Los acontecimientos que vive el país nos exigen decir una palabra en
el nombre del Dios de la Vida. Creemos que no debemos callar y no
rendirle culto a la cautela cuando se trata de la vida o la muerte de
los pobres.
Nos preocupan la acelerada disolución del estado de
derecho, de las garantías constitucionales y la instalación de un
virtual “Estado Policial”. Es sumamente preocupante la militarización de
la Patagonia en pos de defender los intereses de los terratenientes e
inversores extranjeros por encima de los derechos de la población y,
dentro de ella, los derechos ancestrales de los pueblos indígenas
protegidos por la Constitución Argentina. La desaparición forzada
seguida de muerte de Santiago Maldonado, en circunstancias represivas
ilegales de la Gendarmería, y el asesinato por la espalda de Rafael
Nahuel, de quien no ha sido probada actitud violenta alguna ni
manipulación de armas, deben ser juzgados y castigados según la ley. La
sangre de Santiago y Rafael clama al cielo y será un peso en la
conciencia del Estado que solo se ha encargado de producir relatos
fantásticos, difamaciones, mentiras y ha herido la dignidad y el buen
nombre del pueblo mapuche y la familia Maldonado.
Más preocupante
aún es la vuelta a un discurso autoritario y represivo que creíamos
superado y protegido por la dinámica democrática que tanto nos ha
costado construir después de la sangrienta dictadura cívico-militar del
’76. A la ya denunciada presión intimidatoria sobre los jueces y la
Procuraduría y la permanente violación de la división de poderes que
este gobierno ha impuesto como costumbre, se agrega la instalación de un
poder represivo con atribuciones por encima de la justicia y los
jueces. La ministra de seguridad dice que “va a creer a la versión de
las fuerzas de seguridad” sin necesidad de probar nada y que “ya no
tienen límites”. Según el diario Clarín, el presidente Macri afirmó que
"hay que volver a la época en la que dar la voz de alto significaba que
había que entregarse" “hasta ahora las fuerzas de seguridad eran tan
sospechadas como los delincuentes. Necesitamos correr esa raya
cultural”.
La dictadura cívico-militar usó la misma lógica para
desaparecer personas. El gobierno instala la hipótesis del enemigo
interno, culpa de la violencia a grupos virtuales creados por el relato
mediático y nos va llevando a un peligroso y perturbador límite entre la
democracia y el caos autoritario, cuyo extremo puede llegar al
terrorismo de estado. Es el regreso del relato de la doctrina de la
seguridad nacional, condenada por el magisterio latinoamericano de la
iglesia e instalado a través de las dictaduras militares de los ‘70, que
reivindica un modelo económico-político, de características elitistas y
verticalistas que suprime la participación amplia del pueblo en las
decisiones políticas, elimina derechos y se instala desde una matriz
militar-represiva, más allá de que este sea un gobierno en apariencia
democrático.
El saqueo del país y la exclusión de las mayorías a
través de las falaces reformas laboral, previsional y tributaria, que
no son más que la institucionalización del trabajo esclavo, la
transferencia indiscriminada de riqueza a las elites del capital
concentrado, la pérdida de derechos adquiridos, la retirada del Estado
de su rol de protector y garante del acceso a los derechos fundamentales
del ser humano, es lo que caracteriza a este gobierno depredador y para
sostenerlo recurre a la represión como no habíamos visto en democracia
retrotrayéndonos a los peores momentos de nuestra historia.
Es
por eso que exhortamos a los legisladores y dirigentes sindicales a
defender los derechos de trabajadores y jubilados, y a detener la
depredación de los recursos previsionales destinados a las arcas de los
prestamistas y al negocio privado de muchos funcionarios del Estado que
mantienen la doble vara de gerentes de capitales privados, naturalizando
el conflicto de intereses. Apoyamos de corazón la lucha de los espacios
sindicales y las asociaciones de trabajadores que han manifestado en el
Congreso para detener esta sangría de recursos y derechos de los
argentinos.
Repudiamos la represión a los legítimos dueños de la
tierra usurpada por millonarios extranjeros y los consiguientes negocios
mineros o inmobiliarios y la sistemática mentira de los Medios de
Comunicación cada vez más ajenos a la verdad, la sensatez y los aportes
para la paz que tanto pregonan.
Nos solidarizamos con las ya
numerosas víctimas de este gobierno irresponsable: los 44 tripulantes
-cuyo paradero se desconoce todavía- del ARA San Juan, Santiago
Maldonado, Rafael Nahuel, los 10 muertos de Iron Mountain, Milagro Sala y
sus compañerxs presxs políticxs, y tantos otros.
Tiene razón el
oficialista senador Pichetto. “Los curas tenemos que ocuparnos de las
cosas de Dios”.
Y justamente la vida ultrajada de Rafita, el desfalco a
los abuelos y trabajadores que está previsto por este gobierno en el
ajuste disfrazado de reforma, el robo de la Patagonia por los
extranjeros amigos de Macri a nuestro pueblo mapuche y a todos los
argentinos, son “cosas del Dios” que nos mostró Jesús, el amigo de los
pobres y excluidos… Ese Dios que Pichetto quisiera que viva en la
sacristía, pero está en el cerro esquivando las balas asesinas y en las
calles con nuestro pueblo reclamando justicia social.
Esperamos
del episcopado argentino un apoyo público a la defensa de los derechos
de la población en peligro, una condena pública del manejo autoritario y
elitista de las fuerzas de seguridad y la solidaridad con las víctimas
de este modelo neoliberal condenado por el Papa Francisco y la doctrina
social de la Iglesia.
Curas en la Opción por los Pobres
1 comentario:
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/la-mortalidad-infantil-dejo-de-bajar-en-el-pais
Publicar un comentario