3/19/2016

una visita cargada de simbolismo

Obama en Argentina. Una visita cargada de simbolismos.
ALEJANDRO FRENKEL*
Obama en la Argentina. Un repaso histórico por las seis visitas de los mandatarios de Estados Unidos al país. Las relaciones bilaterales y regionales, y el impacto de esta nueva presencia norteamericana en el actual escenario político argentino. A 40 años del golpe de Estado, la presencia de Obama reabre la polémica.
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El 23 y 24 de marzo, Barack Obama realizará una visita de Estado a la Argentina, luego de un paso histórico por Cuba y coincidiendo con el 40 aniversario del inicio de la dictadura más sangrienta de la historia argentina. La visita de Obama será la cuarta de este tipo, y si se suman aquellas destinadas a participar de una cumbre multilateral, serán seis las veces que un presidente estadounidense haya pisado suelo argentino. ¿Cómo se puede leer esta visita desde el entramado histórico de las relaciones bilaterales y regionales y qué implicancias tiene en el escenario actual?
Históricamente, Estados Unidos ha priorizado dos agendas específicas en su política exterior: los asuntos económicos y los de seguridad (lo que se conoce como “markets and targets”). En determinados contextos, una agenda prima sobre la otra y, en otros momentos, se tornan igual de importantes. Argentina no escapa a esta tendencia.
Desde el punto de vista argentino, las visitas de los presidentes estadounidenses obraron como una forma de legitimación interna y externa frente a los actores de poder: ya sea como puerta de entrada al “mundo”, o bien como una oportunidad para marcar un contrapunto con los intereses de Washington.
Desde el punto de vista argentino, las visitas de los presidentes estadounidenses obraron como una forma de legitimación interna y externa frente a los actores de poder: ya sea como puerta de entrada al “mundo”, o bien como una oportunidad para marcar un contrapunto con los intereses de Washington.
Los antecedentes
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El primer mandatario norteamericano que viajó a la Argentina fue Franklin Roosevelt en el año 1936. En este caso, la visita estuvo dominada por la agenda de seguridad: Buenos Aires sería sede de la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz. En Europa se expandía el fascismo y el belicismo y América Latina se hacía eco bajo gobiernos militares. La meta de Roosevelt era lograr la creación de un mecanismo de seguridad colectiva que “blindara” la región de cualquier amenaza extrarregional y, al mismo tiempo, sirviera para disipar los fantasmas intervencionistas alimentados por las doctrinas Monroe y del Gran Garrote.
No obstante, el gobierno de facto de Augusto P. Justo privilegiaría las relaciones con Europa y lograría –casi en solitario- bloquear la iniciativa. El tratado de defensa colectivo –TIAR- recién vería la luz en 1947 con los primeros calentamientos de la guerra fría.
La meta de Roosevelt era lograr la creación de un mecanismo de seguridad colectiva que “blindara” la región de cualquier amenaza extrarregional y, al mismo tiempo, sirviera para disipar los fantasmas intervencionistas alimentados por las doctrinas Monroe y del Gran Garrote.
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La segunda visita tendría lugar en 1960, bajo las presidencias de Eisenhower en Estados Unidos y Frondizi en Argentina. Dos años antes Frondizi había viajado a EEUU, en lo que sería la primera visita oficial de un mandatario argentino. Cuando fue el turno de Eisenhower, el tablero interamericano estaba convulsionado por el estallido de la revolución cubana. En este marco, el objetivo central de su gira por Sudamérica sería contener al comunismo y se desdoblaría en dos instrumentos: otorgar ayuda económica y garantizar el apoyo frente al ascenso de Fidel Castro. Frondizi, por su parte, prefirió darle prioridad a la agenda económica y solicitar créditos para expandir la industria petrolera y del acero.
Cuando fue el turno de Eisenhower, el tablero interamericano estaba convulsionado por el estallido de la revolución cubana. En este marco, el objetivo central de su gira por Sudamérica sería contener al comunismo y se desdoblaría en dos instrumentos: otorgar ayuda económica y garantizar el apoyo frente al ascenso de Fidel Castro.
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La tercera visita se daría a fines de 1990 y sería otra vez un presidente republicano. En este caso, George H.W. Bush. El contexto de entonces era totalmente distinto: el muro de Berlín había caído, la guerra fría llegaba a su fin y los programas neoliberales se instalaban en las agendas de la región. Eso sí, el encuentro Menem-Bush también estaría permeado por los temas económicos y de seguridad. Estados Unidos, en tanto ganador de la guerra fría, había establecido los lineamientos del nuevo orden mundial: libre comercio y no proliferación. Argentina atravesaba desde fines de los ‘80 una profunda crisis económica. En este marco, la venia norteamericana y una inserción “exitosa” en el mundo eran, para el gobierno, acciones conducentes a generar confianza, acceder al crédito externo y lograr una reestructuración de la deuda. En materia económica, el alineamiento se manifestaría con la aplicación del modelo de reformas neoliberales. La contrapartida securitista sería la desactivación del misil Cóndor II, la adscripción a los regímenes internacionales de no proliferación y la participación en la guerra del golfo. La sintonía entre ambos gobiernos llevaría al canciller Di Tella a definir la relación como “relaciones carnales”; y a Bush, a afirmar que “en ningún lugar de este hemisferio la configuración del mundo de la post guerra fría es más evidente que en la Argentina”.
[…] el encuentro Menem-Bush también estaría permeado por los temas económicos y de seguridad. Estados Unidos, en tanto ganador de la guerra fría, había establecido los lineamientos del nuevo orden mundial: libre comercio y no proliferación.
En 1997, sería el presidente demócrata Bill Clinton quien visite el país. Para entonces el gobierno de Menem ya se había transformado en un aliado clave para los objetivos norteamericanos en la región. A diferencia de Brasil, Argentina apoyaba de pleno la conformación de la zona de libre comercio hemisférica –rebautizada en 1994 como Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)-, se había vuelto un activo participante en los foros hemisféricos de defensa y seguridad y era uno de los países que más aportaba las operaciones de paz de la ONU. Al finalizar la visita, Clinton afirmaría que “ninguna otra persona hizo más que Menem para aprovechar las oportunidades de nuestra era”. Ese mismo año Estados Unidos nombraría unilateralmente a la Argentina como aliado extra-OTAN.
En 1997, sería el presidente demócrata Bill Clinton quien visite el país. […] Clinton afirmaría que “ninguna otra persona hizo más que Menem para aprovechar las oportunidades de nuestra era”. Ese mismo año Estados Unidos nombraría unilateralmente a la Argentina como aliado extra-OTAN.
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La quinta y última visita se produciría en el marco de la sexta Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata en el año 2005. Hasta entonces, los gobiernos de Néstor Kirchner y George W. Bush venían transitando una relación de acercamiento: Argentina arrastraba una situación de default y necesitaba el apoyo de Washington para renegociar la deuda externa y Bush, cercano a la tradición republicana poco proclive al multilateralismo, desdeñaba organismos como el FMI. Sin embargo, en Mar del Plata Argentina privilegiaría la relación con los países vecinos y la acción coordinada de los cuatro miembros plenos del Mercosur más Venezuela, serían determinantes para sepultar la iniciativa norteamericana del ALCA. A partir de allí la relación entre ambos gobiernos quedaría resquebrajada.
La quinta y última visita se produciría en el marco de la sexta Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata en el año 2005. […] Argentina privilegiaría la relación con los países vecinos y la acción coordinada de los cuatro miembros plenos del Mercosur más Venezuela, serían determinantes para sepultar la iniciativa norteamericana del ALCA. A partir de allí la relación entre ambos gobiernos quedaría resquebrajada.
Escenario actual
La visita de Obama se produce en un escenario particular: mientras que el mandatario norteamericano atraviesa sus últimos meses de gobierno, Mauricio Macri está apenas comenzando su mandato, lo cual determina que la visita tenga un carácter instrumental y, al mismo tiempo, profundamente simbólico. Cambio climático, Derechos Humanos, relaciones comerciales y lucha contra el narcotráfico son los temas que se perfilan para el cónclave bilateral. Al igual que en el pasado, los temas económicos y de seguridad ocupan un lugar protagónico.
La visita de Obama se produce en un escenario particular: mientras que el mandatario norteamericano atraviesa sus últimos meses de gobierno, Mauricio Macri está apenas comenzando su mandato, lo cual determina que la visita tenga un carácter instrumental y, al mismo tiempo, profundamente simbólico.
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En sus ocho años de gobierno, Obama realizó sólo seis visitas de Estado a países de la región: México (2009 y 2013); El Salvador (2011); Brasil (2011); Chile (2011) y Costa Rica (2013). Salvo Brasil, en todos los casos los gobiernos de turno se emparentaban con los lineamientos de Washington hacia la región.
En efecto, para Estados Unidos la visita presidencial es una oportunidad para profundizar las rupturas que se vienen dando en América del Sur. Hasta 2015, Argentina integró el bloque de países que durante más una década desafió los intereses estadounidenses en la región. No sólo encabezó el “no al ALCA”, tuvo un rol activo en la Unasur y la CELAC, sino que también expulsó al Comando Sur de sus oficinas en el Ministerio de Defensa, congeló la cooperación entre fuerzas de seguridad y se atrevió a negociar con Irán sin el consentimiento norteamericano.
Para el gobierno de Macri, la visita del presidente de Estados Unidos es un hecho que simboliza la “vuelta al mundo” del país, a la vez contribuye a alimentar la idea de que Argentina es el nuevo faro político y económico de Sudamérica.
Para el gobierno de Macri, la visita del presidente de Estados Unidos es un hecho que simboliza la “vuelta al mundo” del país, a la vez contribuye a alimentar la idea de que Argentina es el nuevo faro político y económico de Sudamérica.
En este marco no resultan extraños los embates sobre Venezuela, que se haya deslizado la intención de ingresar al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) o se asocie el combate al narcotráfico con el terrorismo global.
En su viaje a Cuba, Obama dará un paso importante para normalizar las relaciones con la isla. En Argentina, Obama y Macri también buscarán avanzar en lo que consideran como relaciones normales. Esto es, un claro acercamiento a los intereses estratégicos de Estados Unidos.
* Politólogo (UBA). Becario doctoral del CEIL-CONICET,

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