3/16/2016

tiempos duros


Industriales nerviosos por el precio de la electricidad 


Las tarifas eléctricas aumentaron hasta el 600% para algunas fábricas, suba que se reforzará en mayo con un retoque estacional. La UIA estudia el tema y busca evitar un planteo público que descoloque al Gobierno

Cledis Candelaresi
ccandelaresi@diariobae.com

Con los nuevos cuadros tarifarios eléctricos, una pyme gráfica sufrió un ajuste en su factura de 37.000 a 70.000 pesos, algo que, a juicio de sus dueños, los deja fuera de juego. Es uno de los varios casos testigo detectados por el departamento de Infraestructura de la Unión Industrial Argentina que están movilizando a la entidad. 

El gremio patronal por ahora escucha y toma nota de los lamentos que provienen, básicamente, de los industriales de ferroaelaciones y, en mucho menor medida, gráficos, entre los sectores cuyos costos fueron impulsados por los ajustes tarifarios.

Aunque su naturaleza le imponga pelear por los intereses de sus afiliados, no está en el ánimo de la Unión Industrial Argentina, que preside Adrián Kaufinann, hacer ningún planteo bullicioso a un gobierno que aún tiene un generoso crédito abierto.

Pero esa presunta benevolencia con la política oficial tiene como límite la presión de algunos afiliados que denuncian haber quedado fuera de competencia por el aumento de un insumo clave, que asume la categoría de vital para las electrointensivas.

Adimra, el gremio patronal de los metalúrgicos que lidera Gerardb Venutolo y con Juan Lascurain, un simpatizante confeso de las políticas del kircherismo, en la vicepresidencia, es la entidad socia de la UIA que tal vez acusa mayor malhumor, ya que en los costos de sus firmas asociadas la electricidad tiene una gravitación mayor.

En los registros de la sede fabril hay casos concretos pero también modelos elaborados a partir del análisis de los nuevos valores sancionados con el cambio de esquema de precios de la electricidad.

Ese análisis muestra saltos abruptos, como el de una pyme del conurbano sur que en enero gastaba 12.000 pesos y en febrero 55.000 por el mismo consumo.

Para la tribuna patronal no se trata de poner en juicio la decisión macro de actualizar los valores energéticos. Desde la perspectiva de los empresarios, la disyuntiva es qué hacer con esa suba de costos: ¿trasladar a precios o achicar márgenes? El primero es el camino habitual y más sencillo. Pero cómo muchos ya hicieron correcciones anticipándose a la suba del tipo de cambio, no tienen mucho resto para seguir encareciendo sus productos. Acotar rentabilidad es algo natural y visceralmente resistido.

En la entidad fabril no hay ánimo de incomodar al ministro de Energía, Juan José Aranguren, ni al de Producción, Francisco Cabrera, con un planteo público, pero tampoco mucho resto para dejar la situación en el olvido.

El mapa del consumo eléctrico en la industria es absolutamente heterogéneo. Hay usuarios de distinta envergadura y de diferente régimen de contratación.

De los aproximadamente 7.500 grandes usuarios industriales del país, unos 2.500 contratan directamente con las centrales eléctricas. Son los que afrontan las tarifas má•s elevadas desde hace tiempo (conocidos con sus siglas de GUMA, GUMEy GUM1).

Pero la mayoría pertenece al segmento de compañías que contratan con las distribuidoras (Gudis) y que hasta ahora habían aprovechado precios más benévolos que el resto. Es en este renglón donde hay un salto de valores más abrupto.

Las tarifas industriales también están estratificadas en función de la potencia contratada: cuanto mayor, más caro resulta el servicio. Una cuestión adicional que pone nerviosas a algunas fábricas es que si se sostiene durante más de 15 minutos seguidos la demanda en una potencia superior, automáticamente se pasa a la categoría siguiente.

Son las últimas modificaciones anunciadas, los ajustes para industrias oscilarían entre un 150% y casi un 600%, según los casos.

Un aumento tolerable para algunas, pero dramático para otras, que son electrointensivas.

No es estrictamente que estas angustias hayan sido superadas en soledad.

La UIA tiene un sólido vaso comunicante con Producción, a través nada menos que del secretario de Industria, Martín Etchegoyen. Hasta diciembre, diligente director ejecutivo de la Unión: imposible pensar que en el Gobierno no conoce en detalle la situación.

Sólo por citar un ejemplo al azar, Luiz Betnaza, vicepresidente de UIA y, al mismo tiempo, vicepresidente ejecutivo de Techint, cultivó vínculos entrañables con Cambiemos y es difícil que haya teléfono oficial que le rehúya.

El holding de la familia Rocca tiene intereses contrapuestos en su propio seno: la recomposición de los precios de la energía es mala para un segmento de su negocio (acero) pero fundamental para otro (energéticas).

Similar disyuntiva se puede plantear en el seno de la tribuna oficial, donde todos apoyan un ajuste en los valores enerver cgéticos, pero cada ministerio tiene una responsabilidad diferente en el tema. Cabrera tendrá que ómo moderar el impacto en la industria que lo sufre y Aranguren defender éste y los próximos ajustes.

El viernes, a través de la nota 111, Energía pretendió corregir parcialmente el error de hacer pagar por veces por el mismo concepto sobre la electricidad que consumen por encima del 2005 algunas firmas. Un retoque en un sistema técnicamente casi inescrutable, que mejoró detalles pero no modificó la situación general.

Esta será peor en mayo, cuando se produzca otro aumento estacional en el precio eléctrico, que impactará en todos los usuarios.

Ni hablar cuando en unos meses se haga la Revisión Tarifaria Integral y también se modifiquen los precios de transporte y haya otra corrección en el margen de las distribuidoras (VAD).

Sin olvidar que está en gateras la recomposición de los valores del gas, que a las siderúrgicas azotará en la cara.

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