6/19/2018

" presidente firme y decidido para llevar adelante los objetivos que ..."



Apuntes sobre la disolución del poder político

Con el rescate desesperado solicitado al FMI se configura una coyuntura de gravedad ya no solo socioeconómica sino de fragilidad institucional, afirma Artemio López en esta nota.

Por Artemio López*
(para La Tecl@ Eñe)

Uno de los logros y de mayor reconocimiento de la gestión de Néstor Kirchner fue la recomposición del poder político y su autonomía respecto a las corporaciones. "Kirchner recompuso la autoridad presidencial”, se reconocía.

El efecto central de la crisis desatada mediante acuerdos con el FMI en el fin de la Convertibilidad - además del paisaje socioeconómico desolador donde el 27,6% de la población argentina quedó en la indigencia -, fue el colapso del vínculo entre representación política y ciudadanía, plasmado en el "que se vayan todos". Néstor Kirchner reconstruyó la autoridad presidencial y los puentes rotos con las grandes mayorías. 




A menos de dos décadas de aquel desastre económico, social e institucional el gobierno neoliberal vuelve a transitar el camino que, como eje, propone acordar el diseño de política socioeconómica con el FMI.

Sabemos por experiencia propia y ajena que entre las consecuencias no escritas pero inexorables de las “condicionalidades” del rescate del FMI, - la organización lobista por excelencia de los acreedores de deuda – está el manejo del sistema de decisiones políticas.

En Grecia la denominada “Troika” (Banco Europeo, Comisión Europea y FMI) hasta obligó al premier Alexis Tsipras a desconocer el referendo popular rechazando la continuidad de las políticas de austeridad y el rescate propuesto por los acreedores. Desencadenó así una profunda doble crisis - de gobierno y partidaria en Syriza -, precipitando el recomienzo del ajuste neoliberal, ruinoso para la economía y el pueblo griego.

En Brasil, Dilma Roussef en su segundo mandato, entregó la economía al sector financiero encarnado por Joaquim Levy - banquero y ex funcionario del FMI - , delegación que obligó a profundizar políticas ortodoxas con resultados previsibles de aumento en el desempleo y recesión galopante. Sucedió una fuerte crisis partidaria en el PT, vaciamiento de poder político del gobierno y caída vertical de la popularidad de Dilma que asumió con 70% de aceptación para en menos de 24 meses caer a niveles de un dígito.

Señalaba Gilberto Maringoni, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo:

El ajuste dejó de ser una opción para el gobierno. Es su propia razón de ser. Si el ajuste termina, el gobierno cae.

La contracción, los recortes, el brutal superávit y toda la catilinaria del neoliberalismo heavy metal – que Dilma acusó a Aécio Neves de querer implantar – llegó para quedarse. No es Dilma quien nos gobierna. Es el ajuste. 

Es necesario aclarar que Macri no es la excepción a esta regla? Presenciamos la profundización del ajuste socioeconómico y la inevitable licuación del poder político.



Aunque el enorme sistema de medios oficialistas edulcore el “nuevo rumbo” del gobierno y hasta lo publiciten como de “mayor autonomía y pragmatismo”, lo constatable - por análisis comparativos internacionales y de historia nacional reciente- , es que ya no habrá decisión económica ni política central que no requiera aprobación del FMI.

Los recientes cambios en el gabinete demandaron su conformidad y ratifican la profundización del rumbo destinado a garantizar el pago de intereses de la deuda.

Profundización de rumbo ya sin excepciones como las del año 2017, cuando para enfrentar la coyuntura electoral el gobierno actualizó salarios, planes sociales, jubilaciones y pensiones en línea con la inflación, liberó obra pública y generalizó créditos y préstamos sobre segmentos medios y bajos. Esos “bemoles populistas” se acabaron con el FMI.

Se configura así una coyuntura de gravedad socioeconómica e institucional, escenario que históricamente condujo a callejones sin salida: Estancamiento económico, estrechez de ingresos creciente en los hogares, combinado con disolución acelerada del poder político. 

Tal como sucediera con Tsipras en Grecia en el año 2015, Roussef en Brasil en el año 2014, pero también con Alfonsín en 1989 y De la Rúa en 2001, hoy promediando el año 2018, ya no es Macri quién gobierna, nos gobierna el ajuste.. .

*Director Consultora Equis

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