Desde que Macri es presidente sobrevuela conceptual, política y organizativamente la posibilidad de fractura de la CGT.
Nada nuevo. Es ya una ley de formación y funcionamiento histórica de la organización gremial, atribuible tal vez ( hipótesis provisional) a la notable heterogeneidad ideológica y de proyecto de la dirigencia gremial, sobreimpresa a las notables asimetrías en el impacto sobre el mercado de trabajo de los proyectos conservadores.
Lo notable es que las etapas más operativas del Movimiento Obrero Organizado (MOO), las de mayor nivel de confrontación y mejores niveles de acumulación de poder y resultados reivindicativos específicos se dieron tras las rupturas.
La evidencia histórica muestra que para los sectores más dinámicos del MOO, la vieja unidad construida en etapas de flujo y ascenso económico social, resultó un lastre para los tramos de reflujo y retroceso socio económico.
Moyano saca un 40,3 % para camioneros, Palazzo un 44,5 % para los bancarios, los de la CGT un bono de hasta 5000 pesos, en negro, en dos cuotas, a terminar de cobrar en enero, no obligatorio. Después se preguntan por que algunos gremios se les van de la CGT— La Corriente K (@lacorrientek) 7 de noviembre de 2018
El primer gran estallido de la historia cegetista se produjo en 1968, bajo el régimen de Juan Carlos Onganía. De esa ruptura nacieron la CGT de los Argentinos, liderada por el gráfico Raimundo Ongaro y combativa del gobierno militar, y la CGT Azopardo, de posición más dialoguista y con el metalúrgico Augusto Timoteo Vandor como figura principal.
El siguiente cisma se produjo con el horror de la última dictadura como escenografía. Las sombras de la represión ilegal encontraron por un lado a la ortodoxa CGT Brasil, con el cervecero Saúl Ubaldini como estandarte, y a la CGT Azopardo, impulsada por Jorge Triaca y Armando Cavalieri.
En 1989, se produjo otra división. Esta vez bajo el paraguas del gobierno democrático de Carlos Menem, Ubaldini pasó a conducir la CGT Azopardo, mientras que Güerino Andreoni quedó a cargo de la CGT San Martín.
La última fractura se produjo en 2000, ley laboral de por medio. La CGT oficial pasó a estar controlada por Rodolfo Daer, del gremio de la Alimentación, mientras que Hugo Moyano se puso al frente de la CGT paralela. La división se prolongó hasta 2004, cuando la central obrera se unificó bajo un triunvirato integrado por Moyano, José Luis Lingeri y Susana Rueda, de Sanidad.
Se sucedió luego una escisión breve que no puede con propiedad considerase ruptura con la emergencia de la CGT Azul y Blanca, encabezada por Luis Barrionuevo, un sello opositor surgido en el año 2008 en los albores del conflicto abierto por la reacción del complejo agro mediático, frente a al intento de captación de renta extraordinaria por parte del gobierno popular - democrático.
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