9/22/2015

sanata y fe: apuesta arriesgada con cartas marcadas


“Cuando pagamos aguinaldo, obviamente el déficit aumenta”.

Ángel Sciara, septiembre de 2015


La porosidad de ciertos discursos ayuda a permear las graves inconsistencias políticas que son la verdadera razón de la encrucijada en la que se encuentra el gobierno socialista en materia económica. La falta de vocación crítica de las grandes empresas periodísticas impide que algunos razonamientos oficiales dejen al desnudo la gravedad evidente de un modelo de administración que no arrojó resultados virtuosos en Rosario y no debe esperarse que los dé en la provincia.

Los más recientes capítulos de una novela que parece tener como uno de sus objetos el aburrimiento por cansancio del ciudadano santafesino promedio tiene como ejes la información divulgada por la oposición acerca de la subejecución de obras por parte del Ejecutivo en el ejercicio 2014, el intento de llevar adelante una reforma previsional que los gremios estatales resisten, y el pedido de endeudamiento a corto plazo que requirió el gobierno de Antonio Bonfatti en la semana que pasó.

Éste último tópico, la solicitud de endeudamiento a la Legislatura por parte del Ejecutivo, tuvo como principal y lógico vocero al ministro Ángel Sciara. El funcionario explicó la necesidad de nueva deuda para financiar la gestión en tres grandes áreas: la sobre ejecución de obra pública, el déficit ocasionado por la Caja de Jubilaciones y el gasto que tuvo que afrontar el gobierno por la realización de las elecciones.

A sabiendas de que la diputada Marcela Aeberhard, presidenta de la Comisión de Obras Públicas lo que reveló hace dos semanas corresponde a las partidas no ejecutadas durante el año pasado en torno de lo presupuestado, Sciara y el ministro de Gobierno Rubén Galassi refutaron esa información invitando a cotejar “los números”, sin que los medios que tomaron contacto con ellos les advirtieran de que sumar o restar manzanas y peras desafía no sólo a la lógica económica sino a la esencia de las matemáticas, una disciplina que el pope de las finanzas socialistas no puede alegar desconocer.

El proverbial déficit previsional, más allá de la resistida reforma, es adjudicado a la Nación, y es parte de un litigio en el que ambas jurisdicciones, hay que reconocerlo, tienen una parte de la verdad.

El tercer ítem, que refiere al gasto ocasionado por los sucesivos comicios, realmente parece una tomadura de pelo y una muestra de hasta dónde el oficialismo está dispuesto a tensar la cuerda de lo razonable, aún a conciencia de que si ese lazo se corta, el abismo al que caerá conduce al ridículo. De otro modo, desde Bonfatti hacia abajo los miembros del gobierno socialista deberían, si se les preguntara, explicar si se enteraron de la realización de las elecciones una semana antes y por los diarios. Si Sciara y su elenco no previeron ese gasto, tienen que presentar la renuncia ya. Si lo hicieron, no deberían siquiera mencionar ese gasto como uno de los causantes del agujero fiscal que hoy los desvela.
Temblores lúdicos

En términos geológicos, la situación económica de la administración socialista podría compararse al estado en queda una determinada topografía tras un sacudón ponderable de las capas tectónicas. Pero todo temblor deja paso a una cierta quietud, en la que se percibe cierto acomodamiento magmático. La actual situación se parece más a la de aquellas regiones que saben, por la existencia de fallas geológicas demasiado próximas, que en cualquier instante se puede producir un terremoto de proporciones.

Por ese y otros motivos que han pasado desapercibidos, las declaraciones del ministro de Economía en derredor de ciertas apuestas que su equipo habría hecho a principios del ejercicio 2015 suenan peor que las intencionales confusiones respecto de las inversiones en obra pública.

Sciara, con la elegancia y la flema británica que lo caracteriza, se despachó con una frase que congelaría a cualquiera el líquido cefalorraquídeo: “La apuesta que veníamos haciendo durante mucho tiempo era que no teníamos capacidad suficiente para poder superar y realizar más obras públicas. Y bueno… perdimos la apuesta”. Nada de la emblemática planificación socialista, nada de previsiones presupuestarias ni directrices económico-financieras. Apuestas. En 2014, los que dijeron “no llegamos a ejecutar lo presupuestado ni a palos”, ganaron la apuesta. Los que repitieron la martingala a principios del corriente año, la perdieron. La seriedad con que se relatan los actos de gobierno, parece que también hay que imputarla en la columna de pérdidas.

Para concluir, el ministro de Economía, que ya había coqueteado con la metáfora catastrófica al hablar de la “explosión de obra pública” tuvo otra salida, sólo que esta vez apeló a Perogrullo: “No hay posibilidad de que la Provincia se funda” expresó Sciara, quien dejó atónitos a los cronistas al confesar: “Aún no se puede contabilizar lo que será el déficit de la Provincia”.

1 comentario:

LO QUE RESTA DEL DIA dijo...

Buena nota, pero con un componente que hace ruido y resulta imposible de aceptar: "El proverbial déficit previsional, más allá de la resistida reforma, es adjudicado a la Nación, y es parte de un litigio en el que ambas jurisdicciones, hay que reconocerlo, tienen una parte de la verdad."
En el blog Nestornautas, que ud. cita a menudo, hay razones de sobra que invalidan la supuesta pretensión de deuda que sostiene la provincia, en un litigio que aparece como perdido, más allá del tiempo que se tome esta disminuída corte suprema nacional...