejemplo, la coordinadora de campaña de López Obrador, la ahora diputada Tatiana Clouthier, perteneció durante casi dos décadas al PAN; AMLO también nombró como próximo director de la Comisión Federal de Electricidad al priista Manuel Bartlett.
En ese sentido, el columnista del Times e historiador Enrique Krauze postula lo siguiente para el gobierno entrante: “López Obrador debe convertir su triunfo en un triunfo de México. La clave estará en abrir una etapa histórica en la que el espíritu de conciliación, la tolerancia, el respeto pleno a la libertad de expresión priven sobre la polarización, el encono y la censura”.
López Obrador con simpatizantes en el Zócalo de Ciudad de México el 1 de julio, cuando ganó la elecciónCreditPedro Pardo/Agence France-Presse — Getty Images
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