¿HAY 2019?
El peronismo y la provincia de Buenos Aires
Por Juan Pablo Pilorget, Marcos Schiavi y Tomás Aguerre
De cara a las elecciones del año próximo hay un interrogante central: unidad de la oposición para ganarle a Mauricio Macri, ¿sí o no? O, siendo más específico: unidad del peronismo, ¿sí o no? Debilidades y virtudes del peronismo en las elecciones del mayor distrito del país.
I
Este año, la mayoría de los dirigentes de la oposición hablaron de la idea de unidad. Muchos han propuesto saldar las diferencias en las primarias (PASO). Algunos más entusiasmados, otros más reacios; algunos fijan su límite en Cambiemos, otros en el kirchnerismo. Lo cierto es que esa discusión -que es nacional en primer lugar- tiene traducciones locales diversas. En muchas provincias, donde las elecciones pueden ir desdobladas de la elección nacional, el debate será objetivamente diferente a lo que ocurrirá, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires. Es allí donde nos queremos detener: en la provincia, sus secciones y municipios. ¿Es aquí la unidad la única clave de análisis? Nosotros consideramos que no.
Más allá de la cuestión acerca de la unidad lo que queremos analizar es el vínculo entre las dos boletas fuertes de la elección: presidente y gobernador de la provincia de Buenos Aires. Salvo que en estos meses se acelere una reforma electoral -un hecho que hoy se observa como poco probable- la boleta presidencial va a ir pegada a la de gobernador e intendente. Esto hace que la discusión nacional sea inseparable de la provincial y que la unidad (o la falta de ella) pueda asegurar una victoria o una derrota. Lo mismo aplica para el armado de la boleta. Entonces, creemos, todo va a depender de cómo se una o se divida lo que definiremos aquí como “el voto peronista”. Y esto último depende tanto de la unidad como de la oferta electoral diferenciada de presidente y gobernador.
La unidad no es lo común. El peronismo en la PBA no presenta una oferta única desde hace mucho tiempo. Sólo en los últimos diez años (2009-2019), el peronismo presentó entre dos y tres listas; y sólo en el 2011 triunfó la lista del “peronismo oficial”. En el resto, ganó el “no-peronismo” (2015-17) o un escisión del “peronismo oficial” con apoyo de sectores “no peronistas” (2009-13). Por eso, sostenemos aquí, no resulta esperable la existencia de una sola lista capaz de aglutinar todo el voto peronista de acá a las próximas elecciones en la provincia de Buenos Aires. El énfasis debería estar puesto en el armado de la boleta del peronismo mayoritario.
La última “foto” que dejaron las elecciones, las de 2017, fue un mar amarillo (todo el interior de la PBA) con un anillo celeste en el conurbano. El peso del voto del GBA (dos tercios del total) permite proyectar una victoria del “peronismo oficial o mayoritario” solo con un aumento de su caudal de votos en ese territorio. En síntesis, es posible ganar sólo con el conurbano. Sin embargo, la provincia no sólo se gobierna dominando el ejecutivo: un gobierno peronista con un quinto de los intendentes y las dos cámaras en contra se vaticina, en tiempos de crisis y ajuste, como una experiencia al menos compleja. El peronismo mayoritario necesita recuperar votos para ganar, pero sobre todo para gobernar, en el interior de la provincia.
En esa línea vamos a trabajar en la siguiente hipótesis: la posibilidad de obtener mejores resultados en la provincia no está dada únicamente por la necesidad de incrementar la cantidad de votos totales sino por una mejor distribución geográfica de los mismos. En ese sentido, consideramos que la posibilidad de obtener el máximo posible de votos peronistas dependerá de presentar una oferta electoral capaz de recuperar terreno en el interior de la provincia de Buenos Aires. Para ello, el diseño de la boleta a gobernador es clave.
En pos de comenzar a contrastar esa hipótesis, buscamos mostrar el comportamiento del voto peronista en elecciones anteriores a los efectos de plantear los escenarios posibles. ¿Cuáles son las posibilidades de que una fuerza peronista triunfe en 2019 en la provincia de Buenos Aires? ¿Cuál es la “boleta ideal” que podría presentar el peronismo para conseguir el objetivo de ganar la provincia, obtener mayoría en las cámaras y mantener y ampliar las intendencias que controla? Para intentar responder algunas de esas preguntas, trazamos los escenarios posibles y los observamos a la luz de las experiencias anteriores.
II
En 2017, Unidad Ciudadana -tomando el número más conservador, la categoría Diputados Nacionales- ganó en 17 municipios contra 118 en los que triunfó Cambiemos (el número asciende a 22 si contamos la categoría Senadores Nacionales). Si a esto se suman los votos del Frente Justicialista (la lista encabezada por Florencio Randazzo, la expresión más cercana a UC), el resultado sería de una victoria en 28 municipios totales para “el voto peronista”. En términos nominales el resultado no sería significativamente mayor, ya que Cambiemos continuaría ganando más de cien municipios. Aunque no conviene pensar en los resultados potenciales como sumas de fuerzas, hagamos este ejercicio: la suma de UC + Frente Justicialista (a la que denominaremos de aquí en más a los efectos prácticos “ex FPV”) hubiera ganado -además de los municipios donde triunfó la lista de UC- en Cañuelas, Colón, Chivilcoy, General San Martín, Lanús, Laprida, Quilmes, San Vicente, Monte Hermoso, Zárate y Hurlingham.
Además, si se sumaran los valores de las dos listas referidas, en otros 26 municipios se acortaría la diferencia con Cambiemos a menos de 10 puntos porcentuales. Muchos de esos municipios están en secciones que fueron esquivas para Unidad Ciudadana: Alberti, Berisso, Bolívar, Brandsen, Carlos Tejedor, Patagones, Castelli, Las Heras, General Paz, San Miguel, Adolfo Gonzales Chaves, Hipólito Yrigoyen, Benito Juárez, Leandro N. Alem, Pehuajó, Pila, Pilar, San Fernando, San Nicolás, Suipacha, Tapalqué, Tigre, Tres de Febrero, Villa Gesell, Tres Lomas e Ituzaingó.
En paralelo, el “ex FPV” volvería a ser la fuerza dominante en el conurbano y la más competitiva en el interior provincial. Agregarle los votos del Frente Justicialista (cerca de 480.000 votos) equipararía los valores de Unidad Ciudadana con los de Cambiemos en 2017, dejándola 70 mil votos por debajo de lo que sacó Graciela Ocaña, la candidata más votada de todas. En síntesis, el resultado simple de sumar esas dos fuerzas (UC + FJ) daría como resultado la posibilidad de ganar la provincia de Buenos Aires, aunque conservando un mapa político muy desfavorable.
Aun así, en la mayoría de los distritos del interior de la provincia, aquellos que por tamaño y ascendencia definen los resultados de las secciones 2, 4, 5, 6 y 7, sumando las dos fuerzas no sólo no alcanza para ganar sino que no lo es ni siquiera para ser competitivo. En esos lugares, la cuenta empieza a cerrar recién cuando se incorpora a este esquema el aporte de votos del Frente Renovador (suponiendo que exista algo así como un voto desencantado con Cambiemos que prefiera migrar primero hacia éste tipo de expresión antes que votar al peronismo oficial).
III
En 81 municipios de la provincia de Buenos Aires, Cambiemos ganó por más de 10 puntos porcentuales, algo que sólo ocurrió en 16 municipios para la fuerza que aquí denominamos peronista. Este esquema repite lo evidenciado previamente: el peronismo reúne menos municipios que pueden considerarse “bastiones” aunque con una cantidad considerable de votos (y el grueso de ellos ubicados en el conurbano bonaerense).
Sacando el conurbano bonaerense y la capital provincial del análisis, en los 14 distritos más relevantes de las secciones electorales del interior aparece un dato importante: en todas ellas, a excepción de Chivilcoy y Zárate, Cambiemos se impone y lo hace por una diferencia considerable. Es decir que cualquier intento por recuperar la provincia y recuperarla en términos “gobernables” se quedaría corto si no es capaz de incluir los votos que en el 2017 fueron a Unidad Ciudadana, el Frente Justicialista y una parte del Frente Renovador.
¿Cuanto del voto FR es peronista? Obviamente esta es una operación difícil de realizar. Una posibilidad a explorar es que ese votante surja de la diferencia entre el voto Unidad Ciudadana + Frente Justicialista en 2017 contra el voto del ballotage en 2015. Ahí podría observarse un margen de votantes permeable de ser interpelado ya que no votó a Cambiemos en 2015 en ninguna de las tres eleccioness (PASO, general y ballotage) en las que se presentó. Es sobre esos distritos donde aparece la necesidad de reconstruir un espacio que en este trabajo denominamos “voto peronista”.
En este sentido, cabe destacar un dato: Un País, la fuerza de Sergio Massa, sólo superó los 30 puntos en un municipio (General Pinto) y los 20 puntos en apenas seis (Tigre, General Las Heras, General Villegas, Rivadavia, San Fernando y General Lavalle). Sin embargo, obtuvo entre 10 y 20 puntos en más de 75 municipios, lo que demuestra que mantiene una base transversal de representatividad en un conjunto importante de municipios, la suficiente como para garantizar la diferencia entre Cambiemos y todas las variantes del peronismo.
Para ponerlo en términos figurativos: si el peronismo tiene grandes bastiones electorales en el conurbano, Cambiemos construyó sobre la base del voto radical una serie de pequeños pero sólidos castillos en el interior de la provincia. A menos que la alianza PRO-UCR se quiebre en la provincia de Buenos Aires -lo cual por el momento parece improbable- cualquier intento de recuperar terreno electoral significa por lo menos volver más competitiva a la fuerza reconstruyendo aquello que en 2017 no se partió en dos, sino en tres: Unidad Ciudadana, Frente Justicialista y Frente Renovador.
IV
Si el análisis anterior es correcto, de ello se deriva la necesidad de mejorar la performance electoral de la fórmula del peronismo en el interior de la provincia de Buenos Aires. Y esa mejora relativa no puede circunscribirse a reconstruir el FPV versión 2017 sino que necesariamente debe incorporar votantes que antaño optaron por el Frente Renovador. Aún sumando UC + Frente Justicialista, el interior de la provincia sigue mostrando una diferencia significativa a favor de Cambiemos:
En ese sentido consideramos que el diseño electoral ofrece una ventaja para trabajar en la construcción de una fórmula capaz de enfrentar el desafío. Es que las elecciones simultáneas entre PBA y Nación actúan como un incentivo positivo en este sentido: permiten cubrir las fortalezas de Unidad Ciudadana (el espacio del conurbano bonaerense, donde obtuvo sus mejores rendimientos) con la boleta de la candidatura presidencial, mientras que “alivia” la boleta al cargo de gobernador de esa tarea y permite perfilarla hacia el interior de la provincia.
Sin embargo, con la oportunidad sóla tampoco alcanza. La posibilidad de que el peronismo vuelva a ganar el país sólo puede darse, creemos, si se recupera un proyecto de provincia que penetre en las capas medias de municipios chicos pero diversos en términos electorales. En ese sentido, por ejemplo, podemos ver que mientras los municipios chicos del NOA y el NEA el voto tiende masivamente al peronismo, en la región pampeana, y fundamentalmente en la provincia de Buenos Aires, la estructura del voto es tradicionalmente radical, y ahora de Cambiemos. Así como el gran desafío de Cambiemos para instalarse definitivamente es entrar en las fortalezas del tradicional voto peronista del conurbano, el peronismo tiene el desafío político de proponer un modelo productivo que resulte seductor para achicar la ventaja en el territorio del interior de la provincia de Buenos Aires.
Si la composición de la boleta a gobernador de la provincia es el resultado de ese proceso, las posibilidades de que un candidato peronista gane las elecciones en la provincia de Buenos Aires, y luego pueda gobernarla, pueden crecer hacia el año que viene. La ventaja de los bastiones peronistas en el Conurbano bonaerense, a veces analizado como un déficit, puede presentarse en cambio como una ventana de oportunidad para presentar un proyecto político renovado y capaz de asumir la representación de las demandas de los votantes del interior de la provincia de Buenos Aires.
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