12/10/2016

uruguay: hacia el bautismo populista

EMMANUEL BONFORTI
La nueva oleada conservadora en la región cobra protagonismo en otro país del cono sur. ¿Quién es el candidato que irrumpe en la política uruguaya y que amenaza con patear el tablero? ¿Renovación de la derecha o fenómeno novedoso?
América Latina desde hace un tiempo atraviesa por un escenario de reconfiguración política, donde emergieron una serie de espacios de representación de centroderecha que encuentran en sus filas a empresarios decididos a participar en política. En este marco, Uruguay no escapa a la lógica continental.
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El pasado 7 de noviembre, un centenar de manifestantes se agolpaban en la Plaza Independencia del centro de Montevideo con la intención de dirigirse al Colegio Electoral para acompañar al empresario Edgardo Novick a registrar el “Partido de la Gente”. Nacía un nuevo eslogan en la estable tradición de política que presenta el Uruguay. Al salir del Colegio Electoral el candidato a las presidenciales de 2019 se fundía entre selfies y abrazos con los manifestantes.

Novick había participado en las últimas elecciones municipales de Montevideo bajo el lema “Partido de la Concertación” obteniendo 210 mil votos. En esa instancia se nutrió de Colorados y Nacionales desencantados por las viejas estructuras. Además, fue candidato a presidente del Club Peñarol en 2008 y ha dirigido diferentes emprendimientos empresariales vinculados al ámbito de los servicios como la construcción de un shopping. Sin embargo, sus actividades en el mundo de los negocios no lo obligaron a mantenerse al margen de la política.
El pasado 7 de noviembre, un centenar de manifestantes se agolpaban en la Plaza Independencia del centro de Montevideo con la intención de dirigirse al Colegio Electoral para acompañar al empresario Edgardo Novick a registrar el “Partido de la Gente”. Nacía un nuevo eslogan en la estable tradición de política que presenta el Uruguay.
Sus inicios políticos se vinculan al Partido Colorado. En su vertiginosa carrera política se muestra como un hombre pragmático y abierto a diversas experiencias políticas. No sólo se vinculó con Jorge Battle para las elecciones de 1999 sino que también coqueteó con el Nacionalista Luis Alberto Lacalle en las elecciones de 2009. Este tipo de alternancia ideológica abre interrogantes sobre lo novedoso que implicaría Novick para la política uruguaya.
Sus participaciones mediáticas fueron en ascenso en la medida que el Frente Amplio (FA) dio muestras de desgastes y tensiones internas. Así Novick logró ingresar en la agenda política con un discurso que denunciaba la situación de ANCAP (Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland), lanzaba críticas al estado de la educación nacional y cuestionaba al gobierno de Tabaré por no acelerar los acuerdos de Libre Comercio (TISA). Desplegó un discurso punitivo en materia de seguridad y se mantuvo expectante de la situación electoral de Argentina y Venezuela con un fuerte apoyo a la oposición de esos países durante las últimas elecciones. Al conocerse los resultados electorales en Argentina, el diario El País titulaba: “Novick: ¿el Macri uruguayo?”.

En sintonía con la restauración conservadora, el discurso de Novick tuvo como caballito de batalla la capacidad de gestión sobre la discusión ideológica, de esto se desprende el armado heterogéneo que lo respalda. Según el empresario, la ideología resultó un obstáculo para afrontar los problemas concretos de Montevideo.
En sintonía con la restauración conservadora, el discurso de Novick tuvo como caballito de batalla la capacidad de gestión sobre la discusión ideológica, de esto se desprende el armado heterogéneo que lo respalda. Según el empresario, la ideología resultó un obstáculo para afrontar los problemas concretos de Montevideo.
Novick en sus apariciones se muestra como el futuro, como la esperanza de lo “nuevo”. Al separarse de un discurso ideológico, su ubicación en el tablero político se referencia como centrista, lo que le permite ampliar el arco de alianzas. Así, declaró que “si querer mejorar la educación es de izquierda, somos de izquierda, pero si queremos combatir la delincuencia, somos de derecha”.

“si querer mejorar la educación es de izquierda, somos de izquierda, pero si queremos combatir la delincuencia, somos de derecha”.
Vinculado al mundo del fútbol, el empresario se atribuye un conocimiento federal del país a partir de este deporte y apela a la cultura uruguaya para mostrarse como un candidato “de la gente” mencionando el aroma a carnaval que se respiraba en el barrio de su niñez. Propone una unión de todos los sectores e invita a participar en política a quienes no provengan de ese ámbito, a su vez se reconoce como un outsider de la política y un intérprete de todas las clases sociales.
La emergencia de Novick debe analizarse en dos planos: en el regional, el empresario respondería al formato de candidato que los sectores conservadores vienen construyendo en la nueva oleada continental: aperturista en lo económico, zen en pronunciamientos en posiciones políticos, cercano a la reconstrucción de un eje comercial con Europa y los Estados Unidos. Desde lo discursivo, respetuoso de los derechos civiles y democráticos. La concepción ideológica desplaza a la construcción política partidaria tradicional, focalizando en la acción del individuo desinteresado de la política al sujeto de cambio. En esta acción confluyen consumidores y “gente” en general, el mercado pasa a ocupar protagonismo sin discutirse en profundidad la lógica del Estado, pero es aquel un centro dinámico en comparación de las trabas que implicaría el Estado. Por último, hay una esencialidad del cambio que aparece teleológicamente como un rasgo positivo.

La concepción ideológica desplaza a la construcción política partidaria tradicional, focalizando en la acción del individuo desinteresado de la política al sujeto de cambio.
Finalmente, en el plano nacional, Uruguay se asume como un país con una fuerte tradición democrática y que cuenta con las fuerzas políticas más antiguas del continente, Blancos y Colorados. Esta construcción que se convirtió un ideario identitario acabó desencadenando una crisis de partidos que tuvo varios episodios y el más progresivo fue el nacimiento del Frente Amplio. El actual partido de gobierno, con ya cuarenta años de historia, deberá revolucionarse puertas adentro, saltar las vallas de la burocracia interna y concientizarse de la bisagra que implican las próximas elecciones presidenciales.

* Sociólogo, Universidad de Buenos Aires
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