El debate sesentista sobre el destino de la industria
La situación resulta paradojal, pero dista de ser novedosa. Es notable, como este interesante intelectual, como la mayoría de sus contemporáneos “progresistas“ aplicaban y siguen aplicando un criterio de doble vara cuando se trataba considerar a otros personajes que incidieron en la historia económica nacional. También Diamand, el hipercrítico de Frigerio y Oscar Braun a quienes puso en la picota en el último capítulo de “Doctrinas Económicas, desarrollo e independencia” adoptaba, en paralelo, una muy concesiva actitud, bordeando el acriticismo, por ejemplo, respecto a las idas y vueltas de Prebish en la Argentina. No se encuentra en sus artículos y libros mención alguna tanto a los vínculos de Prebisch con el viejo “modelo pacto Roca Runciman” del que había sido actor de reparto y el cual remachaba la especialización agro exportadora de nuestro país. Se trata del mismo personaje y las mismas propuestas que reiteró en su regreso a la Argentina para asesorar a los cabecillas de la revolución libertadora de 1955, insistiendo en recomendar el libre mercado de cambios y la apuesta por la exportación primaria (“sembrado hasta debajo de los catres”). Pero ese era precisamente, el mismo esquema , la misma idea de país, siempre objetado por Diamand y cuya aplicación inevitablemente tuvo en cada ocasión en que fue impuesto, las consecuencias que él acertadamente subrayaba.
“cuando se habla del valor real de la divisa, se presupone siempre que ese valor real se refiere a una cierta estructura productiva, existente en un momento dado. La supresión de la protección llevaría la demanda de divisas en un primer instante a valores varias veces superiores a los actuales. La necesidad de reducir esta nueva demanda al nivel de la oferta forzaría a una devaluación muy intensa , la que provocaría un traslado masivo de ingresos hacia el agro, una caída brusca del salario real , una reducción de la demanda efectiva y una consecuente recesión”.
Lo cierto es que, desde principios de los ’60 (cuando escribe “El FMI y los países subdesarrollados”) y a través de sus permanentes colaboraciones con el Centro de Estudios Industriales y el Centro de Estudios de la realidad económica, Diamand fue construyendo una interpretación y proponiendo soluciones para las crisis recurrentes en la economía argentina que alcanza su versión más afinada en el ya famoso artículo “La estructura económica desequilibrada y el tipo de cambio” publicado allá por junio de 1972 en Desarrollo económico.
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