Por Hernán Herrera

El análisis del precio del dólar hoy emerge como un debate crucial para el futuro del país. La ortodoxia neoliberal decía que con su recetario se lograría un lugar natural que convendría a toda la economía, pero esto no parece ser tan así. ¿Veamos un poco por qué? Resulta pertinente señalar que no existe un tipo de cambio ni natural ni de equilibrio, sino que existe una política económica cambiaria que asiste a una determinada posición del precio del dólar, que favorece ciertos objetivos políticos, económicos, productivos y sociales.
En esta introducción cabe destacar que uno de los objetivos políticos que persigue la actual administración es el disciplinamiento sindical y social, por cuanto las medidas de gobierno no apuntarían en general a favorecer la organización de los trabajadores ni el fortalecimiento de los sectores que en términos agregados le dan sustento, como en efecto ocurre con la industria que cae.
¿Qué datos sostienen estos argumentos que señalan el deterioro productivo y social?
  • Los bonos de deuda y títulos públicos aumentaron un 80% en dólares entre diciembre de 2015 y diciembre de 2016.
  • La cuenta corriente cambiaria desde que asumió Macri presenta un saldo negativo de 22.722 millones de dólares (12.000 de ellos responden a vioajes y turismo), un saldo por formación de activos externos (fuga) de 19.653 millones de dólares, las reservas variaron en cerca de 23.000 millones de dólares.
  • La deuda externa bruta desde que asumió Cambiemos supera los 100.000 millones de dólares, siendo por lo menos la mitad de esta deuda, nueva deuda neta: la deuda externa del sector público creció cerca de 13 puntos del PBI desde 2015.
  • Las importaciones de bienes de consumo, subieron 9,1% en cantidades en 2016, y ya crecieron 12,2% arriba en el primer semestre de 2017.
  • Es cierto que los salarios (privados registrados) reales no bajaron de forma explosiva. Si bien llegaron a estar casi 12% real abajo en junio de 2016, respecto de diciembre de 2015, en julio de 2017 están 6,4 real abajo de diciembre de 2015. En promedio, en los primeros 7 meses de 2017 experimentan un crecimiento real de 1,7 puntos porcentuales respecto del mismo promedio del año anterior.
  • El empleo privado registrado en mayo de 2017, según la serie desestacionalizada, estaba 16.046 personas abajo que en diciembre de 2015, y si se mira el empleo industrial (clave por su dinámica y generación de empleos indirectos), vemos 55.670 empleos menos entre esas puntas.
En primer lugar, los cambios en el valor del dólar afectan la variación de los precios de la economía. Como se sabe, un salto cambiario aumenta el valor de los precios de bienes y servicios importados del mismo modo que incrementa el valor en pesos de las exportaciones, con un efecto desplazamiento hacia los precios internos de esos mismos bienes exportables. Así si el valor del dólar se detiene o se desplaza por debajo del aumento general de precios, sirve como ancla inflacionaria.
En segundo lugar, respecto de la puja distributiva, como puede verse en los informes de mercado de trabajo del Centro Cepa, la devaluación de diciembre de 2015 generó una baja sustantiva en el salario en dólares, cosa que mostró su punto más bajo en febrero de 2016. En efecto, en septiembre de 2015 el salario mensual registrado bruto industrial promedio representaba alrededor de 1879 dólares, que comparado con el de junio de 2016 -1369 dólares- refleja una caída de 27% (contemplando paritarias, y siempre en promedio), después de haber llegado a caer más de 32% en febrero de 2016.
La devaluación del dólar transformó el mercado interno de la Argentina, asimismo modificó el mercado de bienes deprimiendo la demanda, bajando el nivel de inversiones y poniendo en duda el tan mentado salto de la oferta, que no ocurrió durante 2016 y no se ve de manera homogénea en 2017. El problema fue la falta de planificación respecto de un proyecto productivo por tanto la devaluación inicial destruyó mercado interno, y la posterior apreciación achicó las oportunidades de expansión externa. Un combo imposible donde solo ganaron los especuladores.
En tercer y último lugar, a la luz de una verdadera herencia de desendeudamiento, debe mencionarse que todavía existe (más allá del aumento del 13% del PBI de la deuda externa del sector público en menos en de 20 meses ) una cierta oportunidad histórica para construir un plan que apunte a transformar la estructura productiva industrial local o, al menos, algún sector en particular (o varios), revisando eslabonamientos y generando una estrategia productiva real.
Cuidar el precio de la moneda a cada instante, en función de objetivos productivos, manteniendo un equilibrio aceptable entre estabilidad, inversión productiva, fortaleza del mercado interno, inclusión social, salud fiscal es objetivo del BCRA, que según la nueva Carta Orgánica debe tener en cuenta la consolidación de una mayor equidad.
La pseudo flotación cambiaria que aplica el BCRA sólo consigue que ganen los sectores con más poder en el mercado cambiario, y en contra de objetivos de actividad económica con mayor valor agregado y empleo industrial. Repensar la certidumbre respecto de la moneda, recortando los canales de especulación que esta certidumbre pudiera ocasionar, pero evitando la especulación que surge de la flotación cambiaria es una solapa insoslayable en la discusión por un país que tenga futuro en el mediano y largo plazo evitando crisis recurrentes sociales, de deuda o del sistema productivo.