La aceleración del proceso inflacionario, que a fines de 2017 acumulará más del 60% en general y 100% en alimentos con paritarias que al cabo del bienio ajustaran 15pp. por debajo del IPC general y con 50pp. de atraso respecto a alimentos, combinada con una suba notable del desempleo.
Las tres cuestiones, fundamentalmente la retracción salarial, indujeron una contracción de la masa salarial en relación con el producto bruto interno (PBI).
En el reciente Informe de Coyuntura del Centro de Investigación de Formación de la República Argentina, los investigadores Mariano Barrera, Mariana González y Pablo Manzanelli afirman que la participación de los trabajadores en el ingreso se redujo 3,1 puntos porcentuales al caer del 37,4% en 2015 al 34,3% en los primeros tres trimestres de 2016. Ello equivale a una transferencia de ingresos del trabajo al capital del orden de los US$ 16 mil millones.
Se trata del doble de la brutal transferencia de ingreso regresiva que Macri realizó hacia la cúpula del sector agroexportador con la devaluación inicial, quita y baja de retenciones.
Se trata del doble de la brutal transferencia de ingreso regresiva que Macri realizó hacia la cúpula del sector agroexportador con la devaluación inicial, quita y baja de retenciones.
De esta manera, se retrotrae la situación distributiva a niveles que se ubican por debajo de la del año 2011, cuando la participación del trabajo representaba el equivalente al 34,9% del PBI.
Para tener una idea de la enorme regresividad en la participación salarial sobre el PBI inducida por el gobierno neoliberal, obsérvese en el gráfico siguiente que durante el lapso comprendido entre los años 2003 y 2015 la participación del salario sobre el PBI pasó del 24,4% al 37,4%; es decir, creció 13 pp en 12 años, mientras que Macri en sólo 9 meses provocó un retroceso de participación salarial de 3,1 pp.
Un retroceso similar al de la participación salarial sobre el PBI se vió durante la dictadura de Videla y Martínez de Hoz, - no casualmente hoy reivindicada por el bochornoso fallo de "los Supremos" conocido como 2x1 - cuando la participación de los trabajadores en el ingreso total pasó del 47% en 1974 al 28% en 1983, un retroceso en la participación salarial sobre el PBI similar al inducido por el gobierno actual de casi 3 pp. anuales.
Un retroceso similar al de la participación salarial sobre el PBI se vió durante la dictadura de Videla y Martínez de Hoz, - no casualmente hoy reivindicada por el bochornoso fallo de "los Supremos" conocido como 2x1 - cuando la participación de los trabajadores en el ingreso total pasó del 47% en 1974 al 28% en 1983, un retroceso en la participación salarial sobre el PBI similar al inducido por el gobierno actual de casi 3 pp. anuales.
En 9 meses, el gobierno que pilotea el ingeniero Macri hizo retroceder un 8,3% la participación del salario sobre el PBI.
Proyectando el ritmo de regresividad distributiva de estos primeros 9 meses de neoliberalismo macriano, entonces, cuando en el año 2019 Cambiemos abandone el gobierno nacional, de mantenerse el ritmo de deterioro actual el salario habrá retrocedido un 40% en su participación sobre el PBI respecto de la lograda en 2015, volviendo a los niveles de participación del salarios sobre el PBI existentes tras la crisis de 2001 y borrándose en un solo período de gobierno neoliberal todo lo avanzado en 12 años de transformaciones popular - democráticas.
Es esta tendencia regresiva una novedad?
Sí a nivel local, puesto que se desengancha de la tendencia decreciente de la tasa de plusvalía y mayor participación del trabajo sobre el capital existente en promedio durante el lapso comprendido entre los años 2003 al 2015 o "década ganada" (ver cuadro de CIFRA)
No a nivel internacional promedio, donde la caída de la participación del trabajo respecto al capital y el aumento de la tasa de explotación es una tendencia , aceptada ya por todos los analistas y muy consolidada.
Bienvenidos a la jungla y mejor corran. Leemos al respecto al economista británico Michael Roberts:
Sí a nivel local, puesto que se desengancha de la tendencia decreciente de la tasa de plusvalía y mayor participación del trabajo sobre el capital existente en promedio durante el lapso comprendido entre los años 2003 al 2015 o "década ganada" (ver cuadro de CIFRA)
No a nivel internacional promedio, donde la caída de la participación del trabajo respecto al capital y el aumento de la tasa de explotación es una tendencia , aceptada ya por todos los analistas y muy consolidada.
Bienvenidos a la jungla y mejor corran. Leemos al respecto al economista británico Michael Roberts:
Los principales blogueros keynesianos han estado analizando una vez más las causas de la desigualdad. En particular, han puesto de manifiesto la aparente disminución de la participación del trabajo en la renta nacional en la mayoría de las economías capitalistas avanzadas desde principios de la década de 1980.
De acuerdo con un informe de la OIT, en 16 países desarrollados, el trabajo tenía una participación del 75% del ingreso nacional a mediados de la década de 1970, pero se redujo al 65% en los años previos a la crisis económica. Subió en 2008 y 2009 - pero sólo porque el ingreso nacional se contrajo en esos años, antes de reanudar su curso descendente. Incluso en China, donde los salarios se han triplicado en la última década, el porcentaje de los trabajadores en la renta nacional ha disminuido.
El último Informe Económico Mundial del FMI considera que “después de haber sido bastante estable en muchos países desde hace décadas, la proporción del ingreso nacional pagado a los trabajadores ha disminuido progresivamente desde la década de 1980”.
El FMI continua: “la parte del trabajo en la disminución de los ingresos, cuando los salarios crecen más despacio que la productividad, o la cantidad de producción por hora de trabajo. El resultado es que una fracción cada vez mayor de las ganancias de la productividad ha estado yendo al capital. Y como el capital tiende a concentrarse en los extremos superiores de la distribución de los ingresos, la disminución de la parte de los ingresos del trabajo tiende a aumentar la desigualdad de ingresos“.
El blogger keynesiano Noah Smith escribió en un artículo: “durante décadas, los modelos macroeconómicos asumieron que el trabajo y el capital se repartirían proporciones más o menos constantes de la producción: el trabajo un poco menos de dos tercios de la torta, el capital de poco más de un tercio . Hoy en día la proporción es 60%-40%”. ¿Qué ha ocurrido? Smith reconoce que hay cuatro posibles explicaciones: 1) China, 2) robots, 3) monopolios y 4) propietarios.
Por China quiere decir que la globalización y la deslocalización de la fabricación de productos por las multinacionales a las llamadas economías emergentes ha hecho que el trabajo en las economías avanzadas pierda puestos de trabajo y sus salarios se estanquen a pesar de que la productividad ha aumentado. Sin embargo, como señala Smith, la participación del trabajo ha caído también en China y (hasta hace poco) la desigualdad de ingresos aumentó considerablemente.
En cuanto a la sustitución acelerada de trabajadores por máquinas, gracias a los robots y la inteligencia artificial, lo que parece estar sucediendo es que las empresas más eficientes, de alta tecnología están creciendo rápidamente, dejando atrás a las empresas ineficientes que utilizan más mano de obra. Estas empresas menos eficientes pierden cuotas de mercado y comienzan a emplear menos trabajadores también.
Esa es más o menos la tendencia en la acumulación capitalista desde una perspectiva marxista, por lo que no debería sorprender. De hecho, el informe del FMI respalda este punto de vista: “En las economías avanzadas, aproximadamente la mitad de la disminución de la participación del trabajo se puede atribuir al impacto de la tecnología. La disminución fue impulsada por la combinación de un rápido progreso en la tecnología de la información y las telecomunicaciones, y una alta proporción de trabajos que podrían ser fácilmente automatizados”.
La teoría económica convencional solía defender que las desigualdades eran el resultado de cualificaciones diferentes de la fuerza de trabajo y que la proporción de la renta nacional del trabajo dependía de la carrera entre la mejora de la formación y la educación de los trabajadores y la introducción de máquinas para reemplazar cualificaciones anteriores.
De hecho, otro destacado keynesiano, Brad Delong todavía apoya esta respuesta. En una nota reciente, sugiere que Smith y Krugman están equivocados. “Permítanme sugerir que no hay ningún misterio que explicar”. Si nos fijamos en la participación del trabajo en el PIB neto, es decir, después de deducir la depreciación (la cantidad de producción necesaria para reemplazar las plantas y maquinaria desgastada), la tasa del trabajo en realidad no ha caído, excepto durante la Gran Recesión.
Delong concluye que la redistribución de ingresos habida ha tenido lugar dentro de la tasa del trabajo, de los trabajadores de bajos ingresos a los de altos (CEOs, ejecutivos, médicos y dentistas, etc.) y no entre el trabajo y el capital.
El argumento de Delong no es convincente. En primer lugar, no se puede definir la depreciación como beneficio, pero es claramente una deducción del beneficio bruto. En segundo lugar, aunque el gráfico anterior sí muestra una tendencia decreciente de la participación del trabajo en la renta después de su fuerte aumento a finales de 1960, lo que condujo a una intensificación de la caída de la rentabilidad en la mayoría de las economías capitalistas avanzadas desde mediados de la década de 1960 y en la lucha de clases que la acompaño. El descenso también fue significativo desde el año 2000, durante la burbuja crediticia en los EE UU (a diferencia de Europa, donde la participación del trabajo se mantuvo constante e incluso aumentó durante la Gran Recesión: lo contrario de lo que ocurrió en Estados Unidos).
Y en tercer lugar, los aumentos de los ingresos de los ejecutivos y los médicos, dentistas, abogados y otros “profesionales libres'' son en realidad beneficios y no salarios. Ver el excelente trabajo de Simon Mohun en este sentido.
Paul Krugman ha vuelto al tema de la caída de la participación del trabajo en una reciente nota en su blog, en la que argumenta que es el poder de monopolio de empresas de capital intensivo como Google, Microsoft, etc., y las compañías de energía las que están detrás de la subida de los beneficios en la economía global. Es un viejo argumento en su caso. Como ya dijo en 2012: “¿Estamos volviendo a hablar de verdad del conflicto capital/ trabajo?¿No es una discusión vieja, casi marxista, obsoleta en nuestra moderna economía de la información?”
Krugman reconoce que las desigualdades de ingresos y riqueza en la sociedad estadounidense y la participación cada vez menor de los ingresos que perciben los trabajadores del sector capitalista no se deben al nivel de educación y cualificación de la fuerza de trabajo de Estados Unidos, sino a factores más profundos. En 2012, citó dos explicaciones posibles: “Una es que la tecnología ha dado un giro que coloca a la mano de obra en desventaja; la otra es que estamos ante los efectos de un fuerte aumento del poder de monopolio. Piense en estas dos historias haciendo hincapié en los robots, por un lado, y los 'barones ladrones' (robber barons), por el otro”.
El primer argumento es que la tecnología moderna está ‘sesgada a favor del capital', es decir, que tiene como objetivo reemplazar mano de obra por máquinas progresivamente. Krugman lo expresó así: “El efecto de los avances tecnológicos en los salarios depende del sesgo del progreso; si está sesgado a favor del capital, los trabajadores no compartirán plenamente los aumentos de la productividad, y si está lo suficientemente sesgado a favor del capital, su situación puede incluso empeorar”.
Esto no es nuevo en la teoría económica marxista. Marx lo explicó de manera diferente a la teoría económica de su tiempo. La inversión en el capitalismo se lleva a cabo con fines de lucro, no para aumentar la producción o la productividad como tal. Si no se puede aumentar el beneficio lo suficientemente mediante más horas de trabajo (es decir, más trabajadores y más horas) o intensificando los esfuerzos (velocidad y eficacia - tiempo y movimiento), la productividad del trabajo sólo puede aumentarse entonces con mejor tecnología. Por lo tanto, en términos marxistas, la composición orgánica del capital (la cantidad de maquinaria e instalaciones en relación con el número de trabajadores) se elevará secularmente. Los trabajadores pueden luchar para mantener la mayor cantidad del nuevo valor que han creado como parte de su 'compensación', pero el capitalismo sólo invertirá para crecer si esa participación no se eleva tanto que hace que la rentabilidad del capital caiga. Por lo tanto, la acumulación capitalista implica una caída tendencial de la participación del trabajo, o lo que Marx llamaría una tasa creciente de explotación (o plusvalía).
Y sí, todo dependerá de la lucha de clases entre el capital y el trabajo por la apropiación del valor creado por la productividad del trabajo. Y está claro que el trabajo ha ido perdiendo la batalla, sobre todo en las últimas décadas, bajo la presión de las leyes anti-sindicales, el fin de la protección del empleo y la contratación fija, la reducción de beneficios sociales, un creciente ejército de reserva de desempleados y sub-empleados gracias a la globalización de la fabricación industrial.
Aparte de la tecnología sesgada a favor del capital, Krugman considera que la caída de la participación del trabajo en la renta puede ser causada por el 'poder de los monopolios', o la dominación de ‘barones ladrones'. Krugman lo pone de esta manera. Tal vez la parte del trabajo en la renta está cayendo porque: “en realidad no tenemos una competencia perfecta” bajo el capitalismo; “el aumento de la concentración de las empresas podría ser un factor importante en el estancamiento de la demanda de mano de obra, ya que las empresas utilizan su creciente poder de monopolio para subir los precios sin pasar las ganancias a sus empleados”.
Lo que Krugman parece sugerir es que es un defecto en la economía de mercado lo que crea esta desigualdad y que si erradicamos esa imperfección (los monopolios) todo se corregirá. De esta manera, Krugman plantea el tema en los términos de la economía neoclásica.
Pero no se trata de la dominación de los monopolios como tal, sino del dominio del capital. Si, el capital se acumula a través de una mayor centralización y concentración de los medios de producción en manos de unos pocos. Esto asegura que el valor creado por el trabajo sea apropiado por el capital y que la proporción destinada al 99% se reduzca al mínimo. Pero no se trata de que los monopolios sean una imperfección de la competencia perfecta, como quiere Krugman: es el monopolio de la propiedad de los medios de producción por unos pocos. Ese es el funcionamiento real del capitalismo, con todos sus defectos.
La caída de la parte de la renta nacional que va al trabajo comenzó justo en el momento en que la rentabilidad empresarial de Estados Unidos estaba en su punto más bajo en la profunda recesión de la década de 1980. El capitalismo tuvo que restaurar la rentabilidad. Lo hizo en parte aumentando la tasa de plusvalía despidiendo trabajadores, congelando los aumentos salariales y recortando paulatinamente prestaciones sociales y pensiones. De hecho, es significativo que el colapso de la participación del trabajo se intensificó después de 1997, cuando la rentabilidad en Estados Unidos se recuperó y comenzó a reducirse de nuevo. El gráfico del FMI anterior muestra que se aplica a la mayoría de economías.
La participación del trabajo en el sector capitalista en los EE.UU. y otras economías capitalistas se ha reducido debido a la mayor tecnología y su 'sesgo pro-capital’, la globalización y la mano de obra barata en el extranjero; la destrucción de los sindicatos; la creación de un ejército de reserva de mano de obra mayor (desempleados y sub-empleados); y el recorte de las prestaciones sociales y la reducción de los contratos fijos, etc. De hecho, esta parece ser la conclusión del FMI en su último informe en el capítulo 3 de la edición de abril de 2017 de Perspectivas Económicas, que cree que esta tendencia está impulsada por un rápido progreso en la tecnología y la integración global.
“La integración global -como se refleja en las tendencias del comercio final de bienes, la participación en las cadenas globales de valor, y la inversión extranjera directa-, también desempeñó un papel. Su contribución se estima en más o menos la mitad que la de la tecnología. Dado que la participación en las cadenas de valor globales normalmente implica la deslocalización de las tareas intensivas en mano de obra, el efecto de la integración es reducir la participación del trabajo en los sectores comerciables. hay que admitir que es difícil separar claramente el impacto de la tecnología del de la integración global, o de las políticas y reformas. Sin embargo, los resultados para las economías avanzadas son convincentes. En su conjunto, la tecnología y la integración global explican cerca del 75 por ciento de la disminución de la participación del trabajo en Alemania e Italia, y cerca de 50 por ciento en Estados Unidos”.
Tal vez el 'sesgo pro-capital’ y la 'globalización' tengan menos efecto sobre la participación del trabajo en los EE.UU. debido al mayor crecimiento de los beneficios financieros y las rentas que en el resto de las economías avanzadas.
De hecho, como Noah Smith dice: “el poder de los monopolios, los robots y la globalización podrían ser parte de un mismo fenómeno unificado: nuevas tecnologías que de forma desproporcionada ayudan a las grandes compañías multinacionales de capital intensivo”. Yo le llamo “capital moderno”, que, citando a Smith de nuevo, “proporciona una posible forma de unificar al menos algunas de las diversas explicaciones de esta preocupante tendencia económica”.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
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