6/21/2017

mitos macristas


MITO: TODOS LOS CANDIDATOS  HUBIERAN HECHO LO MISMO

Felisa Miceli


Desde distintos sectores políticos y medios de comunicación se ha tratado de instalar que el Frente para la Victoria, de haber ganado las elecciones del 2015, hubiese tomado, al asumir la presidencia, las mismas medidas económicas que las adoptadas por el gobierno de Cambiemos.


De esta manera implantan la idea de que la economía no deja alternativa a las decisiones políticas. Que tiene sus propias reglas de ciencia dura, como si fuera un sujeto que toma sus propias decisiones de funcionamiento y que es imposible generar caminos de bonanza y bienestar para el pueblo por medio de decisiones políticas favorables a las mayorías. En fin, niegan el carácter de ciencia social de la economía.  Y de paso ningunean la política como herramienta transformadora ya que si todos hubieran hecho lo mismo pierde relevancia el resultado electoral. O sea resulta indiferente quién gane. Y entonces, para qué votar?

En la misma línea se nos quiere hacer creer que “no se podía hacer otra cosa” y que las medidas que se tomaron son  “las que había que tomar por el estado de cuasi descomposición en que estaba el país”, pretendiendo, de paso, que todos nos convenzamos que el país estaba al borde del colapso económico y del estallido social, cuando en realidad Macri es el primer presidente en años que recibe un país sin endeudamiento, con un elevado nivel de empleo, con un creciente nivel de actividad, con inflación a la baja y con indicadores sociales de pobreza e indigencia que, a pesar de la influencia de la crisis mundial, iban en descenso.

NO. Claramente no hubiéramos hecho lo mismo. Y como para muestra basta un botón veamos las diferencias en algunas de  las principales medidas económicas de Cambiemos. Tenemos 12 años de gestión con los cuales comparar.

1.      Devaluación y retenciones

El gobierno de Macri comenzó con la reducción de retenciones a las exportaciones mineras y agropecuarias y una fuerte devaluación del peso del 42% reduciendo los salarios reales, provocando un fuerte aumento de los precios, especialmente de alimentos y produciendo una fuerte transferencia de ingresos de más de u$s5.500 millones a los sectores más concentrados que no solo no aumentaron las inversiones sino que tampoco crearon empleo. Es más la minería perdió más de 5.000 puestos de trabajo (de 85.735 a 80.325).

Por el contrario, durante el kirchnerismo se elevaron varias veces las retenciones a las exportaciones agropecuarias y se mantuvieron las petroleras y las  mineras, utilizando esos recursos para llevar adelante políticas redistributivas. Y cuando la persistencia de la crisis internacional profundizó la restricción externa y se debió realizar la devaluación de enero de 2014 se lo hizo de manera compensada para evitar el impacto en los ingresos de los asalariados mediante los planes de Precios Cuidados, las compras en cuotas con el Ahora 12 y las negociaciones paritarias para recuperar poder adquisitivo.

2.      Del desendeudamiento a la deuda eterna.

Una de las características centrales de la política económica del kirchnerismo fue el desendeudamiento. Se restableció la relación financiera con el exterior reestructurando la deuda que se encontraba en default desde finales del 2001 mediante una propuesta que contemplaba una quita del 70% con alargamiento de plazos y reducción de tasas de interés. Se mantuvo una firme negativa de pagar a los fondos buitres en condiciones leoninas para el país. Se abonó la totalidad de la deuda con el Fondo Monetario Internacional recuperando la autonomía en el manejo de la política económica y liberando al país de las condicionalidades privatistas y de ajuste que impone ese organismo. Se limitó el accionar de los bancos regulando sus comisiones, las de las tarjetas de crédito y las tasas de interés para que hubiese crédito accesible para la producción y el consumo. Y se fijaron controles  a los movimientos de capitales con el exterior para evitar la especulación financiera.

Todo lo contrario con el macrismo que endeudó al país en un año y medio en u$s 77.615 millones, aproximadamente un 15% del PIB. Es el mayor monto de deuda colocado por un país en ese lapso. Se pagó a los buitres más de lo que ellos mismos pedían (u$s 16.500 millones). Volvió enseguida el FMI con sus recomendaciones que ya trajeron consecuencias negativas para los argentinos como el intento de reducir el índice de actualización de los haberes previsionales. Se levantaron las restricciones para el ingreso y egreso de capitales para que puedan obtener ganancias extraordinarias superiores al  20% en dólares, únicas en el mundo, a través de la colocación en Lebacs, cuyas tasas de interés deben permanecer en niveles sumamente altos para evitar que estalle la bomba de tiempo que significa que los fondos que vencen cada mes colocados en Lebacs[1] se direccionen a la compra de dólares, generando así las bases para una futura crisis financiera con salida dolarizadora. Por supuesto esa deuda no fue direccionada a la inversión productiva ni a  infraestructura sino que gran parte se destinó a financiar la fuga de capitales que se acelera permanentemente y que alcanza en todo el período de la gestión Cambiemos a u$s13.920 millones para el Sector Privado no Financiero y que se elevan a u$s 25.600 millones fugados si se considera la remisión de utilidades, dividendos y otras rentas y los gastos en turismo. Y encima de todo esto colocaron un bono a 100 años (sí un siglo!!) por u$s 2750 millones a la tasa más alta (7,25%) que se tenga conocimiento comparando con colocaciones similares: una verdadera hipoteca completa para el futuro!

Claramente en materia de deuda externa tampoco hubiéramos hecho lo mismo!

3.      Tarifazo

Otra de las medidas que rápidamente tomó el Gobierno de Macri fue un aumento generalizado de entre el 1000% y en algunos casos hasta el 2000% de las tarifas de los servicios públicos, incluyendo el transporte.  La resistencia popular mediante protestas, marchas, piquetes y amparos judiciales obligaron al Gobiernos a reducir tales pretensiones, pero de todos modos el alza fue cuantiosa, de más del 400%,  lo cual convierte en una verdadera pesadilla el pago de las  boletas de agua, gas y electricidad. Y cierran las MIPYMES, los comercios, los clubes de barrio. Otra vez una transferencia de ingresos a las corporaciones de más de $3.000 millones de dólares.

En vez de tarifazos los gobiernos kirchneristas aplicaron una política de subsidios que alcanzaban al 3,9%  del PIB en 2015. Los energéticos representaban el 71,7% del total y el resto eran destinados al transporte. Los beneficios de esta política de subsidios era: i) brindaban mayor competitividad local e internacional a la industria, por medio de un abaratamiento de su producción debido a la energía subsidiada y permitía el desarrollo de las MIPYMES; ii) incrementaban el crecimiento económico por medio del aumento de los niveles de consumo interno, ya que el dinero “ahorrado” del pago de tarifas se direccionaba hacia la demanda de otros servicios o productos;  iii) permitían contener en parte los niveles de inflación.

Así se podría seguir en cada tema pero con estos ejemplos queda claro que nosotros no hubiéramos hecho lo mismo porque no somos lo mismo, porque representamos distintos intereses. Ellos representan a las corporaciones,  los grandes terratenientes, el capital financiero internacional. Nosotros a nuestro pueblo trabajador, a los jubilados, los pequeños empresarios, comerciantes y productores rurales.


[1] Los montos colocados representan el 75% de la Base Monetaria. 

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