La devaluación registrada durante el primer mes de 2016 y la recuperación de activos dolarizados redundó en una abultada ganancia para las entidades financieras. De acuerdo al informe sobre Bancos publicado ayer por el Banco Central, las utilidades acumuladas sumaron 3091 millones de pesos en enero. Los significativos resultados provenientes del rubro “diferencia de cotización” fueron, sin embargo, 36 por ciento inferiores a los registradas en diciembre del año pasado cuando tuvo lugar la primera vuelta de la megadevaluación. La rentabilidad otorgada a los bancos en los primeros 45 días del gobierno de Mauricio Macri suma 7938 millones de pesos.
Las ganancias de los bancos por el aumento del dólar en enero, del 6,4 por ciento –pasó de 13,29 a 14,14 pesos–, ofrece una evidencia de los beneficios económicos recibidos por el sector financiero. La aceleración en el ritmo de devaluación durante febrero y las primeras tres semanas de marzo permite anticipar que los ingresos contables de los bancos por sus tenencias dolarizadas se extenderán durante el primer trimestre. La magnitud de esos resultados solo es comparable con los ingresos recibidos por el sistema bancario tras el salto devaluatorio de enero de 2014.
La rentabilidad extraordinaria facilitada por la política cambiaria se complementó con una serie de medidas desregulatorias que van desde el desmantelamiento del esquema de controles del mercado cambiario hasta la liberalización en la fijación de las tasas de interés. El último paso de ese proceso tuvo lugar anteayer con la autorización del BCRA para implementar una suba del 20 por ciento en las comisiones que cobran los bancos por sus productos. Además, la entidad que conduce Federico Sturzenegger estableció que a partir de septiembre podrán fijar en forma libre esos márgenes, siempre y cuando comuniquen los aumentos a sus clientes con 60 días de anticipación y ofrezcan datos de los precios de otras entidades.
El informe sobre Bancos divulgado ayer corresponde a enero y evidencia el fuerte aumento experimentado en las tasas de interés para todas las líneas de crédito. El incremento en el costo del financiamiento explica el menor ritmo de crecimiento en los préstamos al sector privado y representa un factor relevante de la recesión inducida por la nueva orientación de la política económica.
Junto con los aumentos en las tasas se registraron una serie de medidas contrarias a la expansión del crédito productivo para las empresas. El BCRA relajó a comienzos de año los requerimientos y exigencias para los préstamos de mediano plazo que deben colocar los bancos –la llamada Línea de Créditos para la Inversión Productiva– y las autoridades de la Anses dieron señales de que las prácticas de inversión del Fondo de Garantía de Sustentabilidad relegarán los proyectos productivos y de infraestructura.
Por su parte, la Superintendencia de Seguros eliminó las exigencias del “inciso K” que obligaba a esas firmas a colocar entre el 8 y 18 por ciento de sus carteras a financiar inversiones consideradas estratégicas. Esa decisión redujo la demanda de activos emitidos por empresas de mediana envergadura y, por lo tanto, redundó en un incremento adicional en los costos de financiamiento.
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