8/10/2016

salario real y demanda agregada: qué sucedió cuando cayó el salario real ? - una perspectiva histórica -



Javier Lindenboim, Damián Kennedy y Juan M. Graña 

Al comenzar el presente documento destacamos que en el informe de 2010 la UNCTAD sostiene que la estrategia de crecimiento de los países “en desarrollo” estuvo basada en una mayor inserción internacional a partir de un aumento de las exportaciones, estrategia que, como tal, conlleva a una restricción al aumento de las remuneraciones. Para analizar ese proceso, el presente documento se propuso como objetivo fundamental analizar el devenir económico de Argentina entre mediados del siglo XX y la actualidad desde la perspectiva de la distribución funcional del ingreso y sus líneas de investigación asociadas: la relación entre el salario real y la productividad, por un lado, y la relación entre los ingresos y la demanda final, por el otro. 

En pleno auge del modelo industrializador sustitutivo, la discusión sobre los dos roles de la masa salarial fue extensa, particularmente en Argentina. La masa salarial era percibida como central para la realización de las mercancías producidas para el mercado interno (Candia, 2000) aunque se planteaban límites al nivel de las remuneraciones ya que, a partir de cierto punto, deterioraban las cuentas del sector externo (Canitrot, 1983). Así, ese doble papel y los precios internacionales de los productos primarios explicaban los ciclos económicos de ese modelo conocidos como “stop and go” (Braun y Joy, 1968; Diamand, 1972). 

En este sentido, en las dos primeras secciones mostramos que la masa salarial tuvo hasta mediados de los setenta un comportamiento relativamente estable (aunque con una década de claro descenso y otra de claro ascenso), como resultado de dinámicas también estables y en general crecientes del salario real y la capacidad productiva del trabajo. Incluso más: ambos determinantes de la distribución funcional del ingreso mostraron en dichos años una dinámica similar a la de Estados Unidos (aunque con ritmos menores a las verificadas en Francia y Japón). Si, al menos desde esta óptica, el proceso de la ISI  ( modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones) aparece tan positivo, es en buena medida como consecuencia del proceso económico que le siguió. Aunque con distintos matices, existe un relativo acuerdo en la literatura en relación a que la conjunción del “Rodrigazo” de 1975 y el golpe militar de 1976 implicó el abrupto abandono de la ISI y su reemplazo por otro, sin nombre consensuado, donde priman -fundamentalmente bajo el gobierno militar y la Convertibilidad- la apertura comercial y financiera, el endeudamiento externo y la sobrevaluación de la moneda nacional (Damill y Frenkel, 1993, Ferrer, 2004, Basualdo, 2006). El plan implementado por la dictadura militar tenía como objetivos explícitos el desmantelamiento de la “estructura productiva ineficiente” generada al “calor de la protección del Estado” durante la ISI y la reducción del salario real. Este segundo objetivo se cumplió, como señalamos en la segunda sección, con creces. El primero, por su parte, no tuvo tanto “éxito”: la productividad se estancó a mediados de los setenta. Tal situación perduró hasta inicios de los noventa de modo que la participación asalariada en el ingreso no pudo más que retroceder. 

El refuerzo de esa política económica con la implementación del plan de Convertibilidad efectivamente logró la “modernización” de la estructura productiva, claro que a - 25 - costa de la destrucción masiva de empresas. En tal contexto, no se requirió de la represión política para el sostenimiento del nuevo deterioro del salario real ocurrido con la hiperinflación de 1989 y 1990: el desempleo funcionaría como disciplinador. Sin embargo, el escenario empeoró drásticamente: desde mediados de la década del noventa se diluyeron las bases de ese crecimiento de la productividad, de modo que apenas pudo recuperarse la ampliación de la brecha con los países “desarrollados” profundizada desde mediados de los setenta. Pero la situación devino en algo aún peor: la crisis virulenta que marcó el fin de la Convertibilidad produjo la más severa recesión de la historia del país, con una nueva caída de la productividad y un deterioro del poder adquisitivo del salario equiparable al ocurrido con la irrupción de la dictadura militar y la hiperinflación de fines de los ochenta/principios de los noventa. En resumidas cuentas, lejos de mejorar la inserción internacional argentina, la estrategia de política económica “hacia fuera” llevada a cabo desde el abandono de la ISI tuvo los peores resultados: un deterioro brutal del salario real en conjunción con un estancamiento relativo de la capacidad productiva del trabajo respecto a los países “desarrollados”. 

En México y, en menor medida, en Brasil, pueden observarse situaciones relativamente similares. La evolución económica de nuestro país bajo la lógica de funcionamiento económico establecida a mediados de los años setenta tiene otra arista de importancia y, lamentablemente, también negativa, que surge de la segunda línea de investigación explorada en el presente documento: el crecimiento del superávit de explotación verificado en el período en cuestión, como contracara de una participación asalariada que se reduce fundamentalmente por un deterioro del salario real, no tuvo como correlato un incremento en la proporción de la inversión, situación, nuevamente, común a los otros países latinoamericanos analizados. Más específicamente, siendo que la proporción de la inversión en el producto total es relativamente similar en todos los países considerados, resulta que en Argentina (así como también en México y Brasil) se necesitaron crecientes niveles de participación del superávit de explotación para similares niveles de inversión. 

El proceso económico ocurrido luego de la salida de la Convertibilidad (sobre el cual, tampoco existe consenso en relación a su denominación) muestra tendencias sumamente favorables: el sostenido crecimiento económico a tasas elevadas se dio con comportamientos de las variables aquí implicadas sumamente diferentes a los observados en el período anterior: incremento de la productividad y del salario real, por un lado, y de la proporción de la inversión en el producto “a pesar” de la caída del superávit de explotación, por el otro. Esto no implica, claro está, una reversión absoluta de los problemas que se generaron en casi treinta años; en lo fundamental, el poder adquisitivo del salario continúa estando muy por debajo de los niveles alcanzados en los años setenta. Es claro que los avatares económicos y sociales de la Argentina (y, en general, de nuestra región) guardan una profunda relación con las modificaciones en la economía mundial. 

El proceso de la ISI (modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones) ocurrió en el marco de la vigencia en los países centrales del denominado Estado de Bienestar, el cual fue abandonado, devaluación del dólar y crisis del petróleo mediante, por la etapa neoliberal. Esta nueva fase de la acumulación mundial signó fuertemente la vida económica de la región, fundamentalmente a través de las crecientes corrientes de capital prestable, a condición de la adopción de reformas de corte neoliberal. A partir de allí, esos flujos convertidos en deuda externa se convirtieron en un nuevo factor a considerar en la vida económica de la región latinoamericana durante la década del ochenta. En el mismo sentido, la peculiar evolución de Argentina en los años noventa es resultado de su propio esquema de política económica pero también de la multiplicidad de crisis financieras alrededor del planeta. En los años más recientes, el empuje de los países más poblados del mundo, fuertes demandantes de materias primas que produce en gran escala la región, han modificado las ecuaciones básicas que conformaban los límites de la política económica latinoamericana. En este marco, cabe preguntarse si en el nuevo contexto internacional, la velocidad de la recuperación económica de la región post-crisis y el cuestionamiento del esquema neoliberal de crecimiento encierran diferencias esenciales que permitan hablar de una nueva etapa para la región o si se trata simplemente de una coyuntura favorable. En la región la discusión no esta saldada.

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