7/06/2018

la verguenza de haber sido y el dolor de ya no ser

(Nota escrita desde Santiago de Chile)

Nuevamente el país trasandino sumido en una crisis de endeudamiento. En sólo dos años y medio la deuda externa se incrementó en más de 100.000 millones de dólares, superando largamente a los ciclos de endeudamiento de la dictadura (1976-1983) y de la convertibilidad (1991-2001).


La bicicleta financiera (carry trade)

Después de una pausa de 12 años durante el gobierno de los Kirchner, que redujeron la deuda externa de un 150% del Producto Bruto Interno (PBI) en el año 2002, a un 40% en el 2015; donde de ese 40%, un 12,5% era en dólares y el 27,5% restante en pesos. El 10 de diciembre de 2015 se inicia un compulsivo ciclo de endeudamiento y saqueo de la patria celeste y blanca, semejante al de un gato que estuvo mucho tiempo mirando una vitrina llena de pescados y se le levanta la persiana.

El “deporte” preferido de la plutocracia financiera y sus socios o lobbistas en Argentina, es la “bicicleta financiera” o carry trade, instalada en Argentina durante la dictadura cívico militar. Para eso una de las primeras medidas que adopta el actual gobierno es la apertura financiera y comercial, sin ningún tipo de control al ingreso y salida de capitales de corto y largo plazo, eliminándose, además, la obligación de liquidar en el mercado de cambios, las divisas ingresadas al país producto de las exportaciones; es decir, una desregulación financiera irrestricta que es acompañada con endeudamiento externo, mayoritariamente del sector público.

Para jugar a la “bicicleta financiera” hay que tener dólares y éstos los tiene la banca extranjera así también como sus gerentes, actualmente ministros, y los exportadores. El carry trade consiste en:
i) El especulador financiero ingresa desde el exterior dólares (moneda que se considera fuerte en Argentina). ii) Los cambia por pesos argentinos (que en Argentina se considera una moneda débil). iii) Con esos pesos argentinos se compran Letras del Banco Central (LEBAC) u otros instrumentos financieros, que pagan un interés en pesos que ha fluctuado entre el 30% al 47%, entre los años 2016 a la fecha. iv) A su vencimiento, las LEBAC se venden recuperando los pesos invertidos más los intereses ganados. v) Con esos pesos se compra un 25% más de dólares que los ingresados (resultado de la diferencia entre la tasa de interés y la tasa de devaluación del peso) que se fugan del país. Para garantizar este “deporte” conocido como la “bicicleta financiera” en el país trasandino, los CEO (gerentes ejecutivos) de los bancos comerciales internacionales, de las multinacionales y del Fondo Monetario Internacional (FMI), se hicieron cargo de la administración del estado argentino, es decir, el gato cuidando la pescadería.

Recuerdos del futuro

Apenas iniciado este gobierno, residentes en Argentina y en el exterior, me preguntaron: ¿Cuál es la mejor Inversión en Argentina ahora? Les señalé: - ¡La especulativa financiera de corto plazo! Con lo que volvieron a consultarme el ¿Por qué?. Respondí “Gobiernan los hijos y nietos, de la denominada patria financiera, contratista y la oligarquía argentina, acostumbrados a vivir de rentas y no del trabajo”.

Durante los dos últimos años y medio ingresaron a la Argentina, dólares o capitales de corto plazo, atraídos por las altas tasas de interés que se transforman en pesos, para comprar LEBAC, por la que se obtienen (en un plazo inferior a un año) los pesos iniciales “invertidos” más los intereses ganados. De esta forma los especuladores financieros y sus socios locales que manejan la política económica, compran más dólares que los ingresados, fugándolos después a sus guaridas offshore situadas en Panamá, Islas Caimán e incluso, Estados Unidos, donde por ejemplo el ex Secretario de Hacienda, ex Ministro de Finanzas, y actual presidente del Banco Central del gobierno argentino, el economista Luis Caputo, tiene en Miami -en la torre del JP Morgan de la calle Brickell 1450 en el piso 14- la oficina de su offshore “Noctua”. Este funcionario se desempeñó como jefe de Trading para América Latina del JP Morgan; y de Europa del Este y América Latina en el Deutsche Bank.




Para garantizar este negocio o saqueo, era necesario disponer durante estos dos años y medio de un flujo continuo de dólares para fugar del país, y éstos los provee el Estado argentino mediante el endeudamiento. Lo que sorprende es su magnitud, carácter compulsivo y rapidez “como si el mundo se fuera a acabar”, pues en términos absolutos la nueva deuda supera en varias veces a la que contrajo la dictadura cívico militar en 7 años, y a la contraída durante la convertibilidad en una década.

Otra de la medidas de este gobierno administrado por especuladores rentistas y usureros profesionales, fue desfinanciar al Estado por medio de la disminución de ingresos por impuestos: se eliminaron las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz y a la minería entre otros; se redujo las retenciones a las exportaciones de soja transgénica. Frente a la falta de ingresos para financiar el gasto público corriente, el Estado argentino se “inserta al mundo” endeudándose en dólares, con la consiguiente pérdida de autodeterminación y soberanía. Los Estados Nacionales soberanos financian su gasto público corriente por medio de impuestos y la moneda nacional emitida por su Banco Central, lo que tiene un costo financiero menor. Pero el objetivo de los que gobiernan la Argentina no es la construcción de un Estado Nación soberano sino al contrario, endeudar al Estado para su enriquecimiento personal alimentando la “bicicleta financiera”. Es así como los trasandinos se convierten en la economía emergente con mayor emisión de deuda soberana, de acuerdo a la agencia estadounidense Bloomberg. De enero de 2016 a diciembre de 2017 se emitió deuda por 132.969 millones de dólares, superando a China que se ubica en segundo lugar. En ese periodo la fuga de capitales ascendió a más 82.000 millones de dólares. La diferencia son las reservas internacionales resultado del endeudamiento y no de las exportaciones, dado que los exportadores no las liquidan para especular evaluando una mayor o menor devaluación de la moneda argentina con respecto a la tasa de interés.

Argentina cae al Fondo

Decía el presidente Mauricio Macri en una entrevista concedida el 24 de abril de este año al diario el Mercurio de Chile: "Argentina es un país que está en una evolución tal vez como nunca antes en su historia. Creemos que vamos a crecer sobre el 3% y vamos a tener una inflación más baja que el año pasado. La meta es más cerca del 15%, a pesar de la sequía”, y prosigue: “insisto: la Argentina después de años de estancamiento, años de alta inflación aún reprimida, un default con el mundo, ha logrado reencauzarse sincerando la economía, abriéndose diligentemente al mundo de forma paulatina, empezando a recibir inversiones extranjeras importantes”.




Lo interesante del relato neoliberal es que la inflación del año 2016 y del 2017 fue superior a la de los gobiernos de los Kirchner y la del 2018 va a estar muy por sobre el 15% vaticinado por el presidente argentino. La inflación acumulada desde que asumió Macri a mayo de 2018, es de un 100%. Por el lado del ingreso por habitante, el del año 2017 fue inferior al del año 2011, y el del 2018 se espera sea aún menor. El retorno al mundo al parecer “por la sequía” fue solicitar un crédito stand by al FMI, un tipo de préstamo que hoy pocos países usan, por las condiciones leoninas que impone el organismo internacional al país deudor. En la actualidad sólo tres países han contraído ese crédito: Irak, Kenia y Jamaica, al cual se suma ahora Argentina. La inversión extranjera, “prédica religiosa” permanente de los últimos dos años y medio, no llegó. Sólo la inversión especulativa de corto plazo que se transforma en fuga de capitales estimulada por la “bicicleta financiera”, constituida en política de Estado. Lo anterior condujo a la insolvencia externa con un déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de más de un 5% del PBI.

Las LEBACs, instrumento financiero que se desnaturalizo para practicar la “bicicleta financiera”, supera en monto, a todos los billetes y monedas argentinos en circulación o Base Monetaria. Toda la burbuja anterior, generada para el enriquecimiento de unos pocos -que tienen su patrimonio o ahorro en el exterior y paraísos fiscales- a costa del empobrecimiento del pueblo argentino, terminó más temprano de lo previsto. El Estado argentino y sus administradores actuales tuvieron que recurrir al FMI como prestamista de última instancia, solicitando un crédito de 50.000 millones de dólares, para satisfacer la demanda de divisas de la economía argentina de aquí a 36 meses. Con este salvavidas de deuda y dependencia se busca ganar tiempo y la reelección del actual presidente aunque acompañado de un ajuste de las cuentas públicas. Es decir, reduciendo el gasto primario del Estado, para generar un superávit primario equivalente al crecimiento al pago de los intereses de la deuda y la reducción del déficit externo, junto al desmantelamiento de la ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social) a través de la liquidación del fondo de garantía de sustentabilidad (FGS), para crear las condiciones de retorno del sistema jubilatorio privado.

El Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) está compuesto por activos financieros que se utilizan para financiar el sistema previsional, y sus recursos se han utilizado para invertir en LEBACS, para lo que se contrató innecesariamente al fondo de inversión Axis. Éste está a su vez, vinculado al ex Ministro y actual presidente del Banco Central, Luis Caputo.

El 8 de mayo, el presidente argentino anunció nuevamente la caída de Argentina al Fondo, señalando que “frente a esta nueva situación internacional, y de manera preventiva, he decidido iniciar conversaciones con el FMI para que nos otorgue una línea de apoyo financiero”. El jueves 14 de junio Argentina y el FMI acordaron un crédito stand-by con una duración de 36 meses por U$S 50.000 millones, que representa el mil cien diez por ciento (1.110%) de la cuota de Argentina como socio del organismo de crédito multilateral. Este acuerdo establece: i) Una reducción de los subsidios de energía y el transporte como la revisión del sistema de tarifas sociales; ii) una reducción del empleo público y el congelamiento de nuevas contrataciones; iii) postergar los proyectos de obra pública; iv) reducción de impuestos distorsivos y transferencias a las provincias; v) Subasta de divisas que hará el Banco Central a los bancos, comprometiéndose a no reducir la tasa de interés sin consultar antes al staff del FMI; vi) El gobierno tiene que informar diariamente al FMI los datos del mercado financiero.

El monto que otorgará el FMI entre el 20 de junio de 2018 y el 15 de junio de 2021, será de 50.000 millones de dólares: 15.000 millones de dólares se entregaron el 20 de junio, 14.600 millones de aquí a septiembre de 2019; los 20.4000 millones restantes los recibirá el futuro gobierno. El pasado jueves 21 de junio el Banco Central vendió 100 millones de dólares en la primera subasta de divisas que instruyó el Ministerio de Hacienda con parte del primer desembolso financiero del FMI. Estas subastas serán diarias y se extenderán durante 75 días seguidos, financiando de esta manera, la bicicleta financiera con el ajuste fiscal y al pueblo argentino.

Argentina cambalache diría Discépolo. Ayer caminando por calle corrientes se me cruza un gato en la oscuridad, y pienso en EVA ARGENTINA en cuya alma una lágrima hay.

José Salvador Cárcamo. Economista
catedralibreallende@gmail.com

Relacionado



No hay comentarios.: