3/18/2016

cien días, "apenas" una prefiguración

Los primeros cien días: ni tanto ni tan poco 

Por Fabián Bosoer


Tres meses no alcanzan para definir una presidencia. Apenas la prefiguran. Dan cuenta de las intenciones y propósitos de un nuevo gobierno. Del clima social y político en el que este empieza a dar sus primeros pasos.

De las condiciones de posibilidad en las que deberá desplegar sus capacidades y recursos para llevarlas a cabo. Una presidencia se modela en el tiempo en el “mano a mano” con los problemas inesperados e imponderables y en el modo en que sortearán las encrucijadas previstas e imprevistas.


Parafraseando a Ortega y Gasset, una presidencia es un presidente y sus circunstancias.


Los primeros tres meses de gobierno de Mauricio Macri fueron intensos, vertiginosos. Pero al mismo tiempo, relativamente tranquilos y morosos en comparación con otros “veranos calientes” y épocas frenéticas que hemos vivido en el pasado. Fueron también una rotunda desmentida a quienes profetizaban -¿temían?,¿deseaban?- una catástrofe o abismo. Empezaron con el sobresalto de la fuga de los tres sicarios que tuvieron en vilo durante un par de semanas a todas las fuerzas de seguridad. Y con la incertidumbre por lo que podría suceder con el levantamiento del cepo cambiario, el aumento de tarifas y precios y la revisión de la planta de personal de la administración pública y de los contratos que dejó como encomienda el gobierno saliente.

Hubo decisiones esperadas, como la eliminación de las retenciones al campo y la megaminería, y la también esperada conflictividad gremial resultó morigerada por una actitud prudente y dialoguista de la dirigencia sindical. Comenzaron, finalmente, las clases en tiempo y forma luego del acuerdo salarial con los gremios docentes. Se eligió la vía del decreto para imponer algunas medidas iniciales, como la disolución del AFSCA -que se había armado como un partido dentro del Estado y la adecuación de la ley de Medios, que se había desvirtuado como instrumento de batalla oficialista.

Se contó con viento a favor inicial, en parte por mérito propio -la promesa de mejoras inmediatas-, en parte por mérito ajeno -el lastre que dejó el kirchnerismo en sus últimos tiempos-. Sin excesivo esfuerzo, el Presidente pudo mostrar ventajas comparativas con un simple cambio de imagen y estilos en su relación con la opinión pública, con las provincias y en la política exterior

Retomar vínculos normales con las principales capitales y gobiernos del mundo, dejar de pelearse o dar cátedra en los foros internacionales, una diplomacia más ¨amigable¨ y menos confrontativa, bastaron para cosechar logros en los encuentros con sus pares de la región, la presencia en el Foro de Davos y la visita de mandatarios extranjeros. Hubo algunas medidas para paliar el impacto de la inflación en los sectores más vulnerables como la mejora y la ampliación de la Asignación Universal por Hijo, la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y el aumento del salario mínimo. Faltan otras, como la prometida desgravación del IVA a los productos de la canasta alimentaria, la doble indemnización por despido, el pago de las sentencias a los jubilados, el incentivo para la promoción del empleo joven y la actualización de las escalas de Ganancias,por ejemplo.

Como se vio esta semana en el inicio de las sesiones ordinarios del Congreso, es un Gobierno sin mayoría parlamentaria que debe trabajar duro y parejo, negociar y hacer concesiones a la oposición para obtener quórum y construir el respaldo que le permita la aprobación de las leyes. Con el tratamiento y la aprobación en Diputados del acuerdo para salir del default, vimos a un Congreso que empezó a trabajar con otra dinámica, como el escenario de debate en el que los representantes del pueblo ejercen sus mandatos sin menoscabos: no están ahí para acatar, levantar la mano o rubricar lo que ya fue decidido en otro lugar sino para discutir, argumentar, confrontar, modificar y votar las leyes. 

Respecto de lo que se votó y ahora pasó al Senado, el acuerdo con los Fondos Buitre puede considerarse como un cambio drástico respecto del tratamiento que se le dio a la decisiva cuestión durante los pasados doce años o, por el contrario, como la conclusión del prolongado proceso de reestructuración de la deuda que tuvo como antecedentes los acuerdos contenidos en las dos leyes precedentes, la de Cerrojo y la de Pago Soberano, que acaban de ser derogadas.

Cumplidos los primeros cien días de gobierno de Macri, esta historia recién comienza y es prematuro sacar conclusiones sobre cuánto de nuevo y cuánto de conocido ella nos ofrece. En tan poco tiempo y con un legado inmediato que todavía pesa y debe decantar, el Gobierno Macri empezó a andar y cuenta con crédito, la oposición se reacomoda, el kirchnerismo se debate entre la ¨resistencia ¨ y la autocrítica, la Justicia se despabila y no hubo incendios ni desastres. No es suficiente, pero no está mal. Ni tanto ni tan poco.

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