1/11/2018

contradicciones en el seno del pueblo




Después de años de decirnos que la inflación es un fenómeno puramente monetario, y que la herramienta para combatirla es "secar" de dinero la plaza con altas tasas de interés, hace unos días los cuatro chiflados se sentaron en una conferencia de prensa para explicarnos que "recalibraban las metas" para éste año y los venideros, y lo obligaron a Sturzenegger -supremo pontífice del monetarismo local- a casi reconocer en público que es un salame.

Anunciaron con bombos y platillos que se venía una baja sostenida de las tasas de interés justo cuando la inflación se recalentaba (tirando así por la ventana la Biblia monetarista, por inservible), y que no le temían a una escapada del dólar. Ahora estamos en la fase del engaño en la cual nos pretenden hacer creer que el Banco Central "sigue siendo independiente" (como si alguna vez lo hubiera sido), y por eso su presidente solo aceptó recortar las tasas de referencia en 75 puntos pásicos para llevarla al 28 %.

Uno más de tantos papelones e inconsistencias económicas de un programa que mientras decía restringir la cantidad de dinero circulante a través de las LEBAC's, estimulaba su creación a través del crédito, fomentando los préstamos ajustables por las UVAS: lo que tiene en común ambos instrumentos es que son un formidable negocio para los bancos.

Nos hablan de una interna supuesta (la del "ala política" de la Casa Rosada con Sturzenegger) por el nivel de las tasas, como si de eso dependiera la reactivación de la economía y el nivel de actividad: ¿qué empresa -en especial si es Pyme- va a tomar un préstamo por más que le bajen las tasas, con un mercado interno con consumo deprimido que sigue sin levantar, importaciones sin control y costos por las nubes por el alza de las tarifas? Salvo que lo pida para poder pagar las facturas de la luz o el gas, ninguna.

Mientras tanto, de la verdadera interna que hay si no en el gobierno, si en sus apoyos económicos, nadie habla; que es la de la tensión por el valor del dólar, entre el "club de los devaluadores" (la gran industria exportadora y el campo) y el "club de la deuda y la bicicleta" (los bancos y fondos de inversión). Las fronteras no son nítidas: los fondos de inversión y los bancos participan del agronegocio, y el campo ha desarrollado escala, estructuras y estrategias para valorizar financieramente sus ganancias y fugarlas; de hecho la fuga es el rasgo común a todos.

Pero mientras los primeros exigen un dólar "recontraalto" en términos de Guido Di Tella para maximizar sus ganancias en moneda dura y licuar sus costos internos en pesos (sobre todo salarios e impuestos, porque las tarifas se las han redolarizado), los segundos quieren un dólar "estable" para poder seguir bicicletando con las LEBAC´s, generar excedentes de la valorización financiera con rentabilidades en dólares que no se consiguen en ningún lugar del mundo, y fugarlos.

Ni hablar de que en un mercado financiero desregulado (sin pisos ni techos para las tasas) a los bancos les conviene que la tasa de referencia del Banco Central se mantenga alta, para poder maximizar sus ganancias con la diferencia entre la tasa que cobran por sus préstamos, y la que pagan por los plazos fijos; sumado a un producto estimulado por el gobierno (los créditos ajustables por UVAS) en el que todos los beneficios están de lado del acreedor, es decir los bancos.

Las "metas de inflación" que planteó Sturzenegger nunca fueron una herramienta para contener la inflación, sino para disciplinar los reclamos salariales en las paritarias, y congelar así una redistribución regresiva del ingreso desde el trabajo hacia el capital; y así la interpretaron todas las fracciones del capital, más allá de lo que pensaran sobre el precio del dólar, o el nivel de las tasas de interés, y estás ultimas no eran un ancla para los precios, sino para el tipo de cambio.

Si a su vez el tipo de cambio empuja sobre los precios (siempre lo hizo, por nuestra particular estructura productiva) y ahora más que nunca, es por exclusiva culpa de la decisión del gobierno de volver a dolarizar las tarifas y el precio de los combustibles, y también el precio de los "bienes salario" de nuestra canasta principal de exportaciones (carnes, lácteos, cereales y sus derivados), a los que les eliminó las retenciones que los desacoplaban para el mercado interno, de su precio en dólares para el mercado internacional.

Sturzenegger no baja más la tasa no porque no quiere, sino porque no puede: es el mercado el que le marca el nivel que tiene que tener la tasa, en especial los bancos y los grandes tenedores de LEBAC´s, que en caso de una baja más abrupta saldrían corriendo a comprar dólares (dado que además ahora les han eliminado las restricciones para tener activos en esa moneda), disparando aun más el valor de la divisa. Para muestra un botón: les acaba de habilitar a los bancos las LEBAC´s a 7 días, dándoles las exclusividad de su colocación en el mercado secundario; como una confesión implícita de que más allá de ese plazo no puede sostener el tipo de cambio sin quemar reservas, necesarias para el pago de la deuda, y proveedoras de las divisas para fugar...

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