Desde las escalinatas de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, Fidel Castro brinda un histórico discurso de más de dos horas y media ante miles de personas. La cita de los porteños con el cubano es convocada a las 19 horas en el Aula Magna de la Facultad. Sin embargo, el plan original, que preveía un acto para 800 personas al interior de la sala, se ve rápidamente desbordado por la presencia masiva de miles y miles de personas que arriban espontáneamente a los parques que rodean el antiguo edificio de la Universidad.
Es el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, el encargado de anunciar a los asistentes el tranquilizador mensaje: “Fidel no se va a ir sin hablar”, pero el acto deberá hacerse afuera de la Facultad, donde el público aún continúa llegando. Con una asombrosa predisposición de la concurrencia, los organizadores acondicionan un escenario sobre la explanada exterior del edificio. Promediando las 21 horas, Fidel Castro se asoma desde la penumbra de un ecléctico enjambre compuesto por personal de seguridad, autoridades universitarias, militantes y periodistas. Vivas a Cuba y a Fidel estallan desde la boca de los presentes, entonándose luego el Himno Nacional argentino para dar tiempo a establecer la conexión satelital con Cuba.
Es la tercera vez que Fidel viaja a la Argentina -en esta ocasión, invitado para la jura de Néstor Kirchner como presidente- y la segunda, luego de 44 años, que visita la ciudad de Buenos Aires. El contexto internacional es especial: en América Latina ha comenzado un ciclo de gobiernos populares, al mismo tiempo, que el gobierno de los Estados Unidos, presidido por George W. Bush, invade Irak y despliega su política de “guerras preventivas”.
El acto comienza. Luego de recibir una placa en su honor por parte de los trabajadores de la Universidad, Fidel, ladeado por el ministro Pérez Roque, responde “los tenemos a ustedes”, haciendo alusión al cántico “¡¿Qué tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él?!”. Visiblemente emocionado, el líder cubano no puede evitar explicar los avatares del acto y el proyecto original: “He vivido algunos años, pero nunca ni siquiera imaginé un acto tan azaroso y tan increíblemente emocionante como éste… (…) Yo podría hacer una crítica -no a ustedes- a nuestros compañeros y decirles: ´Ustedes subestimaron al pueblo argentino (…) no se imaginaba lo capaz que es la multitud de organizarse…´ (…) fue la proeza organizativa realizada por la masa. Jamás olvidaré lo que ustedes hicieron esta noche (…). Cuando hablo de gratitud eterna es porque este pueblo de Buenos Aires está enviando un mensaje a aquellos que sueñan con bombardear nuestra patria…”. Inmediatamente, en un ida y vuelta con la multitud, Fidel habla, a pedido del público, de Ernesto “Che” Guevara, de su trayectoria y de sus cualidades, remarcando a partir de anécdotas “su tenacidad, su inteligencia, su fortaleza espiritual, su constancia…”.
En una fría noche, ese “segundo sol”, como el mismo Fidel define al público presente, experimenta varios momentos de calor y resplandor. Desde su rostro de 76 años, tomado en primer plano por una improvisada cámara, su oratoria clara, irónica y culta recorre diversos problemas de actualidad, sin esquivar la jocosidad y complicidad, como cuando se refiere al invierno y el calor de los argentinos sacándose el sobretodo, o cuando, tras el clásico “Olé, olé olé, Fidel, Fidel”, comenta saber que esa melodía proviene de los estadios de nuestro popular deporte.
Al mismo tiempo, millones de argentinos, a través de los diferentes canales de televisión presentes, tienen la oportunidad por primera vez de descubrir, sin mediaciones y cortapisas, al estadista, quien vierte, en sencillas palabras, una gran cantidad de conceptos, muchas veces oscurecidos bajo el eufemismo de “complejidades técnicas”. Temas como analfabetismo, política internacional, inmigración, devaluación, deuda externa, libre comercio, democracia, derechos humanos y medio ambiente, entre otros, componen el recorrido de su alocución. Varios párrafos también son dedicados a la política exterior norteamericana, el bloqueo contra Cuba y los avances en materia de salud y educación en su país.
Hacia el final, tal vez en uno de los instantes más relevantes de la velada, Fidel exclama: “Si me preguntara alguien por qué sentí gran satisfacción y júbilo cuando llegaron las noticias de un resultado electoral en nuestra queridísima Argentina (…) mi opinión es que una de las cosas extraordinarias es que el símbolo de la globalización neoliberal ha recibido un colosal golpe. Ustedes no saben el servicio que le han prestado a América Latina; ustedes no saben el servicio que le han prestado al mundo al hundir en la fosa del Pacífico -no sé cómo se llama ahora-, que tiene más de 8000 metros de profundidad, el símbolo de la globalización neoliberal”.
Decenas de miles de estudiantes, profesores y simples familias de diferente condición social que se acercaron a presenciar el discurso, graban en sus memorias el mensaje final: “un mundo mejor es posible. Pero cuando se haya alcanzado un mundo mejor, que es posible, tenemos que seguir repitiendo: Un mundo mejor es posible, y volver a repetir después: ¡Un mundo mejor es posible!”.
1 comentario:
"SI PERO PARA MUY POCOS, PORQUE SALE MUY CARO" MAURI-CEO MASCRI
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