El arreglo con los "buitres" permitirá al financiamiento internacional. Pero lo más importante es ejecutar una estrategia que use el endeudamiento como herramienta para financiar la transición hacia un sector público más eficiente.
En esta dirección, es recomendable que se incluyan medidas que incentiven la repatriación de ahorros. Por el contrario, si la nueva deuda se utiliza para mantener los déficits fiscales no habrá retorno de capitales y será el camino para caer en una nueva crisis. Esta es la tesis central del último informe de IDESA.
El arreglo con los fondos "buitre" parece inminente. Esto genera entusiasmo por la posibilidad de volver a tomar crédito en el mercado financiero internacional. El prolongado período de aislamiento llevó, tanto a las empresas como al sector público, a postergar inversiones que podrían haber sido abordadas si se hubiese contado con financiamiento. Pero a la vez, en los tres niveles del Estado hay desequilibrios que requerirán tiempo y esfuerzo para eliminarlos. Sin posibilidades de seguir aumentando los impuestos ni apelar a la emisión monetaria, el endeudamiento es la única alternativa para financiar la transición hacia un fisco más ordenado.
Los montos de financiamiento necesarios son difíciles de estimar, pero sin dudas serán muy elevados. Por eso, más allá de que existen manifestaciones del interés de capitales internacionales por invertir en la Argentina, es pertinente indagar en fuentes alternativas de financiamiento. Una de ellas son los ahorros de argentinos invertidos en el exterior o fuera de los circuitos formales de la economía.
En este aspecto, con datos oficiales y estimaciones privadas se detecta que:
El INDEC estima que los ahorros declarados por los argentinos en el exterior ascienden a unos U$S 225 mil millones al 2014. Según estimaciones privadas, los ahorros no declarados por los argentinos en activos extranjeros ascenderían a aproximadamente $ 175 mil millones adicionales.
Es decir que el total de ahorros argentinos invertidos en el exterior o fuera de los circuitos formales de la economía estaría en el orden de los U$S 400 mil millones.
Estos datos muestran la magnitud de la fuga de ahorros de los argentinos. Para comparar, se puede tomar el Producto Bruto Interno (PBI) que, según las nuevas estimaciones, rondaría los U$S 540 mil millones. Es decir que los ahorros que los argentinos tienen declarados en el exterior más los no declarados (en el exterior, en cajas de seguridad o en el "colchón") ascienden a prácticamente el 75% del PBI. Este mismo indicador para México se estima en el 40% y para Brasil en el 24% del PBI.
Que tan enorme cantidad de ahorros se encuentre fuera del circuito doméstico formal es un indicador de que los argentinos, sin desmerecer su patriotismo o sus entusiastas y variadas afiliaciones partidarias e ideológicas, no confían en las instituciones del país. Prueba de ello es que más de la mitad son ahorros que pagaron impuestos pero emigraron al exterior o se mantienen en moneda extranjera fuera del sistema financiero nacional. Seguramente esta decisión se tomó motorizada por el temor de que sus ahorros fueran afectados, como ocurrió muchas veces en la Argentina, por decisiones irracionales y discrecionales del gobierno de turno.
La reversión de la fuga de ahorros es clave en la estrategia de cubrir las necesidades de financiamiento de los tres niveles de gobierno y de las empresas privadas. Para lograrlo, no alcanza con "blanqueos" que perdonan los impuestos no pagados. Mucho más importante y complejo es generar confianza. Si la reconstrucción institucional es rápida y creíble son de esperarse comportamientos más parecidos a los de los países vecinos. Esto implicaría contar con financiamiento del orden de los U$S 200 mil millones, magnitud que permitiría cubrir tanto la transición hacia el equilibrio fiscal como los recursos necesarios para sostener un ambicioso proceso de ampliación y mejora de la infraestructura.
El arreglo con los "buitres" es importante porque cierra un ciclo de aislamiento y decadencia. Pero, para no repetir los cíclicos fracasos es crucial no caer en la tentación de usar el crédito para sostener desequilibrios fiscales y derrochar fondos públicos. Son indispensables la austeridad y el profesionalismo en la reorganización y gestión del Estado. Con un sector público más moderno, eficiente y sustentable será mucho más fácil que los propios argentinos, repatriando sus ahorros, sean los que aporten los recursos necesarios para iniciar una nueva etapa de desarrollo sostenido.
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