MITO: TODOS LOS CANDIDATOS HUBIERAN HECHO LO MISMO
Felisa Miceli
Desde
distintos sectores políticos y medios de comunicación se ha tratado de instalar
que el Frente para la Victoria, de haber ganado las elecciones del 2015, hubiese
tomado, al asumir la presidencia, las mismas medidas económicas que las
adoptadas por el gobierno de Cambiemos.
De esta
manera implantan la idea de que la economía no deja alternativa a las
decisiones políticas. Que tiene sus propias reglas de ciencia dura, como si
fuera un sujeto que toma sus propias decisiones de funcionamiento y que es
imposible generar caminos de bonanza y bienestar para el pueblo por medio de
decisiones políticas favorables a las mayorías. En fin, niegan el carácter de
ciencia social de la economía. Y de paso
ningunean la política como herramienta transformadora ya que si todos hubieran
hecho lo mismo pierde relevancia el resultado electoral. O sea resulta
indiferente quién gane. Y entonces, para qué votar?
En la misma línea se nos quiere
hacer creer que “no se podía hacer otra
cosa” y que las medidas que se tomaron son
“las que había que tomar por el estado de cuasi descomposición en
que estaba el país”, pretendiendo, de paso, que todos nos convenzamos que
el país estaba al borde del colapso económico y del estallido social, cuando en
realidad Macri es el primer presidente en años que recibe un país sin
endeudamiento, con un elevado nivel de empleo, con un creciente nivel de
actividad, con inflación a la baja y con indicadores sociales de pobreza e
indigencia que, a pesar de la influencia de la crisis mundial, iban en
descenso.
NO. Claramente no hubiéramos
hecho lo mismo. Y como para muestra basta un botón veamos las diferencias en
algunas de las principales medidas
económicas de Cambiemos. Tenemos 12 años de gestión con los cuales comparar.
1.
Devaluación y retenciones
El gobierno de Macri comenzó con
la reducción de retenciones a las exportaciones mineras y agropecuarias y una fuerte
devaluación del peso del 42% reduciendo los salarios reales, provocando un
fuerte aumento de los precios, especialmente de alimentos y produciendo una
fuerte transferencia de ingresos de más de u$s5.500 millones a los sectores más
concentrados que no solo no aumentaron las inversiones sino que tampoco crearon
empleo. Es más la minería perdió más de 5.000 puestos de trabajo (de 85.735 a
80.325).
Por el contrario, durante el kirchnerismo
se elevaron varias veces las retenciones a las exportaciones agropecuarias y se
mantuvieron las petroleras y las mineras, utilizando esos recursos para llevar
adelante políticas redistributivas. Y cuando la persistencia de la crisis
internacional profundizó la restricción externa y se debió realizar la
devaluación de enero de 2014 se lo hizo de manera compensada para evitar el
impacto en los ingresos de los asalariados mediante los planes de Precios
Cuidados, las compras en cuotas con el Ahora 12 y las negociaciones paritarias
para recuperar poder adquisitivo.
2.
Del desendeudamiento a la deuda eterna.
Una de las características
centrales de la política económica del kirchnerismo fue el desendeudamiento. Se
restableció la relación financiera con el exterior reestructurando la deuda que
se encontraba en default desde finales del 2001 mediante una propuesta que
contemplaba una quita del 70% con alargamiento de plazos y reducción de tasas
de interés. Se mantuvo una firme negativa de pagar a los fondos buitres en
condiciones leoninas para el país. Se abonó la totalidad de la deuda con el
Fondo Monetario Internacional recuperando la autonomía en el manejo de la
política económica y liberando al país de las condicionalidades privatistas y
de ajuste que impone ese organismo. Se limitó el accionar de los bancos
regulando sus comisiones, las de las tarjetas de crédito y las tasas de interés
para que hubiese crédito accesible para la producción y el consumo. Y se
fijaron controles a los movimientos de
capitales con el exterior para evitar la especulación financiera.
Todo lo contrario con el
macrismo que endeudó al país en un año y medio en u$s 77.615 millones,
aproximadamente un 15% del PIB. Es el mayor monto de deuda
colocado por un país en ese lapso. Se pagó a los buitres más de lo que ellos
mismos pedían (u$s 16.500 millones). Volvió enseguida el FMI con sus
recomendaciones que ya trajeron consecuencias negativas para los argentinos
como el intento de reducir el índice de actualización de los haberes previsionales.
Se levantaron las restricciones para el ingreso y egreso de capitales para que
puedan obtener ganancias extraordinarias superiores al 20% en dólares, únicas en el mundo, a través
de la colocación en Lebacs, cuyas tasas de interés deben permanecer en niveles
sumamente altos para evitar que estalle la bomba de tiempo que significa que
los fondos que vencen cada mes colocados en Lebacs[1]
se direccionen a la compra de dólares, generando así las bases para una futura
crisis financiera con salida dolarizadora. Por supuesto esa deuda no fue
direccionada a la inversión productiva ni a
infraestructura sino que gran parte se destinó a financiar la fuga de
capitales que se acelera permanentemente y que alcanza en todo el período de la
gestión Cambiemos a u$s13.920 millones para el Sector Privado no Financiero y
que se elevan a u$s 25.600 millones fugados si se considera la remisión de
utilidades, dividendos y otras rentas y los gastos en turismo. Y encima de todo
esto colocaron un bono a 100 años (sí un siglo!!) por u$s 2750 millones a la
tasa más alta (7,25%) que se tenga conocimiento comparando con colocaciones
similares: una verdadera hipoteca completa para el futuro!
Claramente en materia de deuda
externa tampoco hubiéramos hecho lo mismo!
3.
Tarifazo
Otra de las medidas que
rápidamente tomó el Gobierno de Macri fue un aumento generalizado de entre el
1000% y en algunos casos hasta el 2000% de las tarifas de los servicios
públicos, incluyendo el transporte. La
resistencia popular mediante protestas, marchas, piquetes y amparos judiciales
obligaron al Gobiernos a reducir tales pretensiones, pero de todos modos el
alza fue cuantiosa, de más del 400%, lo
cual convierte en una verdadera pesadilla el pago de las boletas de agua, gas y electricidad. Y cierran
las MIPYMES, los comercios, los clubes de barrio. Otra vez una transferencia de
ingresos a las corporaciones de más de $3.000 millones de dólares.
En vez de tarifazos los
gobiernos kirchneristas aplicaron una política de subsidios que alcanzaban al
3,9% del PIB en 2015. Los energéticos
representaban el 71,7% del total y el resto eran destinados al transporte. Los
beneficios de esta política de subsidios era: i) brindaban mayor competitividad
local e internacional a la industria, por medio de un abaratamiento de su
producción debido a la energía subsidiada y permitía el desarrollo de las
MIPYMES; ii) incrementaban el crecimiento económico por medio del aumento de
los niveles de consumo interno, ya que el dinero “ahorrado” del pago de tarifas
se direccionaba hacia la demanda de otros servicios o productos; iii) permitían contener en parte los niveles
de inflación.
Así se podría seguir en cada
tema pero con estos ejemplos queda claro que nosotros no hubiéramos hecho lo
mismo porque no somos lo mismo, porque representamos distintos intereses. Ellos
representan a las corporaciones, los
grandes terratenientes, el capital financiero internacional. Nosotros a nuestro
pueblo trabajador, a los jubilados, los pequeños empresarios, comerciantes y
productores rurales.
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