8/20/2016

el tarifazo sigue



La entidad fabril actualizó informes que muestran que, con las subas del 500%, las boletas de empresas y pymes son 50% más altas que el promedio mundial y hasta 150% superiores a las de EE.UU.
La cuestión tarifaria, que parecía llegar a una solución con el fallo de la Corte Suprema, lejos está de arrimarse a un puerto calmo. Cuando se conoció el texto de la decisión unánime, celebraron los usuarios residenciales y, por otro lado, pusieron el grito en el cielo las empresas pequeñas y medianas y hasta las grandes. La mayoría ya estaba pagando las facturas de luz y gas con aumentos, pero el fallo del máximo tribunal envalentonó a sus propietarios. Y empezaron a armar una presentación para la semana próxima, basada en una premisa que no admite matices: si el Gobierno no revé el nivel que pagan las industrias, con consideraciones regionales y particulares de cada jurisdicción, la situación se tornará insostenible en un contexto de caída de la actividad, suspensiones de personal y afectación por ingreso de productos importados.

Los técnicos de la Unión Industrial Argentina (UIA) tomaron un informe del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas) de hace cuatro años, elaborado por el kirchnerismo para mostrar cómo quedaría por entonces el cuadro tarifario de la energía, con la idea de aplicar una suba. Actualizaron esos valores, con el dólar a niveles de hoy, y le aplicaron a las tarifas industriales el alza del 500%. Los resultados son impactantes: en base a ese cálculo, si se implementaran las subas, las tarifas pymes y de industrias estarían un 20% por encima de todo el Mercosur, un 50% por encima de la tarifa promedio mundial industrial y hasta un 150% por sobre las de Estados Unidos.

“Poniendo estos valores, a las pymes las sacaríamos del mercado”, dijo José Ignacio De Mendiguren, dirigente de la UIA y diputado por el Frente Renovador, que llevará el próximo martes este análisis a la Comisión de Industria, que él preside.

En paralelo, y para una justificación más amplia, los industriales quieren exhibir que los países desarrollados están estableciendo, como tendencia mundial, el subsidio a las industrias, justo en tiempos en que se ha extendido a todas las latitudes la crisis económica, política y financiera. Citan un trabajo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que asegura que, de los 120 países que subsidian a la energía, Argentina está en el 61 y que casi todos los países consolidados lo han tomado como una política a sostener.

En ese escenario, los empresarios creen que Argentina aún conserva una oportunidad de flotar en esa maraña global de incertidumbre. Pero es imposible sin apoyo del Estado en un tema que consideran clave. Tanto es así que hasta Antonio Caló, el jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), empezó a hablar con los hombres de negocios. Sin ir más lejos, Juan Carlos Lascurain, la cabeza política de la cámara empresaria metalúrgica ADIMRA, decidirá con sus pares el martes si harán presentaciones por la tarifa en conjunto o por empresas (esta última es la única alternativa que habilita la Corte, que apeló a la jurisprudencia que marca el fallo Halabi -ver aparte “Las empresas deberán ir de a una…”-).

Hoy, en el Gobierno maldicen la puerta que abrió la Corte a este reclamo empresario en un fallo que casi invita a nuevas judicializaciones. Hasta el propio ministro de Justicia, Germán Garavano, dijo en declaraciones al diario El Cronista que no creía que hubiese muchas chances de judicializar por parte de las empresas. Fue un intento por bajarle la espuma a un tema por demás candente.

El Ejecutivo tiene dos problemas: el primero, que el planteo de pymes, la CAME y la UIA dice todo lo contrario a lo que argumentó en el Congreso el ministro de Energía, Juan José Aranguren. La segunda cuestión de conflicto es quién pagará el costo político de las decisiones erróneas en materia de política energética. Los que están cerca del Presidente le recomiendan seriamente un viraje en la cabeza de Energía, un gesto que terminaría fortaleciendo al mandatario. Pero Mauricio Macri está convencido de que el ex Shell es la persona que más sabe de energía en la Argentina. No les cree ni siquiera a algunas recomendaciones de los ex secretarios de Energía, que conocen a Aranguren desde hace muchos años. Reconocen que es un buen gestor de empresas pero con escaso expertisse en planificación estratégica y casi nulo conocimiento del sector eléctrico y gasífero.

Además, el Gobierno tiene ahora un desafío extra: calmar la lógica preocupación de las empresas de luz (Edenor y Edesur) y de gas (Metrogas yGas Fenosa) sobre los ingresos que dejarán de tener este año como consecuencia de las devoluciones de cargos ya cobrados. El síndrome de la factura con cero pesos. Fuentes oficiales reconocieron que es éste uno de los frentes que hay cubrir si la intención es mantener la expectativa de ingreso de inversiones interesadas en el desarrollo energético de la Argentina.

La semana próxima será clave para saber qué movida hacen las empresas y cómo responde el Gobierno.

@leandrorenou

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