9/21/2016

lluvia de sirios :"el mundo ama a los refugiados ( si son olímplicos)"

Esta nota fue publicada por Letra P el 11 de septiembre. Este martes, en la ONU, volvió a anunciar que el país alojará a desplazados de esa nacionalidad. Las dificultades para hacerlo realidad.
Por Mariano Melamed y Gabriela Pepe
Primero anunciaron tres mil. Luego, hace menos de un mes, los primeros trescientos. Claro, faltaban horas para la llegada de Ban-ki Moon a la Argentina. "Agradezco su alto grado de generosidad", le dijo el secretario general de la ONU a Mauricio Macri una vez arribado, durante la gira protocolar que realizó hace un mes por Sudamérica. “Gracias por su generoso y compasivo liderazgo para recibir a 3.000 refugiados”, agregó. El Presidente le había dicho que tenían agendas comunes y que Argentina “ya ha empezado a contribuir, como ha mostrado en su vocación de recibir refugiados de Siria, con todo lo que están viviendo”. En realidad, estaban hablando de la vuelta de tuerca que el Gobierno, apurado por mostrarse otra vez alineado a las potencias del mundo libre, le encontró a una iniciativa del kirchnerismo: el Programa Siria, algo demasiado delicado pero que sonaba a beneficencia y compromiso humanitario. Los problemas empiezan cuando se analizan las chances de traducir los gestos en acciones.

HERENCIA RECICLABLE. El Programa Siria nació en 2014 y se limitaba a facilitar el otorgamiento de visas humanitarias a los refugiados sirios que la pidiran. Siempre fue un programa modesto y de perfil bajo, más simbólico que voluminoso, sobre todo por el acotado número de refugiados que podían preverse llegando a estas tierras para buscar abrigo desde más de 12.500 kilómetros. Es decir que fue significativo en lo político, pero solo interpelaba a algunas dependencias del Estado estrechamente ligadas a migraciones o derechos humanos, algunos académicos y organizaciones de la sociedad civil. 

La iniciativa parece haber tenido éxito. Tanto, que el actual Gobierno se subió a la agenda global de los refugiados, la renovó y alentó la creación de una llamada “Mesa Siria” para trabajar el tema entre distintas áreas del Estado (Cancillería, Interior, Seguridad, Trabajo, Desarrollo Social). Casi nadie cree que el súbito amor por los sirios despojados obedezca al corazón sensible del Presidente, sino que es más bien atribuible al perfil de reinserta en el mundo que Argentina pretende proyectar ahora, reforzado luego de los encuentros de Macri con los presidentes de Francia, Francois Hollande; Estados Unidos,Barack Obama, y Alemania, Angela Merkel.

A esto se suma la carrera de la canciller Susana Malcorra por quedarse con el sillón de Ban, que finaliza su mandato este año

Malcorra la tiene complicada, porque eligió a un rival durísimo. Precisamente, quien saca ventaja en esa carrera luego de dos rondas de votaciones esAntonio Guterres, el portugués que fue, durante los últimos diez años, el alto comisionado de la ACNUR y uno de los especialistas más importantes del mundo en este tema.

Quien se quede con el cargo más preciado del mundo de la diplomacia internacional necesita el apoyo de los cinco integrantes del Consejo de Seguridad (EE.UU., China, Rusia, Francia y Reino Unido). El Gobierno apuesta a conseguir la voluntad de los chinos, pero suena difícil que convenza al Reino Unido, que, como miembro de “Los 5”, tiene poder de veto en la elección del próximo secretario general. A pesar de que el presidente chino, Xi Jinping, le aseguró a Macri que iba a apoyar a Malcorra -según hizo saber el Gobierno-, la última pre selección informal de candidatos del pasado 9 de septiembre la hizo descender en el ranking de aspirantes del quinto al séptimo lugar.

Lo cierto es que, más allá de la diplomacia y la imagen de generosos, no hay ningún compromiso firmado entre el Gobierno y la ONU, porque no se lo necesita. Lo que sí se sabe es que Ban no se juntó con nadie de la oficina local de la ACNUR, el otro actor importante que es regularmente invitado a la Mesa Siria, aunque, según contaron fuentes de esa oficina, se enteraron del anuncio de “los 300” por los diarios y no tenían ninguna precisión operativa sobre cómo se iba a organizar su eventual llegada. Ni hablar, entonces, de 3.000, un número que puede sonar a poco en la terrible diáspora siria que hoy cuenta con unos seis millones de refugiados, pero que para la escala argentina puede ser demasiado.

Según la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE), a cargo deFederico Agusti, un muy reconocido especialista en el tema que se sostuvo desde la gestión anterior, entre 1985 y 2015 se realizaron 18.000 solicitudes de status de refugiado, 5.000 de ellas en el periodo 2011-2015. Claro que no todos son reconocidos y miles de solicitudes son denegadas. En 2015, fueron reconocidos apenas 112 casos, por lo que inquieta pensar en 3.000 de golpe, fundamentalmente porque los recursos no están.

En este escenario, en el caso de los sirios, quienes de alguna manera se hacen cargo de todo lo que el refugiado necesita son los “llamantes”: desde los pasajes hasta el alojamiento, salud, etcétera. Algunas ONGs y asociaciones culturales están cerca para facilitar trámites o integrarlos a sus redes, dado que el Estado solo se limita a otorgar las visas. Es decir que, por ahora, su arraigo se desarrolla lentamente y casi de manera improvisada, a merced de la buena voluntad de los llamantes.

LA REALIDAD REAL. La historia de Hanen, la “joven y bella refugiada siria”, fue un golpe publicitario que instaló el tema, una manera de generar empatía, pero los refugiados no son como Hanen, quien ni siquiera estaba huyendo de un escenario bélico. Un refugiado es, según la ONU, alguien que fue “forzado a huir de su país por causa de persecución, guerra o violencia y tiene bien fundado el temor por su vida en virtud de su raza, religión, nacionalidad u opinión política”. Es decir, gente no tan fotogénica ni tan joven, que no quiere estudiar fotografía sino salvar el pellejo de sus hijos, que viene de pasarla realmente mal y perdió absolutamente todo. O, como escribió Roger Cohen enThe New York Times: “El mundo ama a los refugiados, mientras sean olímpicos”.

A todos les parece algo encantador y humanitario que el país les abra las puertas a las inocentes víctimas del fuego cruzado entre Al Asad, los opositores, los kurdos, ISIS y los bombardeos rusos, pero no hay ni planes ni plata. En principio, por la propia Ley de Refugiados, sancionada en 2006 y nunca reglamentada, lo que neutraliza el uso de fondos para tan noble fin. “Hubo un proceso de diálogo entre el Estado, universidades y organizaciones sociales; un grupo de profesionales participamos en ese proceso, revisamos borradores y elaboramos propuestas, pero luego se trabó dentro del Ejecutivo”, explica Pablo Ceriani, el experto argentino que trabaja en el comité de la ONU para la protección de los derechos humanos de los trabajadores migrantes.

“Uno de los temas pendientes en Argentina en el caso de los refugiados es un plan de integración: una cosa es tener un ley abierta, para que las personas que escapan de sus países puedan obtener un documento, puedan ingresar y no se los detenga, pero con eso no alcanza: se debe tener un plan integral de integración que incluya acceso a derechos; hay cuestiones habitacionales, el tema del idioma, de salud, de educación. ¿Cuál es la agenda? Debería ser más difundida, con cierto detalle. No creo que nada de eso esté pasando. ¿Cuál es el plan? ¿La experiencia europea de centros de refugiados que parecen cárceles o los de integración como algunos casos en Suecia y Alemania?”, se pregunta Ceriani.

En la ACNUR tampoco tenían ninguna precisión sobre un plan a desarrollar. Por ahora, se limita a dar asistencia técnica y fondos a ADRA, una organización semi religiosa que actúa como su agencia implementadora y como enlace con un muy limitado número de refugiados.

Otra vez: a pesar de las buenas intenciones y los anuncios, los fondos para el Plan Siria ampliado -que incluye la apertura de una oficina argentina en la frontera sirio-libanesa- no existen: aún dependen de eventuales negociaciones con otros estados y organismos que no están cerca de concretarse.

Por ahora, sólo hay un acuerdo de colaboración técnica con la Unión Europea que tampoco fue rubricado, según declaró a Julián Curi, el número dos de la Dorección de Migraciones, a Radio Francia Internationale. Y agregó que no sólo faltan los fondos, sino que, además, Argentina no delegará su soberanía en relación a tareas de Inteligencia. Un doble problema y, además, un doble gasto y algo logísticamente impensable sin la asistencia de Estados Unidos. De hecho, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, también se refirió al tema cuando visitó Argentina a comienzos de agosto. Por supuesto, expresó todo su apoyo, pero no comprometió ni un dólar. Eso sí: habló sobre un eventual apoyo en “temas de seguridad”, contradiciendo así al funcionario argentino.

Durante la reunión para debatir las designaciones para dirigir la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), el jefe del bloque de senadores del PJ-FPV,Miguel Ángel Pichetto, le hizo pasar un momento inquietante al candidato al cargo, Gustavo Arribas, cuando lo interpeló sobre el método para chequear la identidad de los sirios por venir y le preguntó qué garantías habría de que no tuvieran vínculos con grupos radicales, ya que no se sabe cómo serán seleccionados ni cuáles serán los organismos encargados del control de antecedentes de los aspirantes a ingresar. Según Curi, de Migraciones, si Argentina no va a ceder la soberanía en ese operativo, ¿cómo piensa hacerlo en una de las fronteras más calientes del mundo? Sobre todo por las últimas modificaciones al Plan Siria, que antes funcionaba sobre una base de “familias llamantes”, mientras que, a partir de ahora, el llamante puede ser cualquiera.

ES UN MAL MOMENTO. La llegada de los refugiados sirios también tiene un capítulo que involucra al siempre efervescente conurbano bonaerense. Se trata del sondeo del que fueron objeto algunos intendentes municipales -más precisamente, aquellos que se muestran cercanos al papa Francisco, firmantes del pacto de San Antonio de Padua- para saber si estaban dispuestos a alojar a los inmigrantes. “Se había hablado en alguna oportunidad de colaborar en el traslado de los refugiados”, explicó una fuente del GBA. Y otros fueron contactados por asociaciones extranjeras dispuestas a aportar financiamiento.

La respuesta fue contundente: “No”.

“Se habló en algún momento pero quedó todo congelado, en la nada”, aseguró a Letra P un intendente en estricto off the record.

Pese a las buenas intenciones de algunos dirigentes, uno de los motivos que descartó la idea es la crisis habitacional que viven los propios habitantes del conurbano, que quedó a la vista con la última toma de terrenos, en Moreno. “Tenemos que resolver el problema habitacional de la gente de nuestros municipios. No podemos traer refugiados, encima”, explicó un jefe territorial, que remarcó la situación de tensión que generaría el arribo de los sirios al corazón de la crisis social.

Tozudo en la idea de implantar el tema en la agenda, el Gobierno intentó dar un paso también con los gobernadores, pero los resultados sólo sumaron más vaguedades. Hasta dejó trascender, a través de los medios, que había avanzado con algunas provincias y hasta deslizó el nombre mágico de la ACNUR como convidado en las reuniones, especialmente con el gobierno de San Luis, que había enviado de interlocutor al diputado Luis Lusquiños. Pero eso no es más que otra réplica de los anuncios originales. En el entorno de los Rodríguez Sáa, contaron a Letra P que no sólo que no hay nada rubricado, sino que no existe ningún plan concreto de reasentamiento, mucho menos fondos disponibles, ni siquiera una promesa a mediano plazo sobre la disponibilidad de esos fondos. Si bien confirmaron que las charlas existieron, las fuentes aclararon que “la voluntad puede estar, pero la provincia no se comprometió a nada. Además, nadie pensó en el debate cultural sobre el reasentamiento de musulmanes en medio de una comunidad católica; básicamente, todo está de la misma manera desde 2014 en ese sentido”, sostuvieron. La ACNUR, por su parte, negó no solo haber participado, sino haber sido invitada a una reunión con el gobierno de San Luis.

El coordinador de una de las organizaciones más activas e influyentes ligadas a este tema contó que un intendente de una localidad cordobesa lo llamó para decirle que podía recibir a 50 familias. “Cuando le pregunté sobre sus planes habitacionales, de empleo y educación pensados para ellos, me dijo que no tenía nada”, se sorprendió. “No se trata de distribuir cosas. Estamos hablando de gente. En un contexto económico que no genera empleo, la eventual llegada de tantos refugiados como se anunció es un problema”, concluyó.

A pesar de que aún espera la reglamentación de la Ley que traería un poco de prolijidad financiera a la cuestión, la misma fuente cree que el envión sobre este tema es positivo: “Sirve que algunos funcionarios públicos hablen de los refugiados, pero lo de los sirios es sólo un ítem, no son los únicos que están aquí como refugiados. Lo importante es la cuestión de fondo, pero para hablar de reasentamiento falta mucho, se necesitan muchos recursos”. La fuente contó que ha habido casos en los que los llamantes han abierto las puertas de sus casas con la mejor buena fe, pero una cosa es tenerlos dos días y otra cosa es ver que pasan los meses y la gente sigue ahí, sin que la red de contención e inclusión se haya abierto para ellos, sin que haya una oficina del Estado para ir a pedir que se los lleven a vivir a otro lado o pedirles fondos para alimentarlos.

Así, el Gobierno puede tener sus legítimos intereses en estimular la llegada de desplazados sirios, las familias llamantes pueden ser generosas y los propios sirios pueden estar muy necesitados, pero la cuarta pata de este plan no es otra que todo el resto del escenario, es decir, la sociedad en general, el resto de los argentinos. “Se debe trabajar en la prevención de la discriminación, sobre las diferencias culturales con las personas que entran, pero en toda la sociedad en general y con quienes trabajan en servicios sociales en particular”, explicó Ceriani.

Una encuesta de Amnesty sobre tolerancia a los refugiados hecha globalmente y publicada en mayo de este año indicó que un 86% de los argentinos cree que las personas deberían ser aceptadas en otros países para escapar de la guerra o la persecución y casi la misma proporción estima que las aceptaría y les daría la bienvenida en el país, pero solo el 6% las aceptaría en la casa y apenas el 16% en su barrio y el 12% en su ciudad.

En definitiva, demasiados obstáculos para los esperanzados refugiados. Frank-Juergen Weise, el jefe de la oficina alemana para Migraciones y Refugiados, previó hace unos días que en su país se esperan 300 mil refugiados para 2016 (el 60%, de origen sirio). Aquí, el Gobierno aún está buscando quién le cabecea un centro para ubicar al 0,1% de esa cantidad.

Mientras tanto, en Siria, la guerra se circunscribe a Alepo y deja decenas de bajas civiles. Las bombas han caído también sobre los asentamientos de desplazados internos en Idlib, donde provocaron más víctimas y más desplazados. Como cuenta una de las fuentes consultadas para esta nota: “El conflicto no parece que esté llegando a su fin y, aún si se acabara, seguiría habiendo refugiados. No se puede especular con el tiempo y las reuniones, porque, mientras tanto, sigue muriendo más y más gente”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

NUEVAS FILTRACIONES.

PREGUNTA:

Puede un presidente que tiene TANTO QUE OCULTAR OFFSHORE tomar decisiones soberanas ?
Acaso no está expuesto a extorsiones foráneas que buscan grandes beneficios en nuestro país ?
A esta altura, ya son DEMASIADAS MENTIRAS !

NUEVAS FILTRACIONES DE PRIMAVERA: Bahamaleaks

NO DEBERÍA INTERVENIR EL CONGRESO NACIONAL ?