3/26/2017

bip! bip! : de mí no te fíes ... - conflicto de intereses -


Los psiquiatras más destacados siguen la guía para el desarrollo profesional de los grandes banqueros

Bruce E. Levine 

No debería sorprendernos que cada vez haya más cinismo en el circo nacional en el que vive sumergido EE. UU. No son pocas las veces que hemos visto cómo los grandes banqueros burlan procesos penales por crímenes que ellos mismos cometen, y cómo destacados profesionales –incluidos psiquiatras– ascienden en su carrera profesional mediante acciones vergonzosas.
En primer lugar, demos un rápido repaso a lo último en la trayectoria profesional de Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan. Solo en 2013 JPMorgan pagó aproximadamente 17 mil millones de dólares para liquidar con el Gobierno una serie de demandas por la venta de bonos hipotecarios fraudulentos y otras prácticas ilegales. Después de saldar sus cuentas con el Gobierno, JPMorgan recompensó a Dimon, que fue director ejecutivo de JPMorgan durante el tiempo en que se llevaron a cabo estas prácticas ilegales, con un aumento de sueldo del 74 %, lo que supone un salario anual de 20 millones de dólares.
Como señaló la senadora estadounidense Elizabeth Warren: «Podrían pensar que liderar actividades que llevan a pagar 17 mil millones de dólares por acciones ilegales dañaría su imagen, sin embargo, según The New York Times, varios miembros de la junta directiva de JPMorgan consideraron que Jamie Dimon se merecía el aumento de sueldo, en parte –y cito textualmente- «por actuar como principal negociador, ya que JPMorgan consiguió liquidar varios asuntos con el Gobierno».
No obstante, los sinvergüenzas de los banqueros no son los únicos peces gordos que continúan ascendiendo profesionalmente pese a actuar de forma punible. Lo que viene a continuación es una explicación de cómo actualizan su trayectoria profesional algunos de los miembros del Salón de la Vergüenza de la Psiquiatría, incluido el grupo al que una comisión de investigación criticó en 2008 y otro psiquiatra que llevó a cabo varios experimentos para inducir psicosis, los cuales, al parecer, iban en contra del Código de Ética Médica de Núremberg.
Antes de ponernos al día con las figuras más célebres de la psiquiatría en EE. UU., hablaré primero de una destacada psiquiatra de Cincinnati, la ciudad donde vivo. En 2014, Melissa Delbello fue elegida directora del Departamento de Psiquiatría y Neurociencia del Comportamiento de la Universidad de Cincinnati y, a principios de ese mismo año, la Cincinnati Magazin la seleccionó como una de las «psiquiatras más destacadas» de la ciudad. Todo ello pese a que en 2008 un senador estadounidense la recriminase en el Senado a raíz de un informe que The New York Times publicó sobre ella.
En 2008, una comisión de investigación incluyó a Delbello en la lista de psiquiatras que habían violado las normas nacionales y universitarias al recibir grandes sumas de dinero de compañías farmacéuticas. El senador estadounidense Charles Grassley, horrorizado, informó a los estadounidenses sobre cómo Delbello, en respuesta a la pregunta de un periodista sobre el dinero que había recibido de una compañía farmacéutica, dijo: «Créeme, no he sacado tanto provecho». A este respecto, Delbello afirmó que el periodista de The New York Times había tergiversado sus palabras, sin embargo, no cabe duda de que no respondió de forma precisa a la cuestión de los ingresos que recibió en 2003 y 2004 de AstraZeneca, el fabricante del antipsicótico Seroquel, un fármaco que Delbello había usado para sus estudios en 2002. The Times informó sobre cómo Delbello, en un artículo publicado en 2002, afirmó que utilizar Seroquel en combinación con Depakote era más eficaz para el tratamiento del trastorno bipolar en adolescentes que solo Depakote. No obstante, más tarde Delbello reconoció que este estudio –que ya había influido suficiente en la prescripción de recetas– no era concluyente.
Grassley se dirigió al Senado para hablar sobre Delbello de la siguiente forma: «Voy a exponer el caso de una médica para explicarles cómo las sumas que la industria paga a los médicos pueden afectar la práctica médica». Y así lo hizo, informó de cómo el fabricante de Seroquel, AstraZeneca, le había pagado a Delbello más de 238.000 dólares, mucho más de lo que esta había afirmado anteriormente. Para finalizar su intervención sobre Delbello en el Senado, Grassley afirmó que «es una pena que esta situación se dé a varios niveles; es una pena que la Universidad de Cincinnati haya confiado en sus propios representantes; es una pena que los pacientes pensasen que sus médicos no estaban en venta, y es lamentable que nos encontremos en una era en la que se necesita un proyecto de ley que promueva la transparencia de millones y millones de dólares que van de las grandes compañías farmacéuticas a los médicos estadounidenses».
Sin embargo, los conflictos de interés en psiquiatría siguen siendo «éticos» si incluyen la información «pertinente». A este respecto, en 2015, Delbello participó como coautora en un estudio cuyo autor principal era Holland Detke, un empleado y accionista de la compañía farmacéutica Eli Lilly, la cual respaldaba a la propia Delbello, que incluía el siguiente apunte: «Esta investigación ha sido financiada por Eli Lilly and Co». Este estudio, que se publicó en una revista científica con bastante influencia en las prescripciones médicas, concluyó que un tratamiento eficaz para niños de 10 a 17 años con trastorno bipolar consistía en combinar el antipsicótico Zyprexa y el antidepresivo Prozac. Ambos fármacos fabricados por –adivinad– Eli Lilly.
En el documental de 2010 Goldman Sachs: Power and Peril, John C. Whitehead, expresidente de Goldman Sachs afirmó que «lo que es importante no es si existe un conflicto de interés, es cómo puedes lidiar con él». Si puedes seguir la Guía Whitehead y convencerte de que eres tan extraordinario como para trascender un flagrante conflicto de interés, entonces es cuando ascender profesionalmente en la banca y la psiquiatría resulta bastante fácil.
Melissa Delbello, actual directora del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cincinnati y, según Cincinnati Magazine «una de las mejores psiquiatras», no es nadie en comparación con el psiquiatra Joseph Biederman. Biederman trabaja actualmente en el Hospital General Infantil de Massachusetts, donde es responsable del Programa Clínico y de Investigación en Psicofarmacología Pediátrica y TDAH en adultos, y en cuya biografía se lee lo siguiente: «El Dr. Biederman también ha sido incluido en Los mejores doctores de Estados Unidos, una compilación sobre los mejores médicos del país, desde que esta existe».
En 2009, The New York Times informó de lo siguiente: «El Dr. Biederman –que fue director del Centro Johnson & Johnson de Investigación en Psicopatología Pediátrica en el Hospital General de Massachusetts, en Boston –está en medio de dos polémicas: una tiene que ver con el uso de fármacos antipsicóticos en niños y la otra con conflictos de interés en medicina».
En la primera polémica o escándalo, The Times publicó sobre Biederman lo siguiente: «Un influyente psiquiatra infantil de Harvard aseguró al gigante farmacéutico Johnson & Johnson que las investigaciones programadas para probar sus medicamentos en niños aportarían beneficios a la compañía». La segunda polémica o escándalo de Biederman se expuso en 2008 en una comisión de investigación sobre psiquiatría. De acuerdo con The New York Times, «Biederman es el defensor más acérrimo de diagnosticar trastorno bipolar incluso a los niños más pequeños, y de usar antipsicóticos para tratar la enfermedad. Además, la mayor parte de su trabajo lo respaldan los fabricantes de fármacos que el propio Biederman menciona. Aunque el Dr. Biederman ganó, por lo menos, 1,6 millones de dólares en honorarios de consultoría de las grandes farmacéuticas entre 2000 y 2007, no informó de toda la suma a la universidad, tan solo de unos 200.000 dólares».
En 2008, el Congreso descubrió a otros peces gordos de la psiquiatría, como Charles Nemeroff y Alan Schatzberg. No obstante, también salieron bien parados. Según The New York Times, Nemeroff ganó más de 2,8 millones de dólares en acuerdos de consultoría con farmacéuticas entre 2000 y 2007, pero solo informó de 1,2 millones de dólares a la universidad, y también violó las normas de investigación de EE. UU. A este respecto, en 2011 Forbes publicó el siguiente artículo sobre Nemeroff: «Cómo un investigador que desafía la ética encontró un hogar en la Universidad de Miami». Actualmente Nemeroff continúa trabajando en la Universidad de Miami como director del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento y director del Centro de Envejecimiento de la Universidad de Miami. En 2008, la comisión de investigación también descubrió que el entonces presidente electo de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, Alan Schatzberg, de la Universidad de Stanford, tenía 4,8 millones de acciones en una compañía farmacéutica. Sin embargo, este detalle no evitó que Schatzberg se convirtiese en 2009 en director del Centro de Trastornos del Estado de Ánimo de Standford.
También podemos mencionar a Jeffrey Lieberman, quien en 2013 se convirtió en presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. El caso de Lieberman, que realizó experimentos con pacientes con esquizofrenia con el objetivo de agravar los síntomas, junto con los de otros famosos psiquiatras, los sacó a la luz en The Boston Globe el periodista de investigación Robert Whitaker en 1998. Desde los años setenta hasta comienzos de la década de los noventa, varios psiquiatras influyentes, entre ellos Lieberman, administraron psicoestimulantes a pacientes con esquizofrenia con el presupuesto de que estos serían «psicotogénicos» (inducirían síntomas de psicosis), y así lo hicieron.
El Código de Ética Médica de Núremberg, establecido después de los horribles experimentos en humanos realizados por médicos en la Alemania nazi, recoge que los experimentos médicos en seres humanos «deben realizarse de forma que se evite todo sufrimiento físico y mental innecesario». Sin embargo, en 1987, Lieberman llevó a cabo un estudio en el que los pacientes previamente diagnosticados de esquizofrenia, pero estables en aquel momento, recibieron metilfenidato (Ritalin) hasta que los síntomas psicóticos reaparecieron. Además, un estudio realizado en 1991 y del cual Lieberman es coautor afirma que «para examinar la relación de la respuesta psicotogénica a los psicoestimulantes y la respuesta del tratamiento en agudo en los pacientes que no habían recibido previamente el tratamiento, pacientes con un primer episodio psicótico, se administró metilfenidato vía intravenosa a los pacientes con un primer episodio psicótico». El periodista Whitaker, de The Boston Globe, en 1998, en la sección «Las pruebas médicas pasan factura a los seres humanos» («Testing Takes Human Toll»), entrevistó a Lieberman, quien reconoció que los síntomas inducidos a veces son, en sus palabras, «aterradores y muy desagradables».
Inducir síntomas aterradores y desagradables en seres humanos vulnerables no impidió que Lieberman ejerciese como presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría de 2013 a 2014, y que consiguiese un acuerdo para publicar un libro con la editorial Little, Brown. En 2015, Lieberman participó en diversas ruedas de prensa para hablar de su nuevo libro, Shrinks, una oportunidad que aprovechó para calificar a Robert Whitaker como «una amenaza para la sociedad».
A los estadounidenses les enfadan muchas cosas pero nada les duele más que la injusticia –injusticia criminal, injusticia profesional, injusticia financiera, injusticia de influencias y la injusticia que está en casi todas las partes.
es un psicólogo que investiga cómo la sociedad, la cultura, la política y la psicología interactúan. Ejerce como profesional desde hace tres décadas y forma parte del consejo asesor de la International Society for Ethical Psychology and Psychiatry (ISEPP). Su obra más reciente es Get Up, Stand Up: Uniting Populists, Energizing the Defeated, and Battling the Corporate Elite (Chelsea Green Publishing, 2011).
Fuente:
http://www.counterpunch.org/2017/03/14/leading-psychiatrists-follow-top-dog-bankers-guide-to-career-advancement/
Traducción:
Marta Estévez Pequeño



1 comentario:

Anónimo dijo...

el prosac tiene sus efectos colaterales en algunas personas pero el psiquiatra te lo administra como si fuera una hostia y el paciente lo recibe y dice amen.

lo sierto es que desde los ensayos iniciales hace decadas se tubieron que reducir la dosis porque en algunos casos provoco vasculitis desde la inlamacion y rontchas hasta problemas en organos por la misma y muerte. si los vasos venas o arterias de deterioran pueden causar accidentes cerebrovasculares, es un remedio bastante seguro pero no te advierte el siquiatra que estes atento y si le describis sintomas raros de urticaria pinchasos o caloe en pies etc. normalmente al psiquiatra no le cae la ficha. y a todo esto vos te preguntas que tendre una infeccion sifilis o un parasito, mal la columna algun reuma no comun, principio de esclerosis multiple o simpplemente alusinasiones a nivel tacto.

pues inutil consultar al psiquiatra que te dice que las hostias que receta son sagradas!!!!!

y cuesta atribuirles algun temblor , babeo o cualquier otro sintoma.

El medico tiene su lavado de cerebro por las compañias farmaceuticas , cuantos remedios se ha retirado de circulacion a los años de recetarse como seguros.