2/05/2017

la angustia interior

TIEMPOS / Sobre lo colectivo y lo individual
Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

El estado general de un pueblo no es un tema menor. Hay muchas hipótesis sobre pequeños grupos que despertaron a las grandes masas, pero lo cierto es que el desempeño de los mismos logra efectividad cuando hay aquiescencia colectiva y cuando enlaza con situaciones bien marcadas que caracterizan a un sector mayoritario.

Por algún motivo este periodista pudo “acertar” en diagnósticos sobre situaciones en desarrollo. Tanto en las instancias previas a la eclosión del 2001 como en aspectos de su derivación política. No siempre hemos logrado transmitir adecuadamente lo que estaba ocurriendo, pero muchas veces, en momentos clave, si. Está publicado, está grabado.

El efecto de las campañas mediáticas generales de los años recientes sobre la opinión promedio en la Argentina ha resultado intenso. Y suele ocurrir que el arribo de un nuevo gobierno, genera algunas expectativas. Si se hubieran lanzado medidas de fuerza gremiales con intento abarcativo en el primer semestre del año pasado, hubieran fracasado por la combinación de ambos factores, y porque los efectos de la economía oficial todavía no se plasmaban integralmente.

Por lo tanto, sólo cabe debatir, sin demasiado sentido, si correspondía convocar a un paro general en el último trimestre del 2016. Un debate corto y de detalle que ya no aporta, pero sobre el cual fijamos posición, en respaldo al Congreso cegetista, donde la Corriente Federal de Trabajadores propuso la realización de una acción contundente. También señalamos, por entonces, que la configuración del triunvirato era equívoca, porque faltaba representación de sindicatos industriales y delegaciones regionales.

Mientras ratificamos esa postura, señalamos que la reciente declaración de una movilización y un paro activo nacional constituye una victoria de aquella acción, en un tiempo relativamente razonable. Es decir, se la propuso en el último semestre del año anterior y se concretó en el primer tramo del año en curso. Lo cual evidencia el interesante sentido de clima y temporalidad que posee el movimiento obrero argentino, con sus más, con sus menos.

Aún hoy, hay cosas por debatir y mucho por hacer. Los microclimas militantes no deberían ocupar todo el análisis del activo nacional popular; es claro que, de entrada nomás, un sector importante de la sociedad rechazó con fundamento al gobierno macrista. Pero es también cierto que la incidencia de aquellas campañas, de la demagogia liberal y de los errores propios generó toda una faja que sigue resultando hueso duro de roer y contiene a buena parte de los espacios afectados por las políticas de ajuste.

Por lo tanto resulta erróneo considerar que la dirigencia sindical contuvo durante un año una marea formidable de demandas opositoras. En realidad, esa dirigencia fue realizando medidas y movilizaciones parciales que contribuyeron a volcar parte de la opinión y encarnaron la protesta del pueblo consciente de modo más o menos adecuado. Ahora, con secuelas más profundas del ajuste y la entrega, es posible canalizar ese conjunto de exigencias sobre una medida precisa, contundente y masiva.

Pero todavía no llegamos a la eclosión. En parte porque el éxito de la gestión económica nacional popular dejó un mercado interno sostenido por paritarias y emprendimientos sociales que insisten  en dinamizar una economía que el gobierno lucha por aplastar. En parte también porque la propaganda calza fuerte sobre una región zonza de la comunidad que está siempre dispuesta a dañar sus propios intereses con tal de no identificarse con cercanías sociales incómodas.

Es preciso pensar esto para poder actuar con más precisión y sin hostigamientos y diferenciaciones horizontales que damnifican la pelea conjunta. Y también recordar que en los sindicatos, con mayor o menor profundidad, se realizan elecciones: de delegados, de cuerpo de delegados, de comisiones directivas y de dirección de federaciones. Son pocas las entidades públicas que pueden ofrecer esa dinámica democrática, y muchos los militantes independientes que, sin responsabilidad ni representación alguna, gritan desde su angustia interior.

Los tiempos individuales no son los tiempos colectivos. La catástrofe electoral de noviembre del 2015 todavía reverbera en el país. Se está desandando más rápido que en otros períodos, con muchas movilizaciones y convocatorias defensivas. Pero su reversión no es automática ni depende de la voluntad de un dirigente. Es una construcción masiva y todo aporte a la comprensión de este proceso puede contribuir a su aceleración. El pueblo argentino hoy, necesita un paro general. Precisa unas cuantas cosas más para avanzar con determinación.

· Director La Señal Medios / Sindical Federal / Radio Gráfica.

www.laseñalmedios.com.ar

1 comentario:

Prol dijo...

Estimado Gabriel, no me conforma la idea de reducir todo a la realización o no de medidas de fuerza. El completo papel dirigente de la actual conducción de la CGT es el que debe ser aclarado. Las dudas son demasiadas. Desde el discurso hasta la conformación de las prioridades a la hora de plantear reivindicaciones. El hincapié que hicieron en el impuesto a las ganancias, por ejemplo, seguido de la aceptación resignada de una fórmula aún más desventajosa de lo que hasta hace un año rechazaban de cuajo (que además festejaron como un triunfo). O la inexplicable relegación a un segundo plano de los reclamos por la desocupación creciente y la caída del salario real. O la distancia que mantuvieron respecto de infinidad de pequeños conflictos que cada día se hacen más numerosos. O la permanente denostación de los gobiernos de Cristina por encima de los cuestionamientos al actual dando al macrismo una sintonía con el discurso de la pesada herencia. O el acento puesto en los incumplimientos empresarios por sobre la confrontación con la política económica del gobierno nacional que le permitió a Triaca cagárseles de risa en la cara cuando dijo que comprendía el abandono de la mesa de negociación por parte de la CGT porque algunos empresarios se hacen los vivos (y de paso obteniendo argumentos para justificar el cierre de miles de pequeñas empresas de "empresarios vivos"). O la borrada inexcusable frente a la represión creciente, a la destrucción de cooperativas laborales y la persecución y encarcelamiento de militantes populares con causas fraudulentas... Podés seguir vos con la lista, mi estimado Gabriel, pues la conocés mejor que yo... Y no estoy haciendo una invocación infantil a las virtudes mágicas de tal o cual medida de fuerza. Estoy preguntando sobre las calidades de la conducción política (o falta de ella) de la principal (casi excluyente) central de trabajadores de este país. Es decir, podrían convocar a un paro de 24 hs, o de 72, o de cinco meses, y la pregunta sería la misma: ¿Hacia dónde creen estos muchachos del triunvirato que están conduciendo al movimiento obrero? Hace unos días, Schmid dijo que le habían dado tiempo a Macri hasta marzo para ver si la economía se recuperaba. Ahora, como los empresarios siguieron despidiendo, parece que está un poco preocupado el hombre, así que van a esperar hasta marzo nomás, pero ahora medio descreídos sobre los resultados de la espera. ¡Qué claridad conceptual, mi amigo! Yo entiendo que hacer quilombo en vacaciones no es muy efectivo que digamos. Ahora bien, ¿que esperan que pase en marzo? ¿A qué batalla o a qué negociación o a qué carajo creen los triunviros que van a enfrentarse en marzo? ¿Lo saben, o al menos tienen algunas sospecha? Uno no va a un paro porque es lindo (hay excepciones que uno conoce de sobra para no tener que mencionarlas por el nombre). ¿Cuáles serían los motivos que impulsarían a la "conducción" de la CGT a realizar un paro, o a no realizarlo, o a ir a brindar con el presidente en la casa de gobierno? Mi inquietud es independiente de la herramienta de lucha que terminen utilizando. Porque un paro puede servir para muchas cosas, entre otras para descomrimir y ganar tiempo. E incluso en este caso trato de no troskearme y me esfuerzo en considerar que el tiempo bien empleado también es una herramienta de la acción gremial, pero vuelvo a preguntar: ¿Tiempo para què? Porque una cosa es quedar por imperio de las circunstancias a la defensiva y otra muy diferente es verse avasallado y terminar subordinado a la lógica de tu adversario (mirá hasta que punto me esfuerzo por moderarme que evito escribir enemigo). ¿Cuál es tu opinión? De veras me interesa. Un saludo, kumpa.