ESTEBAN DE GORI*
La demostración de fuerza del sindicalismo en el paro nacional contra las medidas de ajuste del gobierno macrista. Un sindicalismo que sorteó con éxito a los jacobinismos de época. ¿Por qué el macrismo abrió su propio desgaste y no vio venir a Moyano?
El sindicalismo vuelve a la escena con una multitud en las calles. Hace años que los sindicatos no demostraban de manera tan contundente su capacidad de movilización y articulación. La voluntad sindical reconfigura el tablero y recuerda al kirchnerismo –así como a otros espacios políticos- que no son los únicos que pueden ejercer un acto de fuerza y hablar sobre derechos. Urbi et orbi de Moyano para el territorio sindical y para la Argentina.
El sindicalismo volvió a escena con una multitud en las calles. Hacía años que los sindicatos no demostraban de manera tan contundente su capacidad de movilización y articulación.
Los sindicatos –las dos centrales de la CGT (dirigidas por Moyano y Caló) y las dos CTA (lideradas por Yasky y Micheli)- retornan con una demostración empírica frente a un peronismo que busca conducción, frente a un kircherismo en baja y ante un massismo atravesado por las tensiones originadas en la votación de la ley anti-despidos. Moyano, como ese tribuno de la plebe que nunca llegará al Senado, indica: “estos son los perjudicados y un posible electorado”. Con esta sentencia estadística reordena, reinscribe y empuja la dinámica política. Lo “social/sindical” acomoda la política, aunque al fin del camino ella se quede con todo. Los sindicatos le “regalan” a las fuerzas partidarias un público y un conjunto de demandas para ser representadas. “Aceitan” cierto virtuosismo del gobierno representativo. “Ponen” votantes y consumidores en la calle y le recuerdan al peronismo que en la representación de los reclamos de esos trabajadores perjudicados y de una clase media a punto de defraudarse debe encontrar su futuro. Moyano es una lectura y una estrategia más de los peronismos posibles, sobre todo ahora que el kirchnerismo no domina la escena política, ni la administración de lealtades.
Moyano, como ese tribuno de la plebe que nunca llegará al Senado, indica: “estos son los perjudicados y un posible electorado”. Con esta sentencia estadística reordena, reinscribe y empuja la dinámica política
Pero también es algo más. Su persistencia en el teatro de operaciones lo dice todo. Ha sorteado con éxito los “jacobinismos” de la época. Recuerda -casi sociológicamente- que pese a la apabullante posmodernidad existen mediaciones, corporaciones e instituciones intermedias. Restituye una perspectiva organicista que convive en las lecturas peronistas y que conspira contra las demandas de la globalización. Por ello, se enfrenta tanto al “jacobinismo distribucionista”, como al “jacobinismo neoconservador”. CFK y Macri comparten esta dimensión, aunque persigan resultados sociales y políticos distintos. Ambos buscan remodelar la sociedad, establecer una ética ciudadana y obviar/limitar –pese a la superlativización del diálogo por parte del macrismo- las partes (principalmente, aquellas que contrarían sus proyectos). Ante un kirchnerismo alicaído Moyano resurge y con éste el sindicalismo en sus distintas versiones. La liturgia de la obediencia -por ahora- esta puesta entre paréntesis. Nadie reina en la oposición.Hugo Moyano es, en definitiva, el actor que el macrismo no vio venir. El “puro presente” y la poca afección a leer la dramaticidad de los flujos históricos y políticos se volvió un problema para el oficialismo. De ahora en más deberá calibrar su GPS.
La liturgia de la obediencia -por ahora- esta puesta entre paréntesis. Nadie reina en la oposición. Hugo Moyano es, en definitiva, el actor que el macrismo no vio venir
La movilización demostró la vitalidad empírica de las diversas culturas políticas. Moyano y los sindicatos movilizados reactualizan un lenguaje que se sostiene en el regulacionismo, en la promoción del mercado interno y en la mirada de una lógica de acuerdos entre sectores. Insiste con sentar en la mesa un trío (capital, trabajo y Estado) alterado por la globalización y las nuevas formas de acumulación de capital.Moyano ha instalado el “gym” para que se fortalezcan el massismo y el peronismo. Pero también, abrió un laboratorio para coagular las referencias sindicales. El macrismo, enfrentado a su neoconservadurismo y a su improvisación, abrió su propio desgaste. A sólo cuatro meses de iniciar su gobierno se enfrenta al enigma de hierro de la conservación del poder en Argentina: cómo compensar a la mayoría de los sectores sociales y lograr su legitimación.
Si no lo hace no habrá endeudamiento que pueda solucionarlo. Porque la política no es sólo tomar deuda, sino fundamentalmente practicarla.El macrismo, enfrentado a su neoconservadurismo y a su improvisación, abrió su propio desgaste. A sólo cuatro meses de iniciar su gobierno se enfrenta al enigma de hierro de la conservación del poder en Argentina: cómo compensar a la mayoría de los sectores sociales y lograr su legitimación.
* Sociólogo. Investigador del CONICET y el IEALC. edegori@sociales.uba.ar
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1 comentario:
Interesantísimo artículo de De Gori. Para tener en cuenta y abrir puntos de vista. Está claro que Moyano asumió un liderazgo, claro que deberá sustentarlo y sostenerlo con actitudes, más que con discursos, que no son precisamente su fuerte. Hablando de eso justamente, es un hecho que más de la mitad (bastante más de la mitad), no escucharon los discursos de los cuatro dirigentes del 29A, un poco por imposibilidad ya que el dispositivo sonoro armado era para unos cien mil, pero quizás también, porque a la mayoría no les interesaba tanto los discursos como mostrar que allí estaban para oponerse a este gobierno. Tal vez de eso se trate la cuestión. Quién encarna la oposición a este desastre organizado y lo pueda transformar en la política que los derrote. Que es mucho más que resistir, aguantar y confrontar desde lo sindical.
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