11/29/2015

la izquierda se analiza

Voto en blanco, ¿qué balance?
Rolando Astarita
Frente al referéndum, el FIT y otras organizaciones de izquierda llamaron a votar en blanco (lo mismo hice en notas publicadas en el blog). El argumento central de la izquierda fue que el voto en blanco era importante para no hacerle el juego a la derecha; y que representaba un pronunciamiento contra una salida a la crisis en manos del gran capital y sus partidos, y a favor del desarrollo de una alternativa política propia de los trabajadores.
Pues bien, el resultado del domingo dice que el voto en blanco fue mínimo. También fueron mínimas otras formas de repudio a las alternativas que se presentaban, tales como el voto nulo o la abstención.
Ya a raíz de los resultados de la elección anterior planteé que para los socialistas el dato más relevante era que el 92,6% de los votos, a nivel de todo el país, había ido para los cuatro primeros partidos burgueses (aquí). A la vista del resultado del último domingo, el balance es aún más sombrío. El porcentaje de votos en blancos fue menor incluso que los votos que obtuvo el FIT en agosto.
Con lo anterior no estoy diciendo que la izquierda debería haber recomendado votar a Scioli, o a Macri. La realidad es que el voto “positivo” hoy es capitalizado políticamente por los partidos burgueses. En palabras de Sabatella, “en la confrontación entre los dos modelos, la mitad de Argentina se pronunció a favor de nuestra propuesta”. En el mismo sentido, los representantes de Cambiemos dicen que el resultado del ballotage significa un aval de los electores a su programa. La única alternativa coherente de la izquierda entonces era el voto en blanco (o el voto nulo). La izquierda marxista no puede quedar pegada a estos programas burgueses que, por otra parte, son muy similares.
Sin embargo, la cuestión a dilucidar es por qué la inmensa mayoría de la población desoyó el llamado de la izquierda. Mi respuesta, que la he adelantado en la nota citada (y en notas anteriores), es que el ideario socialista está quebrado en la conciencia de las masas. Y esto adquiere su máxima expresión en el ballotage, y en el hecho de que incluso gente que había votado al FIT, o a otros partidos de izquierda, finalmente parece haber dado su apoyo a alguno de los dos candidatos principales.
Por supuesto, mi explicación de la situación en que se encuentra el socialismo es solo una hipótesis y estoy abierto a escuchar otras explicaciones. Pero no podemos desconocer la dificultad. Y esta no se supera diciendo “nos veremos en las próximas luchas”. Estas “salidas” no son salidas. El problema es ideológico y político. Por eso hay que ponerlo en la agenda de discusión de la izquierda. Hay que mirar las dificultades de frente, sin empañarlas con frases consoladoras.

2 comentarios:

LO QUE RESTA DEL DIA dijo...

Derecha Izquier derecha izquier, derecha izquier...
marcando el paso, al matadero.
Aburren estos muchachos, casi tanto como dedicarles un párrafo, pero se lo merecen: el voto en blanco de esta elección fue uno de los menores en la historia de las elecciones argentinas. Porque no se dejan de joder de una vez y admiten su absoluto fracaso político, ideológico y moral.

Anónimo dijo...

El problema con la izquierda revolucionaria es su concepción del socialismo al que asocia con la dictadura del proletariado. Tal cosa se dio en Rusia de 1917 y en parcialmente en algunos otros lugares, en nuestro continente en la Cuba castrista y la Nicaragua sandinista. En todos los casos se trató de estados vetustos, cerrados a toda representación popular más no sea limitada. El propio Marx la formuló como hipótesis en la Europa del siglo XIX, con "democracias" limitadas que cerraba toda chance de participación del pueblo trabajador. En la democracia Argentina de hoy es sencillamente irrepetible. Notemos cómo un movimiento de ideología basista e insurgente como el anarquismo tuvo su auge en tiempos que la democracia era una ficción y las elecciones apenas una digitación oligárquica para perpetuar su partido en el poder. La ley Saenz Peña y el creciente poder de los sindicatos disiparon esa corriente a favor de otros más reivindicativos, que luego dieron origen al peronismo. Un cierto resurgimiento del anarquismo en modos, no así en ideología, tuvo lugar en los '90 con los grupos piqueteros, precisamente cuando el sistema pareció cerrarse al bipartidismo hueco, en el que los dos partidos eran esencialmente lo mismo y el programa económico no se podía discutir. En la crisis del 2002, la impotencia de estos grupos de darse una estrategia electoral en las elecciones del año siguiente contrastó con los reflejos del sistema político en restaurarse y luego la aparición del kirchnerismo en darle nuevas orientaciones. Más bien habría que ver qué es realmente el socialismo, si una utopía de autogobierno de trabajadores sin capital o si en verdad desde el principio lo que buscaba la mayor parte de los movimientos de resistencia era un lugar en esa sociedad moderna, una ampliación de los derechos por sobre los meramente formales de libertad e igualdad ante la ley, que sin trabajo y condiciones dignas de vida son apenas palabras vacías. Como decía (creo que) Anatole France, libertad para morirse de hambre e igualdad de derechos para dormir debajo de un puente. La corriente que hoy mejor expresa la defensa de los derechos del trabajador es el peronismo, o bien el kirchnerismo, más allá que en sus estratos dirigentes haya quienes parecen pocos interesados en ser consecuentes con ello. Pero es allí donde hay que estar, porque es el sentimiento de un pueblo.