3/17/2016

primeros pasos hacia la crisis

La eficacia del relato PRO: Deuda o Muerte
Con la ayuda de los grandes medios, con la misma lógica binaria que le criticó al kirchnerismo y en línea con la histórica militancia liberal pro endeudamiento, Macri impuso el miedo al apocalipsis.
En 1824, el presidente Bernardino Rivadavia contrató un empréstito con la británica Casa Baring por un millón de libras. Tomaba esa deuda para “crear pueblos en la frontera con el indio, fundar un Banco, construir una red de agua y un puerto”, según apunta el historiador Felipe Pigna, que aporta detalles interesantes:
  • “Los gestores (del acuerdo) (…) se llevaron 120.000 Libras del monto total del crédito en carácter de comisión.”
  • “Descontadas las comisiones de los seis gestores, dos de los cuales eran ingleses, los gastos de emisión y varias cuotas adelantadas, llegaron a Buenos Aires sólo 570.000 Libras, la mayoría en letras de cambio sobre casas comerciales británicas en Buenos Aires propiedad de los gestores del empréstito. Pero la deuda se asumía por el total: 1 millón de Libras.”
Las cosas no salieron como habían sido presentadas por el hombre que volvió y fue un sillón: “El dinero del empréstito, por diversas circunstancias, no se destinó a la construcción de obras públicas como había sido previsto. Se dilapidó en gastos improductivos”, indica Pigna, y recuerda que los argentinos terminaron de pagar el crédito en 1904, 80 años después de haberlo tomado.
Desde entonces, la historia nacional reconoce una tenaz insistencia militante de los liberales argentinos con endeudamientos que nunca terminaron bien para la abrumadora mayoría de la población, pero sí para un grupo minoritario de elite, que es el que suele pescar a lo grande en los ríos revueltos. Es el que, por caso, estatizó la deuda privada en 1982. Porque el modus operandi es siempre el mismo: desde el sector privado, hacen lobby para que el Estado licue sus deudas, como hizo tambiénClarín en 2002 con la pesificación asimétrica de Eduardo Duhalde. Y cuando son gobierno toman deuda para alimentar el negocio de la banca financiera internacional.
Son siempre los mismos actores: los que estatizaron la deuda privada en el '82, los que perpetraron el megafraude de 2000 y los que ahora vuelven a endeudar el país con los mismos prestadores, esta vez por 12.000 millones de dólares.
En esta rueda, la tragedia de 2001, que empujó al 54% de la población a la pobreza y disparó las tasas de desempleo a un récord histórico de 25%, no ´parece haber alcanzado para aprender la lección.
Hay una pregunta inquietante: ¿Por qué el país pasó, en la madrugada de la presidencia provisional de Federico Pinedo, de poder vivir sin acordar con los fondos buitre a estar parado frente al abismo de la disolución? ¿Por qué la clase política, a excepción del Frente para la Victoria, la izquierda y Libres del Sur, y con las fuerzas del llamado progresismo adentro, como el socialismo y la que representa Margarita Stolbizer, entendió que esa situación límite se había presentado?
La respuesta acaso haya que buscarla en la comunicación, esa herramienta cuyo poder el kirchnerismo, según se le criticaba, había sobreestimado.
Con el respaldo –y la consecuente legitimación- de los grandes medios –Clarín y La Nación a la cabeza-, Macri logró imponer su relato. El poder –que ahora reúne al político y al económico en una misma columna de intereses comunes- fue eficaz en la construcción de la Verdad.
Lo hilo con el garrote. “Es acuerdo o ajuste brutal”, advirtió, extorsivo, el jefe de Estado.
El Presidente aplicó la fábula del callejón sin salida.
Machacó con el presunto riesgo de colapso para instalar la sensación de que era todo o nada -la idea más religiosa, conservadora y autoritaria.
Apeló, en definitiva, a la misma lógica binaria que le había criticado al gobierno anterior: “Patria o Buitres”, fue antes. “Deuda o Muerte”, ofreció ahora Macri, y planteó una opción que no es tal cosa. Los hombres y las mujeres, desde el principio de los tiempos, han vivido obsesionados por la fantasía de la inmortalidad. La muerte, entonces, no es una elección posible.

3 comentarios:

WOLF dijo...

Hola Artemio, falta la última parte de la nota. saludos

Jorge Devincenzi dijo...

George Canning lo llamó comandante Popanillas. Para Mitre fue el hombre que se adelantó a su tiempo. ¿Macri tendrá su exégeta?

Jorge Devincenzi dijo...

Perdeon, fur Disraeli, no Canning